Acapulco, Gro. Cae el sol a plomo en el corazón del puerto.
Han pasado 40 horas de las votaciones y Félix Salgado Macedonio hace su primera aparición pública aquí que, como nunca en la historia de otro centro urbano del país, se tiñó de amarillo y negro.
El candidato de la coalición PRD-PT-PRS había convocado a una conferencia con la prensa, que medio millar de sus seguidores convierten en un mitin de protesta por el ``robo'' sufrido en los comicios del domingo 7.
La gente está prendida. Unas decenas llevan mantas con epítetos contra Televisa y TV Azteca, a las que acusan de desinformar en beneficio del PRI. Otros más arengan al candidato: ``Vamos a tomar Palacio de Gobierno, vamos a iniciar la lucha contra el fraude''
Félix pide cordura. Y luego de quince minutos de persuasión regresa a su estilo rupestre:
``Hay que aprender del sapito y la rana. Una vez había un sapito que quería cruzar una vía, porque vio del otro lado a una ranita. Se atraviesa, pasa el tren y le corta la cabeza. Nosotros no vamos a perderla por dos nalgas negras''.
Termina el mitin. La gente festeja la puntada, porque alude al priísta René El Negro Juárez Cisneros. Pero su irritación no amaina.
Aquí y en Chilpancingo unos hablan de iniciar -como hace tres años- una resistencia civil. Otros proponen una huelga de pagos de impuestos, como la que hizo Zeferino Torreblanca. Muchos extrañan al diputado costales que en 1993 pasó casi cinco meses en plantón frente al Palacio de Gobierno e impidió que Rubén Figueroa entrara a su oficina.
Detrás de la tibieza de Félix está la decisión de Andrés Manuel López Obrador de no propiciar un febrero caliente en Guerrero, tierra bronca de por sí.
Una determinación que en las filas del perredismo guerrerense causó desaliento en algunos grupos y que en la directiva nacional tampoco ganó apoyos unánimes.
La facción radical está encabezada por Porfirio Muñoz Ledo, coordinador de los diputados y ahora encarrerado aspirante a la candidatura presidencial.
``Todo México está pensando que cambiamos Baja California Sur por Guerrero. Que no se nos olvide lo que pasó con el PAN en el sexenio de Salinas. No caigamos en el modelo de las concertacesiones. Vamos a fondo, hasta que caiga René Juárez'', dijo Muñoz Ledo en la última sesión del CEN perredista.
La disyuntiva, pues, está planteada.
Pero en el camino López Obrador ha dado muestras de dudar. En su cálculo están los costos que acarrearía al PRD volver a ser asociado con una imagen radical y violenta.
El cuadro se complica ante la advertencia de los grupos armados que operan en la entidad, los cuales amenazaron con reanudar hostilidades si se comprueba que hubo fraude en los comicios.
El jefe de campaña
En noviembre de 1998, cuando Andrés Manuel López Obrador anunció que él se haría cargo de coordinar de la campaña en Guerrero, las reacciones fueron de la risa a la incredulidad. Se sabía que Félix no había sido el candidato de López Obrador.
El tabasqueño cumplió y programó una campaña ``de dos frentes'': el formal, que llevó Félix, y el ``real'', a su cargo.
Así, entre noviembre y diciembre pasó por lo menos 20 días en distintos puntos de la entidad. En esa etapa -recuerdan dirigentes locales- se metió a hacer ``trabajo de cepa'': tomó a su cargo las Brigadas del sol, estableció las líneas de trabajo para organizar la estructura electoral y definió la estrategia de promoción del voto.
En la recta final emprendió una agresiva campaña de medios, que lo hizo visitar casi todas las estaciones de radio en los principales centros urbanos (Taxco, Iguala, Zihuatanejo, Acapulco, Chilpancingo), también en las televisoras.
La presencia de López Obrador marcó la diferencia y provocó una virulenta reacción del aparato oficial.
Tan sólo en enero, el presidente Zedillo estuvo seis veces en la entidad; se redoblaron los operativos de reparto de materiales de construcción y herramientas de trabajo en las zonas rurales, así como las amenazas a campesinos de que perderían programas como Procampo o Progresa si votaban por el PRD; los candidatos priístas -y muchas veces empleados del gobierno- distribuyeron despensas del DIF...
Y se emprendió una grosera campaña de desprestigio contra Salgado Macedonio, que incluyó la distribución de panfletos y spots radiofónicos que alertaban a la población de los riesgos de votar ``por un loco'' y la circulación de impresos -como los de Antorcha Campesina- en los que se denunciaba ``el mal gobierno'' de Cuauhtémoc Cárdenas.
La respuesta perredista fue rápida y efectiva. Las Brigadas del sol distribuyeron medio millón de panfletos que exponían las obras realizadas por el jefe del gobierno capitalino... y se desplegó una estrategia ``caza-despensas'', con López Obrador al frente.
Un momento culminante sucedió el 26 de enero, cuando la diputada Clara Brugada y López Obrador denunciaron en Acapulco la distribución de las despensas del DIF en la campaña del priísta y lograron la promesa de Esteban Moctezuma de suspender los pagos del Progresa.
Pero éste no se detuvo. En los últimos días de campaña, los perredistas decomisaron media docena de tráilers, cargados de despensas y cemento.
El colmo se dio en La Montaña, donde López Obrador repartió las despensas priístas... e hizo proselitismo en favor de su candidato.
La semana previa a la elección, López Obrador estuvo de tiempo completo en Guerrero.
Pasada la elección, muchos perredistas reclaman la presencia de López Obrador para que encabece la lucha poselectoral.
El día D
Domingo 7, en Iguala. Desde muy temprano, en la casa de Félix Salgado hay más de un centenar de personas que esperan del candidato. Hay nerviosismo, porque El Toro -como ahora le dicen a Félix- no llega.
A las diez, aparece el senador. Se ve agotado y nervioso. Luego de votar, Félix comenta que eventualmente aceptaría su derrota si los resultados no le fueran favorables. En los próximos días le recordarán -hasta el cansancio- esa declaración.
De Iguala viaja a Chilpancingo y se concentra en su centro de campaña, donde recibe reportes de las casillas especiales que ya cerraron en Chilpancingo, Acapulco y Zihuatanejo. Todas ganadas por la coalición con márgenes holgados.
``Ya hay que ir instalando la Comisión de Enlace'', bromea.
Pero sigue nervioso.
A las tres y media se va a comer sin tener noticias de Andrés Manuel.
A esa hora, el dirigente nacional del PRD termina un recorrido por la Costa Chica. Llega a Chilpancingo cerca de las seis. Lleva bajo el brazo un reporte de un conteo rápido, elaborado por la Fundación Rosenbleuth, que le da ocho puntos de ventaja a su candidato.
Se instala en la casa de Humberto Zazueta, secretario de Derechos Humanos del CEN, convertida en un pequeño laboratorio de informática.
Allí ocurre el drama. A las 18:00 horas, TV Azteca difunde en red nacional los resultados de su exit-poll, el cual coloca a Félix con once puntos de ventaja, y se echa encima a Carlos Rojas y al PRI.
Los perredistas habían citado a conferencia de prensa a las 20 horas. Según la estrategia de López Obrador, a esa hora serían difundido un ``conteo superrápido'' con tendencias ganadoras. Pero se les cayó el sistema.
En la casa de Zazueta, López Obrador pasaba del triunfalismo al desánimo. Los reportes -inicialmente favorables- paulatinamente empezaron a coincidir con los resultados del Programa de Resultados Electorales Preliminares (Prep) del Consejo Estatal Electoral, que daban una ventaja de 8 mil votos al PRI.
Mientras transcurría la jornada electoral, Leticia Ramírez y Humberto Zazueta, secretarios de Organización y Derechos Humanos del CEN perredista, aceptan hacer un repaso de las opciones en ciernes:
Que Félix ganara y el PRI lo reconociera. Lo podría propiciar una llamada de felicitación del presidente Zedillo al candidato ganador.
Que el PRI arrollara. El PRD -sin posibilidades de impugnar- estaría obligado a reconocer su derrota de inmediato.
Que cualquiera de los dos candidatos ganara con una ventaja mínima. Habría tal polarización que ni Félix ni René Juárez podrían asumirse como gobernadores electos. Sobrevendría un conflicto poselectoral. Si la victoria fuera del PRI, el PRD estaría obligado a encabezar las protestas por el fraude.
Este escenario les espantaba.
``Los costos de imagen serían altísimos para el PRD ante la perspectiva del 2000, y con un riesgo alto de que se desatara la violencia... nos saldría carísimo'', resumió Ramírez.
Conferencia con la prensa después de las diez de la noche: ``Queremos actuar con mucha responsabilidad y tener todos los resultados y todas las actas para poder proclamar nuestro triunfo'', dice un López Obrador desencajado, quien augura que Acapulco decidirá la elección. ``Nos dará 40 mil votos (de ventaja) cuando menos''.
El pronóstico falla. La diferencia fue de 20 mil votos... justos los que le faltaron para ganar.
¿Vía legal o resistencia civil?
Lunes 8. A 18 horas de los comicios, en el centro de campaña, López Obrador tiene su última reunión con directivos locales y legisladores para avisarles de la nueva estrategia:
``No se aceptarán los resultados (del Consejo Electoral), pero se actuará por la vía legal. Vamos solicitar una revisión, casilla por casilla. Un grupo de abogados hará la revisión a fondo. ''.
Luego se plantará ante los periodistas, anunciará la gira que Félix emprenderá por todo el estado y acusará a Francisco Labastida de ser ``el mapache mayor'' del sistema, junto con Carlos Rojas.
Además de eso, llama la atención su deslinde sobre los actos que podrían realizar el EPR y el ERPI en los próximos días. ``No necesitamos la violencia, porque tenemos el respaldo del pueblo. No podemos responsabilizarnos de los actos de otras organizaciones''.
La postura del líder perredista no es del todo compartida por el perredismo local.
El diputado federal y líder indígena Marcelino Díaz de Jesús de plano se declara decepcionado de la indiferencia del coordinador de la campaña.
Al día siguiente, la polémica sobre la apuesta por la vía legal estallaría en el seno del Consejo Estatal del PRD, donde hubo un rosario de reclamos y exigencias a la dirigencia nacional y derivó también en reclamos al trabajo electoral.
Hasta los ex priístas que se integraron al partido, encabezados por Adrián Alarcón Ríos, ex alcalde de Eduardo Neri, se declararon dispuestos a ir a la resistencia civil para defender al ``gobernador del pueblo'' y hacer que tome posesión el 1 de abril.
En la ciudad de México también había controversias. En el seno del CEN perredista, el diputado Porfirio Muñoz Ledo alertaba a López Obrador sobre los costos que tendría para el partido, de cara a la elección presidencial del 2000, que se le identificara como otro concertacesionador.
El acuerdo de la directiva nacional del PRD fue el de hacer una evaluación hasta la próxima semana. El grado de movilización que desarrollen los grupos locales será indicador de la ruta.
En octubre de 1996 Andrés Manuel López Obrador inauguró su periodo al frente del PRD con las elecciones municipales de Guerrero. Esa vez se llevó 19, entre ellas la de Iguala. Pero se fue a las protestas en municipios donde le arrebataron el triunfo.
Era un periodo complicado. El EPR había aparecido en Aguas Blancas y había realizado acciones armadas. El ánimo de la población era totalmente contrario al gobierno.
Pero el tabasqueño impuso su estilo propio: nada de resistencia civil, que se agote la lucha legal hasta las últimas instancias. Si hay movilizaciones serán por cuenta propia, sin el aval del CEN.
Eran los tiempos en que pesaba la imagen del líder tabasqueño toma-pozos y marchista. A partir de entonces, empezó a desvanecerse.
Curiosamente, la última elección de López Obrador en la presidencia del PRD fue la de Guerrero, pero con un cuadro más grave que hace tres años.
¿Un conflicto poselectoral en Guerrero?
Es obvio que López Obrador no lo quiere. Pero la voz disidente del diputado Muñoz Ledo ha ganado simpatías entre los perredistas locales.
``Ir a fondo'' es lo que quieren muchos.
La estrategia que definió López Obrador es simple -``hay que ignorar al Consejo Estatal Electoral''- y se sustenta en la decisión de ese órgano de no confrontar las actas del PRI y del PRD ni permitir la apertura de los paquetes electorales.
Pero el camino es azaroso. El PRD descartó pedir la anulación total -que implicaría la idea de un fraude- y en lugar de eso fue por la ``limpieza'' del proceso en segundas instancias.
Pero los riesgos son considerables.
Hasta el jueves, los encargados del área electoral de la campaña no habían podido recolectar 100% de las actas de sus representantes de casilla (por eso, López Obrador nunca pudo cantar el triunfo de Félix ), y en las que tenían, José Barberán -el especialista en detección de mapaches- descubrió más de 300 casillas zapato por las que el PRI obtuvo más de 7 mil votos, pero también encontró que hay un número similar de zapatos del PRD. Las impugnaciones que busca acreditar el PRD buscan que el conteo de sólo 10% de las casillas sea cancelado, en la consciencia de que su votación también disminuirá... su previsión es que el PRI baje seis puntos, por tres de ellos, con lo que quedarían empatados.
Todo, para abatir la diferencia, de 1.9%.
La limpia
``Me volvió el color... negro y amarillo'', dice Félix Salgado al mediodía del miércoles 10.
Acierta en el comentario. En los últimos tres días tuvo que remar a contracorriente y combatir el ánimo derrotista de sus simpatizantes.
``Era un espectro de sepelio, de «ya perdimos, somos víctimas«. Se peleó, que es distinto...''.
Informado de que están sustentadas las impugnaciones que presentarán los abogados del PRD en los órganos electorales, Salgado Macedonio retoma la confianza y cree que es posible que le reconozcan como ganador de las elecciones del pasado domingo.
Tanta es su confianza que ordena el despliegue de mantas por toda la entidad con leyendas: ``Félix ganó. Limpieza electoral''.
En la disyuntiva de la confrontación abierta o el repliegue, prefiere asumirse como guardían de la estabilidad del estado.
``No nada más es mi responsabilidad, es de todos. Y sobre todo del presidente Zedillo''.
-¿Usted va a aguantarse?
-Así tiene que ser. Se trata de un asunto legal y jurídico, y allí vamos a dar el pleito. Lucharemos con coraje pero sin perder la cabeza.
-¿Qué pasará si no logra revertir el resultado?
-La gente tomará la decisión. Pero todavía mantengo viva la esperanza en que se limpiará la elección. Confío en que Zedillo no complique las cosas en Guerrero.
-¿Si hay toma de edificios?
-Será por la desinformación. Que quede claro que esta lucha es legal y pacífica.
Félix se resiste a adelantar qué hará si gana en los tribunales. Pero da una luz cuando dice que acudirá a foros internacionales.
Pero al clima de incertidumbre se sumaron dos hechos: la aparición de mantas y pintas en cuatro de los principales vialidades de Acapulco, con vivas al ERPI, al EPR y al EZLN, y exhortos ``a detener el fraude electoral y a defender la voluntad popular'', así como el asesinato del priísta José Luis Reveles por el perredista Onorio Castrejón Padilla, en Atoyac de çlvarez, luego de una discusión sobre el resultado electoral.
La tarde del miércoles 10, en la Alameda de Chilpancingo, se reúnen poco más de 2 mil personas. El programa de reuniones populares planeado por Félix Salgado y el CEN perredista inicia anticipadamente con esta concentración que derivará en un plantón ``permanente'' a las afueras de la Comisión Estatal Electoral, como medida de presión para los consejeros.
Félix pide ``firmeza y lealtad'' a sus seguidores, y compromiso para la lucha democrática. Y pone el dedo en la llaga:
``Viene la elección presidencial. Pero está en riesgo la estabilidad política y social de Guerrero. Ya no puede haber elecciones así, cuando le meten todo el dinero...''.
Al día siguiente, Salgado Macedonio inició con una marcha su Cruzada por la Dignidad y la Defensa del Voto en Acapulco. Seguirá con un recorrido que lo llevará a las cabeceras de las siete regiones.
Para no quedarse atrás, René Juárez Cisneros iniciará un recorrido ``de festejo'' por las siete regiones de la entidad.
Después de esas giras, se sabrá la suerte de Guerrero.
René Juárez Cisneros se ve a sí mismo como un vencedor por partida doble.
Hace cuatro meses se impuso en la contienda interna del PRI, a pesar de no ser el candidato del gobernador Aguirre, y en la constitucional superó a Félix Salgado Macedonio.
Es la mañana del lunes. En el hotel Jacarandas, el priísta se da tiempo para conceder algunas entrevistas -``estoy con el triunfo en la buchaca''- y de ver hacia adelante.
``Hay que hacer un esfuerzo para reconciliar, hacia adentro y hacia fuera. Y hay que trabajar rápido. Hay que buscar los puentes de comunicación más eficaces para entender que Guerrero tiene que ir sufriendo transformaciones profundas, pero a partir del respeto a la ley''.
¿Reconciliación ``hacia adentro''? ¿No sólo le preocupa la posibilidad de un conflicto poselectoral?
Juárez Cisneros se abre. Admite que la consulta priísta generó que no se asimilara su triunfo ``con la madurez debida'' entre ciertas ``expresiones dispersas'', por lo que un buen tramo de su campaña fue de operación Cicatriz.
Sabe que la pregunta alude al actual gobernador, pero disfraza la pugna.
``Nunca percibí que estuviera en mi contra... y nunca acumulo agravios, esa sería una actitud miope''.
-¿No hay riesgo de ingobernabilidad y de que venga un tercero? -se le pregunta.
-No. ¡Por favor! No existen ni en mi mente y mucho menos en el ánimo de los guerrerenses.
-¿Cree que se repita la historia de hace seis años?
-Ojalá y no. Lo que menos necesita Guerrero es eso.
-El estado tiene una amplia historia de gobernadores interinos, ¿cree que sea ese su destino?
-Espero terminar. Guerrero no necesita confrontación ni derramamiento de sangre. Espero que no haya un escenario que complique este proceso en los próximos días.
La situación que vive es atípica, pero dentro de lo normal, concluye.
``Son los retos de los nuevos tiempos. La circunstancia que enfrento es, en mucho, por la forma y la actitud. Muchos no están de acuerdo en mi forma de hacer las cosas. ¡Lástima, Margarito!, los tiempos son éstos y voy a ir cumpliendo exactamente lo que yo creo''.
¿De qué dimensión es el avance electoral del PRD en Guerrero?
La respuesta depende del cristal con que se mire.
Los priístas sostienen que los guerrerenses están con ellos y dan argumentos: en 60 de los 76 municipios se realizó la mayoría. De las siete regiones de la entidad, René Juárez Cisneros ganó en seis.
La gran derrota -conceden- ocurrió en Acapulco... pero allí, el PRI obtuvo 100 mil votos.
Los perredistas replican con contundencia:
Además de ganar el puerto -donde se concentra un cuarto de los electores guerrerense-, triunfaron en once -entre ellos los de Tlapa, Ciudad Altamirano, Ayutla y Teloloapan- de los 28 distritos locales.
Tan sólo en los seis ubicados en Acapulco, 68% de los votos fueron para el PRD. En otros seis, la diferencia de votos entre el PRI y la oposición fue menor a mil votos.
Se estrenan nuevas zonas de influencia perredista. Una de ellas es La Montaña, donde ganaron en Alcozauca, Maliná y Metlatónoc. En Chilapa, el PRD ganó en las zonas urbanas.
Pero en otras localidades -como Teloloapan e Iguala- perdió terreno. Y en Chilpancingo, pasó a segundo plano.
¿La región inexpugnable?
Es una franja de 59 municipios de la entidad (donde radica 35% de los electores) que están clasificados como de alta marginación.
Es en ellos donde se presentan los índices más altos de abstencionismo y de votaciones favorables al candidato priísta ... y donde se evidencia que funcionan la política de compra de voto, entrega de despensas y el reparto de cemento, láminas y otros productos.
De ese segmento, 33 municipios están considerados como ``de alto grado de marginación'' (los demás, de ``muy alta''), y en elecciones anteriores se presentó la constante de que a menos abstención, mayor votación para el PRD. En los comicios que antecedieron esta elección (los federales de julio de 1997), el PRI obtuvo 46% de los votos por 42% del PRD y 5.8% del PAN. Hubo un porcentaje de participación del 47%.
El domingo pasado, PRI y PRD prácticamente empataron (46-44). La diferencia es de 18 mil votos, apenas 1.9% El abstensionismo disminuyó en tres puntos.
En ambas elecciones, el porcentaje de votos nulos fue de 2%.
En 18 meses, el PRD y el PRD ganaron, cada uno, 110 mil votos nuevos en elecciones constitucionales.
Una referencia obligada: los procesos de ambos partidos para escoger candidatos que se dieron en septiembre pasado. El PRI logró que participaran en su consulta interna casi 360 mil votantes -apenas ganó 50 mil votos-, mientras que el PRD tuvo 175 mil en su proceso y brincó al doble en la constitucional.