Importancia científica de un gusano transparente
Gustavo Viniegra González
El 11 de diciembre de 1998, la revista Science publicó un número especial dedicado a un extraño descubrimiento: se determinó el código genético de un gusano transparente de nombre Caenohabditis elegans. Ese gusano, que aparentemente no sirve ni hace daño, fue seleccionado para descifrar su código genético porque es pequeño, fácil de cultivar, transparente y por ello se puede seguir con detalle su desarrollo completo sin dañarlo ni tocarlo. El C. elegans solamente tiene 19 mil genes que estudiar (97 millones de bases nucleotídicas), cifra que se quintuplica en un mamífero como el hombre.
Ese anuncio, aparentemente misterioso y sin importancia, indica que los grupos científicos decididos a descifrar el código humano bien pueden cumplir su promesa de lograrlo antes del 2010. La hazaña científica la llevó a cabo un consorcio internacional muy numeroso, pero principalmente situado en el Laboratorio de Biología Molecular de la Universidad de Cambridge (Gran Bretaña) y en los institutos médicos Howard Hughes del Massachussetts Institute of Technology y de la Universidad de Wisconsin (Estados Unidos).
El código genético o genoma de C. elegans es tres veces más grande que el de la levadura de pan (Saccharomyces cerevisea) y quizás una quinta o tercera parte del código genético humano; por lo tanto, es una escala intermedia en la aventura de conocer en su totalidad las intimidades moleculares de nuestra especie. Para lograr descifrar ese genoma se fragmentó el gusano en cerca de 3 mil pedazos (cromosomas artificiales), repartidos de manera aleatoria en células de bacterias para que cada una reprodujera un pedazo distinto. Luego se estudió cada pedazo para armar el rompecabezas total. El proyecto se inició en 1986 con la creación de un mapa preliminar del genoma. Por lo tanto, se tardó 12 años en completarlo. Pero, a partir de 1992, se desarrollaron métodos automáticos que aceleraron más de diez veces la velocidad del trabajo, y es factible que esos avances, aplicados al genoma humano, permitan terminar su estudio antes del 2010.
La comparación genética entre bacterias, levaduras, gusanos y lo poco que se sabe de los humanos (sólo se conoce 5 por ciento) sugieren que cerca de la quinta parte de todos los genes son similares entre todas las especies. Eso apoya, una vez más, la universalidad del código genético y la teoría evolutiva, que suponen un origen común a todos los seres vivos. Más aún, el gusano C. elegans, que tiene menos de mil células y cerca de 300 neuronas, comparte más de la mitad de los genes con los humanos, que tenemos trillones de células de todos tipos y un sistema nervioso muy complejo. Lo anterior quiere decir que no se necesitan muchos genes para producir y organizar organismos muy complejos, y que quizás las relaciones fundamentales que regulan la materia viva sean más simples de lo que se cree.
Desde el punto de vista práctico, el código genético del C. elegans pronto dará frutos en el campo de la farmacología, pues facilitará la búsqueda de nuevos medicamentos que ataquen selectivamente a los anélidos patógenos como los gusanos y lombrices intestinales, que causan enfermedad y muerte en cientos de millones de niños del Tercer Mundo. También permitirá identificar nuevos genes y proteínas de interés médico, y promoverá el desarrollo de nuevos conceptos sobre el desarrollo, la organización y el funcionamiento de los seres vivos.
En México, se
hace necesario que se actualicen los sistemas de enseñanza para
preparar a nuestros jóvenes para lo que parece será la
marca tecnológica del siglo XXI, el siglo de la
biotecnología. Ello requiere actualizar, en forma acelerada, la
enseñanza de la biología, que debe pasar de la
memorización de los catálogos de géneros y
especies a la enseñanza de la bioquímica y la
biología molecular, con el auxilio de la química, la
física y las matemáticas.
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