La Jornada jueves 11 de febrero de 1999

Astillero Ť Julio Hernández López

El narcotráfico es un tema esencial de la política mexicana y de su estructura de poder. Sus redes alcanzan ya todos los niveles de la vida pública. Los ríos de dinero que provienen de esa actividad irrigan la campiña política. Los intereses mafiosos establecen compromisos con los hombres de poder. Y, con su cauda de compromisos y pactos, la violencia política ha llegado también a establecer su signo de muerte por doquier, candidatos presidenciales incluidos.

Es tanta la fuerza económica y política del narcotráfico que, hoy, retirar de la circulación el capital y la fuerza de esa actividad resultaría imposible. El colapso económico sería inevitable en una realidad como la que se vive en ciertas regiones del país. En algunos lugares los mexicanos sobreviven gracias a los envíos de dólares de los emigrados a Estados Unidos; en otros, en muchos otros, a altísimos niveles inclusive, la actividad económica es sobrellevada merced al dinero sucio, a los capitales recién lavados y recién inyectados al flujo cotidiano de los negocios.

Hay quienes aseguran, en ese contexto, que la estabilidad de México depende de esos dineros, de esas actividades. Y que en Estados Unidos lo saben, lo entienden, con un pragmatismo obligado. Y que, entonces, los jaloneos verbales, las pirotecnias discursivas son meros recursos distractores destinados al mundo de las apariencias.

Deshojando la margarita de la certificación

Pero, mientras tanto, en Estados Unidos se ha montado de nuevo el espectáculo de la guillotina llamada certificación. Los legisladores de aquel país juegan a llevar a la máquina de muerte a quienes no colaboran adecuadamente a evitar que llegue a ese país norteño la enorme carga de drogas que sus connacionales consumen alegremente por doquier y a la cual, a esa carga, deben también ellos su propia estabilidad.

Y los mexicanos jugamos nuestra parte. Anunciamos planes de combate al narcotráfico como en los pueblos de antaño las novedades de las ferias. Y nuestros personajes públicos acuden al país vecino para tratar de convencer, de explicar. No queremos ni aceptamos la certificación, pero hacemos todo para merecerla, y nos colocamos medallitas de buena conducta para que a la hora de pasar frente al enérgico preceptor le causemos una buena impresión.

Don Francisco Labastida Ochoa dialoga en Estados Unidos con otros hombres del poder. Y el zar estadunidense antidrogas, Barrey Mc Cafrey, defiende a México y ensalza los logros conseguidos y la buena conducta desarrollada hasta la fecha. Mientras tanto, en tierras sinaloenses, el hermano del secretario de Gobernación vive un episodio lamentable, de violencia, de agravio, acaso de advertencia, de amenaza.

Un caso de tantos

No es ninguna novedad que haya indígenas en Chiapas que son detenidos, torturados e incomunicados, sin que por ello se castigue a nadie.

Tómese por tanto la presente nota como una contribución más al libro de las impunidades y de los horrores cotidianos. Nada pasará, como siempre; la estructura institucional protegerá a los violadores de los derechos humanos, como siempre; pero a veces es imposible evitar el dejar, cuando menos, unas líneas en las que se deje constancia del sufrir diario de nuestros hermanos indígenas.

Daniel y José Angel Gómez Velasco, indígenas tzeltales, fueron detenidos el 6 de febrero a las 10:30 horas en el retén militar de La Península, municipio de Ocosingo. Quienes detuvieron a los indígenas, según el chofer de la camioneta en la que viajaban éstos, fueron policías de Seguridad Pública y soldados del Ejército.

Denunciados los hechos ante el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, el 9 se inició una investigación que, como siempre, mostró las complicidades estructurales del aparato mexicano de justicia: Nadie sabía nada de los detenidos, ni en la delegación estatal de la PGR, ni en la Procuraduría de Justicia estatal, ni en la Policía Judicial de la localidad, ni en la agencia del Ministerio Público Federal, ni en el ayuntamientoÉ

Si acaso, el agente del Ministerio Público de Ocosingo aceptó ese mismo día 9, alrededor de las 16:30 horas, que los indígenas habían estado bajo su control, pero afirmó que el tiempo disponible para la investigación había terminado y que ya no sabía el paradero de los señores Gómez Velasco.

Luego, alrededor de las 19:55 horas de ese mismo 9, se produjo uno de esos milagros que sólo pueden suceder en México. Pues sí, los indígenas estaban en los separos de la delegación de la PGR, sujetos a la autoridad del agente del Ministerio Público Federal, que había sido una de las oficinas previamente visitadas en el peregrinar de la gente del Fray Bartolomé de las Casas .

No deja de ser una bendición que, aún así, hayan aparecido los indígenas Gómez Velasco. Habían sido vendados, torturados e incomunicados, pero finalmente la presión de los defensores de derechos humanos obligaron a las autoridades a reconocer que existían esos seres humanos y a sacarlos de las mazmorras clandestinas para sujetarlos a un proceso judicial. Golpeados y vejados, cuando menos no fueron desaparecidos. Podrán seguir viviendo para ver a sus verdugos paseando tranquilos por las calles, y a sus jefes pronunciando discursos de civilidad y de respeto a las leyes.

Un caso de tantosÉ

Amalia, en pie de lucha

Los seguidores de Amalia García hacen cálculos interesantes respecto a las posibilidades reales de triunfo que tiene la senadora zacatecana. Contra la percepción de que hay una línea superior, estructural, a favor del hidrocálido Jesús Ortega, se da una firme lucha de los promotores de Amalia en la que, según los datos y resultados que tienen a la mano, ésta tendría una colocación cada vez más favorable en la preferencia de los delegados.

La postulación de Amalia ha ido encontrando un ambiente cada vez más propicio, en la misma medida en la que los perredistas toman mayor conciencia de la terrible batalla que deberán librar en el 2000, cuando el partido del sol azteca llegará a su punto más alto en cuanto a las posibilidades de llegar al poder pero, también, al mayor riesgo de divisiones, escisiones y desánimo en caso de ser derrotado.

A Amalia le reconocen su capacidad de análisis, la visión estratégica, la vocación en favor de alianzas triunfadoras y el jalón electoral que ofrecería un partido al tener como dirigente a una mujer inteligente y capaz.

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