n Corrupción, trasfondo


Aún sin aclarar,

la renuncia por "motivos de salud" del procurador ruso

Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 14 de febrero n Yuri Skuratov, el procurador de Rusia durante los últimos tres años, enfermó de repente. Parecía sano y con ganas de concluir la investigación de algunos de los más sonados casos que han conmocionado a esta sociedad, como manifestó en una entrevista de televisión cuatro días antes de presentar su renuncia por "motivos de salud".

Su repentina dimisión, que aún debe ratificar el Consejo de la Federación (Cámara alta del Parlamento) ha generado infinidad de versiones --encontradas muchas de ellas, "interesadas" la mayoría, inverosímiles las otras-- sobre los motivos reales de dicha decisión. Víctima de por lo menos cuatro "fuegos cruzados", Skuratov resultó un mal político y no pudo resistir las presiones, excluyentes entre sí, de la Oficina de la Presidencia --encargada de cuidar los intereses de la familia de Boris Yeltsin--, del primer ministro Evgueni Primakov --enfrentado al magnate financiero Boris Berezovski--, de los líderes regionales --con sus propios "pendientes" ante la justicia-- y de la oposición, que no ha dejado de acusarlo de ineficiente y encubridor de la élite gobernante.

En ese contexto de choque frontal que ubicaba al procurador general como "el bueno" y "el malo" de la película al mismo tiempo, según quien mencione su nombre, no era difícil encontrar un pretexto formal para que el presidente aceptara su renuncia. Se han mencionado varios, poniéndose el acento en la falta de reacción de la procuraduría respecto a una marcha desafiante por las calles de Moscú de los neofascistas rusos, agrupados en la organización extremista Russkoye Natsionalnoye Edinstvo, la llamada unidad nacional rusa de Alexander Barkashov.

Un buen pretexto para desviar la atención de lo que parece estar detrás de la renuncia de Skuratov --la corrupción en los más altos niveles del Estado--, independientemente de quién la haya forzado. Razones, aunque diferentes, las tenían muchos. Que Skuratov recibió duras presiones no cabe la menor duda, al margen de si realmente, como se informó oficialmente, debió ser internado en el Hospital Central con diagnóstico de infarto.

Un colaborador cercano de Skuratov comentó a este corresponsal que el procurador general, hacia fines del año pasado, llegó a decir que ya estaba harto de las interferencias en su trabajo y que había pedido a Yeltsin, en el mejor estilo de la política mexicana, una embajada. La recaída de la salud del presidente, producto probablemente de un exceso de estimulantes que le causaron una aguda úlcera gástrica, dejó pendiente la petición de Skuratov.

Conforme se aproximaba la fecha de la reunión anual de la procuraduría, en que por tradición se hace el balance de la gestión del ejercicio anterior, Skuratov no podía limitarse a constatar lo que ya todos saben --que Rusia está perdiendo la lucha contra la delincuencia organizada y la corrupción-- e intentó reanimar algunos casos para amainar las críticas inevitables de que se haría merecedor. Hay quien sostiene que esas investigaciones, por cuanto afectarían intereses muy serios, no eran para Skuratov sino una carta adicional para poder repeler los ataques. Cauteloso como es, jamás se propuso llevar las cosas hasta sus últimas consecuencias: la detención de los implicados y su sometimiento a juicio.

 

Las investigaciones

 

Y aquí es donde Skuratov empezó a perder el control de la situación, las presiones fueron en aumento y se encontró en la renuncia por motivos de salud una salida aparentemente decorosa. Convendría mencionar algunos de los casos que ordenó investigar Skuratov semanas antes de su dimisión:

El affaire Berezovski. El magnate financiero, dado el controvertido origen de su fortuna y su obsesión por usar el kompromat (información sensible sobre aliados y oponentes como instrumento comprometedor para realizar negocios) se presta como candidato ideal para buscar poco y encontrar mucho. De no ser por el enfrentamiento de Berezovski con Primakov, la investigación del impresionante aparato de seguridad del magnate, registrado como empresa privada Atoll, se hubiera conocido en contadas oficinas del Kremlin. En cambio, se "filtró" a la prensa y todo el país supo que Berezovski estaba recabando, mediante ilegales intervenciones de líneas telefónicas y grabaciones con cámaras ocultas, datos delicados que involucraban a altos funcionarios e incluso a miembros de la familia del presidente.

La "filtración" vino como anillo al dedo a Primakov, si es que no fue --como se dice-- el servicio de espionaje que dirigió hace unos años el que hizo del dominio público los excesos de Berezovski. Parece claro que revelaciones de ese calibre hayan podido situar a Skuratov entre dos tipos de presiones para volver loco a cualquiera: Primakov, por un lado, exigiendo continuar y llegar al fondo en la investigación y la Oficina de la Presidencia, por el otro, ordenando lo contrario para evitar un escándalo y al mismo tiempo realizar cateos en todas las oficinas de empresas ligadas a Berezovski con el propósito de confiscar el material delicado. Esto último se hizo ya sin Skuratov al frente de la procuraduría y se comenta que los operativos, realizados en estos días, permitieron obtener maletas de documentos, casetes de video y cintas magnetofónicas.

La conexión suiza I. El semanario Argumenty i Fakty, en su edición más reciente se hace eco de un rumor atribuido a fuentes del más alto nivel en el sentido de que la procuraduría tuvo acceso a "materiales que de, forma directa o indirecta, involucran a la dirigencia del país". Por ejemplo, afirma el semanario, "información sobre la transferencia por parte del Banco Central de miles de millones de dólares al exterior, que no se podría haber realizado sin autorización superior, o sobre supuestos bienes raíces fuera de Rusia que se dice posee Tatiana Diachenko (la hija menor de Yeltsin)".

Según el semanario, el riesgo de que se "filtraran" lo que llama "los secretos de la familia" determinó la suerte del procurador general. Sin descartarlo del todo, un antecedente poco conocido pone en entredicho esta interpretación: quienes han hecho un seguimiento cotidiano de la prensa rusa en los últimos meses, aseguran que Argumeny i Fakty no hizo ninguna revelación, más bien reprodujo una variante desempolvada --y por supuesto desmentida-- de la versión que publicó el tabloide amarillista Express Gazeta, en septiembre del año pasado.

La conexión suiza II. Mucho se ha hablado estos días también de la investigación conjunta de las procuradurías rusa y suiza en torno a los exitosos negocios que realiza en Rusia la empresa constructora Mabetex SA, que tiene su oficina principal en Lugano. Esta empresa se ha beneficiado de jugosos contratos en el área de la reconstrucción y modernización de las sedes del gobierno ruso, la Duma, el Consejo de la Federación y el propio Kremlin.

Además ha llevado a cabo proyectos en sociedad con la muy poderosa Upravleniye Delami (Administración), pieza clave de la Oficina de la Presidencia y cuyo director general, Pável Borodin, reporta directamente al presidente Yeltsin. El más reciente fue la inauguración de un hotel de cinco estrellas en un lugar muy céntrico de Moscú, renovado por Mabetex SA.

La omnipresente señora Carla del Ponte, de acuerdo con la prensa suiza, sufrió una gran decepción al enterarse de la renuncia de Skuratov. Según las mismas fuentes, teme que ya nunca pueda obtener evidencias para sostener que los éxitos de Mabetex SA en Rusia no se explicarían sin el recurso del soborno, que de demostrarse serviría de paso para confiscar las cuentas de uno que otro alto funcionario ruso.

La verdad es que la experiencia de colaboración de las procuradurías rusa y suiza no ha sido muy afortunada. ƑCómo se explica, por ejemplo, que la justicia helvética haya absuelto de toda culpa a Serguei Mijailov Mijas, a quien la prensa local considera el "padrino" de la mafia de Solntsevo? Entre otras cosas, porque la procuraduría rusa no aportó mucho que digamos y, según se dice, un político de primer nivel mantiene estrechas relaciones con Mijailov, catalogado ahora de respetable empresario.

La corrupción en el Banco Central. Poco días después de su renuncia, se hizo del dominio público una carta de Skuratov al presidente de la Duma, Guennadi Selezniov, en la cual denuncia que el gobernador del Banco Central firmó en 1993 un acuerdo secreto con una poco conocida empresa Fimaco, registrada en las Islas del Canal, archipiélago cercano a las costas de Normandía, con un capital de sólo mil dólares, para "el manejo de los recursos financieros del país". En cinco años de operación, por la tal Fimaco pasaron 37 mil 600 millones de dólares, 10 mil millones de marcos alemanes, 380 mil millones de yenes japoneses, 12 mil millones de francos franceses y 862 millones de libras esterlinas. No se escaparon de la jineteada ni las reservas federales ni tampoco los créditos del Fondo Monetario Internacional. La denuncia involucra al actual gobernador del Banco Central, Viktor Geraschenko, quien fue el que suscribió el convenio en 1993 y a Tatiana Paramonova y Serguei Dubinin, que sucedieron a Geraschenko hasta que volvió hacerse cargo del Banco, en septiembre pasado.

Bien pudo ser ésta la causa de la dimisión de Skuratov, dado que es probable que el presidente y el primer ministro hayan coincidido en que, al margen de la responsabilidad que pudiera tener la cúpula del Banco Central, darle vuelo al escándalo podría echar abajo las actuales negociaciones con el FMI, que de hecho --y por muchas otras razones como la aprobación de un presupuesto que el fondo considera "poco realista"-- entraron en un peligroso impasse.

En fin, pronto se sabrá cuál de estas investigaciones precipitó la dimisión de Skuratov. La respuesta estará contenida en la candidatura que presente el presidente Yeltsin al Consejo de la Federación para ocupar la vacante.