n Alvaro Mutis n

Mercedes Iturbe, residente en la Tierra*

Este generoso y fecundo libro de Mercedes Iturbide, que lleva el muy acertado título de Espíritus cómplices, ha venido a resolverme, de una vez por todas, una duda que me ha atormentado de tiempo atrás y que consistía en saber si en verdad puede hablarse de una literatura femenina. Una vez recorridas estas páginas, llenas de largueza, de visión muy personal del mundo y de una presencia plena y vigorosa de los sentidos, he podido llegar a la convicción de que no existe tal infundio, ni ha existido jamás.

Recuerdo muy bien que la pregunta me la hice, hace muchos años, cuando recorría las páginas de Madame de Stäel y, más tarde, las memorias de Marguerite Yourcenar. En ambos casos me vino a la mente que lo último que podía decirse de cualquiera de las dos, es que hubieran hecho ''literatura femenina". Lo que hicieron fue testimoniar su ''sein in der welt", su ser en el mundo, y ello con toda la plenitud de su genio. Pero la duda seguía en el aire, ya no sobre estos dos casos, sino en un ámbito más general y, muy en particular, en el sombrío presente que nos agobia. Pues bien, gracias a esa manera tan directa, tan plena y tan absolutamente embebida en la évida marejada de su ser frente al mundo y a sus semejantes, que signa esta obra suya, Mercedes Iturbide aclaró para siempre mi necia incertidumbre.

Este libro consiste, en suma, en un manifiesto que, sin limitaciones ni vagas reservas, nos entrega la verdad deslumbrada y deslumbrante de un ser, dueño absoluto y lúdico de sus sentidos y de lo que éstos le dan como noticia del mundo. Igual nos diga ella lo que piensa y siente ante la pintura de Vlady, la escultura de Rodin, la persona y la obra de Buñuel, la novela Rasero de Francisco Rebolledo, o lo que cada día le dicen las flores, los frutos de la tierra, los paisajes y las noches de sueño o de fiesta erótica que guarda amorosamente en su memoria, lo que Mercedes Iturbe entrega a sus lectores es la noticia de su estar en la Tierra y lo que esto le deja como razón para seguir viviendo.

Esta ardua y gozosa confesión está hecha sin el menor artificio literario, sin la menor malicia de artesano de las letras. Llega a nosotros tan directa y plenamente como nos llega en los sueños la presencia viva de seres, paisajes e incidentes de los que destila la más honda verdad de nuestra existencia. Por cierto que lo que encuentro particularmente revelador en estas páginas es la sabia frecuencia del universo onírico, en donde la autora se muestra siempre dueña y maestra de las más secretas claves que allí se revelan a quienes saben descifrarlas con la inocencia y lucidez de nuestros abuelos en las cuevas de Altamira o, más tarde, en los muros de Creta. De allí se desprenden también, dictadas por la autora con vidente acierto, algunas reflexiones sobre la muerte que se me antojan como una especie de mensaje final destinado a darnos el lugar que nos pertenece en el tránsito fugaz de nuestros días.

A los futuros lectores de Espíritus cómplices, sólo me resta decirles que les espera la sorpresa de un encuentro inusitado en los tiempos en que vivimos y en nuestro equívoco continente de los siete colores, como un día quiso bautizarlo Germán Arciniegas. Y, para terminar, un dato ideal para iniciar la lectura de este libro: la autora ha tenido la astuta previsión de iniciar su obra con el texto que tituló ''Raíces" en donde, con singular acierto expone bellamente cuál es su entrañable relación con este planeta que en buena hora la aloja.

 

* El libro Espíritus cómplices, de Mercedes Iturbe, será presentado mañana a las 20:00 horas en el café-bar Las Hormigas (Alvaro Obregón 73, colonia Roma) por Alvaro Mutis, Francisco Rebolledo, Fabienne Bradu, Manelick de la Parra y la autora.