Reuters, Ap y Afp, Washington, 11 de febrero Ť El presidente Bill Clinton no será destituido ni recibiría una censura legislativa este viernes por su conducta al tratar de encubrir sus relaciones extramaritales con Monica Lewinsky, y tendría ánimos de vendetta contra sus acusadores, por lo que el Partido Republicano denunció hoy que el mandatario ``desea un legado de venganza y rencor contra aquellos que se atrevieron a decir la verdad''.
El Senado culminó el jueves el tercer día de deliberaciones a puertas cerradas y este viernes se realizará la votación sobre las dos acusaciones contra Clinton: perjurio y obstrucción de la justicia. Para declarar culpable al presidente de los dos cargos se requiere que 67 senadores voten a favor, lo que no sucederá, ya que por lo menos tres republicanos (con una mayoría de 55 votos en la Cámara alta de 100) anunciaron que exonerarán a Clinton.
Así, la parte acusadora (una delegación de la Cámara de Representantes) sólo puede conservar la esperanza de una mayoría simple (51 votos) para al menos una de las acusaciones presentadas contra Clinton.
Sin embargo, parece casi seguro que ninguno de los dos ``artículos de destitución'' obtendrá la mayoría simple de votos en el Senado. Pero tampoco habría algún tipo de sanción contra el presidente, ya que los legisladores de ambos partidos no se pusieron de acuerdo en una censura contra Clinton.
Muchos republicanos sostienen que la iniciativa demócrata es inconstitucional y además la califican de maniobra política. Los demócratas informaron este jueves que tratarían de forzar una votación post-juicio en el pleno del Senado y que si fracasaban, redactaría una declaración de crítica contra Clinton por su comportamiento en el escándalo.
Con la censura, los demócratas tratan de hacer entender que no están actuando como cómplices del presidente. ``Las fechorías (de Clinton) en esta sórdida epopeya no justifican hacer de él el primer presidente que sea destituido de su cargo en nuestra historia'', declaró el senador demócrata Joseph Lieberman.
``Nadie, ningún senador en esta Cámara ni persona alguna en este país, mirará a este presidente de la misma manera nuevamente'', lo secundó su colega Dick Durbin, tras informar que votaría por exonerar al presidente de los dos cargos.
El plan de la venganza
Y con este panorama comenzó otra polémica. El diario The New York Times publicó este jueves que Clinton habría prometido vengarse de la ignominia del procedimiento de destitución y pondría todas sus energías para revertir la mayoría republicana en la Cámara y castigar a los ``fiscales'' que hicieron campaña contra él.
De acuerdo con el diario, que citó fuentes allegadas a Clinton, el presidente habría prometido comenzar, inmediatamente después del fin del proceso, una amplia ofensiva.
Las reacciones republicanas no se hicieron esperar. Clinton ``quiere ser recordado como el hombre que derrotó la adversidad, que se salió con la suya. Pero más que eso, desea un legado de venganza y rencor contra aquellos que se atrevieron a decir la verdad'', declaró el presidente del Comité Nacional Republi- cano, Jim Nicholson.
Para el líder de la mayoría republicana en el Senado, Trent Lott, ``es muy preocupante que el presidente considere que el fin de este proceso constitucional sea la ocasión para vengarse''. El presidente ``declaró una vendetta personal contra los fiscales'' de la Cámara, sostuvo uno de ellos, Chris Cannon, quien añadió: ``he aquí el colmo de la arrogancia''.
No obstante, la Casa Blanca destacó que la mayoría de los 13 representantes que actúan como fiscales en el juicio están en distritos políticamente seguros y que fueron reelegidos fácilmente en noviembre pasado. ``No puedo pensar en una estrategia peor y más idiota que escoger blancos políticos con base en si fueron fiscales legislativos o no'', declaró el portavoz Joe Lockhart. ``Creo que somos algo más inteligentes como para hacer eso'', agregó.
Con todo, Lockhart admitió que Clinton impulsará una fuerte campaña para que los demócratas reconquisten la mayoría en la Cámara de Representantes durante las elecciones del año 2000. ``Teniendo en cuenta la débil diferencia (entre la cantidad de demócratas y republicanos) que existe en la Cámara, es probable que los demócratas estén en condiciones de retomar el control. Es el objetivo del presidente, y consagrará a él mucha energía'', indicó.
Mientras el vicepresidente, Al Gore, envió su primera carta de campaña, acusando indirectamente a los republicanos por haber lanzado el procedimiento de destitución contra Clinton. ``Consideren la alternativa que está ante nosotros: ¿va a sucumbir nuestra nación a las fuerzas de la división, del extremismo y de la destrucción personal que amenazan con hundir a Washington en el momento en que escribo?'', se preguntó Gore en la misiva.