La Jornada Semanal, dia de enero de 1999
Desde su primera versión, esta Bienal, auspiciada por el Museo de Monterrey, obtuvo amplio consenso no sólo en cuanto a la respuesta implícita en el número de candidatos a participar, sino que también se situó entre los eventos artísticos más importantes que se celebran en nuestro país. Ha merecido amplia atención por parte de los medios, y cada una de sus versiones ha contado con gran entusiasmo del público: artistas, críticos, curadores, galeristas, coleccionistas, etcétera la han seguido con sumo interés. Es una Bienal multidisciplinaria en cuanto abarca tres géneros: pintura, escultura e instalación. Con motivo de la actual versión que se inaugura en abril, se están revisando los lineamientos de las convocatorias que rigen hasta ahora, lo que redundaría en la inclusión de fotografía, video (que hoy queda amalgamado a las instalaciones), grabado, arte objeto, etcétera.
En sus inicios, siete personas integraban el jurado. Hoy día, tal y como acontece en otros certámenes, también muy concurridos (por ejemplo, la Bienal Tamayo y el recién instituido concurso Johnnie Walker) son cinco quienes dirimen la selección y realizan la premiación: hay tres premios, uno por rubro.
El museo recibió más de 1,500 expedientes. La convocatoria especifica que toda persona que cuente con una exposición individual y una participación colectiva, demostrada mediante documentos (el catálogo, la invitación a la muestra individual, notas de prensa, etcétera) puede participar, sin límite de edad. Esto último está bien: no hay por qué fijar límites, salvo si se trata de un concurso de arte joven, como los que se celebran a nivel nacional teniendo como sede inicial la ciudad de Aguascalientes. Lo que resulta inconveniente ya hoy son las exigencias, pues tratándose de un salón profesional, cuya importancia va rebasando fronteras, éstas son exiguas y el resultado es una especie de ``contaminación'' de propuestas que dificulta considerablemente el trabajo del jurado con todo y el ordenamiento preciso, la impecable atención, los recursos técnicos y el despliegue de eficiencia por parte del personal del museo. Sólo la revisión de las propuestas de instalaciones, que exigen, además de la consideración del marco teórico entregado por escrito, la revisión de videos, diapositivas, planos y diagramas, puede tomar 14 horas de trabajo continuo o más, toda vez que en la presente ocasión los candidatos a presentar instalaciones casi duplicaron su número. Tal cosa sucede debido a que existe la injustificada creencia de que cualquiera puede instalar algo, aunque sea el pesebre de una pastorela o los vestidos de su abuela colgados de unos percheros. La fascinación por el género (con todo y que cuenta con excelentes artistas que lo cultivan, de tiempo ha, en cualquier latitud) ha redundado en una trivialización que lo demerita, debido a la facilidad con la que se le incluye en acontecimientos culturales de variopinto relieve. Igual que con el arte objeto, lo que se logra es cancelar el eje reflexivo, conceptual y a la vez plástico que debe sustentar este tipo de productos; pues ciertos ámbitos (museos incluidos) pasan a convertirse de salones de arte en escaparates de objetos, que no tienen a veces ni el asidero tan socorrido de la nostalgia, por lo que es sólo la nostalgia de la nostalgia lo que funciona.
No obstante lo dicho, se prevé que los trabajos de instalación seleccionados con rigor por el jurado de esta Bienal, ofrecerán buen nivel. Digo ``se prevé'' porque los resultados aún no son visibles y ésta es la primera característica que ofrecen las instalaciones. Del dicho (del proyecto, por estructurado que se presente) al hecho concreto de su montaje, hay bastante trecho, salvo si se trata de artistas de reconocida trayectoria en este campo, y aún así... Teniendo en cuenta, dada la amplitud de respuesta que suscitó este rubro, que sólo aproximadamente un 10% de los proyectos fue seleccionado y que este género cuenta con el mayor espacio museográfico para cada participante, es de esperarse que quienes entraron en la selección lo dignifiquen al máximo.
No es que la selección de pinturas y esculturas carezca de ese tipo de riesgos: si se elige a través de diapositivas, como es el caso, de seguro habrá sorpresas en dos sentidos: hay obras que prometen mucho en fotografía y que pueden no alcanzar los niveles casi virtuales que la proyección depara. Lo contrario también puede darse, pero eso es cosa que no podrá comprobarse. Desde ahora es posible avanzar que la sección más débil de este concurso es la de escultura ¿por qué ocurre así? es cosa de meditarse en otra ocasión, de momento sólo puede aventurarse lo siguiente: debido a la anulación de fronteras entre géneros, la atención del artista se centra en una ``instantánea fijeza'' (término de Octavio Paz).