Pablo Gómez
Robo

El PRI trata de robar la gubernatura de Guerrero. Ante los ojos de todo mundo realizó una de las compras de votos más grandes de la historia, lo cual es ya decir mucho en México. Durante semanas se dedicó a una minuciosa tarea consistente en entregar despensas, cemento y otras muchas cosas necesarias para la gente pobre a cambio del control sobre la credencial para votar, así como a atemorizar con que serían suspendidos los programas asistenciales del gobierno federal si la gente no votaba por el partido oficial.

La campaña electoral del PRI en Guerrero estuvo carente de programas y convocatorias, pues la esperanza en retener la gubernatura se depositó en el gran agregado del voto comprado, tan grande como todo el sistema clientelar y caciquil permanente sumado a los votos obtenidos de los adversarios del PRD, panistas incluidos.

El PRI jamás hubiera tenido mucho más de la mitad de los votos que le atribuyen las autoridades electorales, sin la compra de sufragios en poblados y rancherías donde habita la gente más empobrecida. El cambio político en Guerrero está maduro, lo que significa un cambio de régimen político y no cualquier cosa, por lo cual el viejo Estado convertido en partido político, con el Presidente de la República a la cabeza, hizo el supremo esfuerzo para detenerlo mediante el uso de recursos públicos en forma delincuencial y alevosa.

La cuestión de fondo estriba también en que, de las sucesivas reformas electorales realizadas en el país, el problema de la compra de votos no se ha tocado. El Estado-partido perdió el control sobre los organismos electorales, lo cual implica la imposibilidad de realizar la vieja alquimia que le proveía de millones de votos en todo el país de la manera más sencilla, pero retuvo en sus manos el dinero del erario y la total impunidad para gastarlo en la compra de votos.

Aunque el sufragio del pueblo sólo se puede comprar en los lugares más pobres y atrasados, éstos son muchos en el país, pues una de las características principales de México es la permanencia y el empeoramiento de la pobreza extrema en grandes regiones.

Lo ocurrido en Guerrero es la mayor amenaza para la paz interior del país, pues genera indignación popular y anuncia la misma receta en el estado de México y en otros lugares donde habrá elecciones próximamente. El PRI no podía comprar demasiados votos en Baja California Sur, como no lo puede hacer en otros estados donde también lo intenta, pero sabe que en muchas entidades no sólo es necesario sino posible y se prepara para hacerlo como en Guerrero, siguiendo las enseñanzas de ese prócer del priísmo restaurador que es Madrazo Pintado.

La necesidad de reformas electorales continúa presente en el país, no solamente para otorgar libertad a los actores políticos, sino principalmente para evitar la compra del voto. Si este problema no se resuelve pronto, todo lo que se ha hecho en esta materia rodará por la borda y la restauración autoritaria no sólo será una posibilidad sino una realidad: la diferencia en las elecciones del año 2000 la puede determinar la compra de votos, lo que daría el triunfo al PRI con el consecuente deterioro de la situación política nacional y el inmenso riesgo de la violencia.

Las oposiciones deben unirse firmemente para lograr la cancelación de la compra de votos. Si el PAN persiste en privilegiar su alianza con el presidente Zedillo será responsable por igual de la compra de sufragios, aunque él no lo haga directamente.

Es en verdad lamentable que un diputado con la responsabilidad política de Medina Plascencia declare con toda su cara que entre un ``candidato loco'' (el del PRD) y otro ``corrupto'' (el del PRI) muchos panistas de Guerrero prefirieron al segundo; es decir, ahora se puede justificar en el PAN hasta el apoyo de la corrupción.

No debería de jugarse con fuego ni desoír las advertencias. Aunque el gobierno culpará al PRD de cualquier expresión de rechazo al fraude electoral que devenga en violencia, la verdad es que ese partido no promueve la confrontación física. Si el PAN tolera el fraude cuando no lo siente en carne propia, entonces no es un partido democrático y, en cambio, será responsable de todos los fraudes, incluso aquellos que le afecten.

En Guerrero es necesario detener hoy lo que mañana puede ser la gran regresión política nacional.