n Participan 235 galerías de 30 países
Arco, magno escaparate que
alcanza su mayoría de edad
n Escasa, la obra vanguardista; se pone énfasis en la moda: Calvo
José Garza, especial para La Jornada, Madrid, 10 de febrero n La Feria Internacional de Arte Contemporáneo (Arco) cumplió este miércoles la mayoría de edad al inaugurarse la decimoctava versión de este magno escaparate que exhibe, en vísperas del nuevo milenio, los signos del fin del arte en el contexto en el que se ha entendido durante los últimos siglos.
Instalada en un par de pabellones del Parque Ferial Juan Carlos I, Arco tiene el cuerpo de un enorme laberinto: cuartos, módulos y salas montadas por 235 galerías de 30 países con cuadros, esculturas, instalaciones y objetos de más de un millar de artistas representativos de la segunda mitad de este siglo, prevaleciendo la producción reciente caracterizada por soportes que despojan al arte de convencionalismos y que, al mismo tiempo, lo arropan de vientos de desconcierto.
''Esto es sensacional", aparece una y otra vez como inscripción en el óleo Amor con Liquirizia Confettata que, del mexicano Julio Galán, ofrece en 45 mil dólares la galería parisiense Thaddaeus Ropac. Luego siguen las presencias artísticas de los países nórdicos, de la Europa del Este. Y están los que deben, las señeras de casa: Chillida, Tàpies, Saura. Y los alemanes: Penck, Baselitz, Immendorff. Y los italianos: Clemente, Paladino. Y luego infinidad de obra de autores de todos los países y todavía desconocidos en el ámbito internacional, pero que coinciden, se parecen: fotografías manipuladas, videoinstalaciones que abordan la vida cotidiana, la identidad sexual, a lo cual no están ajenos algunos representantes mexicanos como Yoshua Okon y Miguel Calderón, del colectivo La Panadería, presentes en una de las secciones más innovadoras, Project Rooms. (De hecho, la feria dedica un amplio espacio a la producción electrónica como germen de una estética que podría definir el arte durante el arranque del próximo siglo).
Perder autoridad moral
México está representado tanto en el área de exposición en general como en secciones específicas como Project Rooms Latinoamérica ųentre cuyos curadores destaca la presencia del mexicano Guillermo Santamarinaų por las galerías Art & Idea, Nina Menocal, OMR y Sloane Racotta, que traen artistas como Damián Ortega, Manuel Rocha y Francis Alys.
Durante seis días, Arco ofrecerá actividades como mesas de debate con más de 80 teóricos del arte, entre los que figuran mexicanos como Osvaldo Sánchez, director del Museo Carrillo Gil, y Patricia Mendoza, directora del Centro de la Imagen. Este jueves inicia la polémica como la que abre ųal ser abordado en un recorrido por los pasillos de Arcoų el crítico de arte español y escritor del suplemento cultural Babelia del diario El País, Francisco Calvo Serraller.
ųLas ferias son muy complicadas para lograr conclusiones desde el punto de vista artístico ųdice Calvo Serrallerų. Y es que fenómenos como Arco son peculiares porque han transformado lo que originalmente es, o debiera ser, una feria en una cosa distinta que no sabemos bien qué es, una especie de extraño festival artístico en el que uno encuentra cosas que no se suelen hallar en otras ferias. Arco es una especie de museo y feria de instituciones políticas y tiendas de decoración.
ųƑEs aventurado considerar sintomático lo que aquí se ofrece con el arte actual?
ųLo que exhiben las galerías es un poco lo que está internacionalmente de moda ųseñala Calvo Serrallerų. En Arco hay poca obra de las vanguardias históricas y un énfasis en la moda. El siglo XX cierra con una tremenda confusión (en términos artísticos); el arte tiene crisis de identidad no sólo en su orientación material sino un poco en el papel que juega en la sociedad. Tengo la sensación de estar en un fin de milenio y en un fin del arte.
''Emergen cosas confusas para definirlas, aunque indudablemente este predominio de la imagen mecanizada, en fotografía y video, suplanta la pintura. Ignoramos lo que ocurrirá con estas posibilidades de la tecnología, quizá vayamos a una nueva definición de lo artístico.''
ųƑLe provoca tristeza este panorama?
ųNo. Simplemente creo que dentro de esta crisis, esta confusión, el arte pierde un poco de autoridad moral. Y es que hablando de Arco, una feria que se presenta como protagonista de vanguardia, algo insólito cuando antes uno asistía a las vanguardias en la Documenta de Kassel.
Renacimiento del arte francés
Esta versión de Arco acoge la presencia de Francia como país invitado y representado por 20 galerías que han sido seleccionadas, a manera de curaduría, por Nicolas Bourriaud, crítico y editor de la revista Documents sur Aİ Art, quien ha procurado demostrar la existencia de un nuevo french touch, con gran dinamismo internacional y modos de producción y difusión vigentes, es decir, una escena francesa de la que podrán echarse de menos los grandes nombres de las vanguardias históricas.
ųLa particularidad de la nueva escena artística de Francia está en la coherencia colectiva ųexplica Bourriaudų. El arte francés es conocido desde los años sesenta por sus individualidades como Buren, Boltanski y Annete Messager. Sin embargo, Francia registra un movimiento de una producción más colectiva.
ųNo obstante la celebridad como cuna de vanguardias, Francia sufre cierto desdén en cuanto a la valoración del escenario artístico que ofrece desde hace décadas. ƑQué ocurre en su país?
ųLas cosas cambian ųdice Bourriaudų. Los artistas jóvenes son más conocidos en el mundo porque son más internacionales en su cabeza, de tal forma que la riqueza del arte francés actual no es francesa: hay artistas de otras nacionalidades que participan. Así, las galerías francesas reunidas en Arco dan testimonio de la vitalidad de un escenario artístico que conserva el buen gusto de no anunciarse como ''nacional" y de no basarse en reflejos de identidad.
ųƑSe fragua en Francia un renacimiento vanguardista?
ųLa palabra vanguardia me molesta. La sociedad entera es sumamente experimental, por lo que no podemos reservar exclusivamente este concepto al arte. Por otra parte se ha llegado a repetir, hasta la saciedad, que las galerías francesas no cumplían con sus objetivos y no conseguían imponer la presencia de los artistas franceses en el extranjero; artistas que, en cualquier caso, no existían, puesto que se daba por hecho que no sucedía nada nuevo desde los años sesenta.
''Sin embargo, creo que el renacimiento del arte en Francia, que no se caracteriza por una moda particular o por una etiqueta comercial claramente visible, proviene de la inmensa apertura de espíritu y de la curiosidad de los galeristas y de un internacionalismo muy activo que ha provocado, desde los años ochenta, un contexto francés más emocionante.''