n Bernardo Bátiz Vázquez n

Necesidad de dirección

A veces parece que damos vueltas y vueltas sin sentido y que no avanzamos. No hay duda de que la democracia es un dato nuevo, aunque incompleto en la realidad nacional, pero como se ha visto, al menos hasta el día de hoy, sus avances y los gobiernos opositores no han logrado cambios más de fondo en campos como la producción, la educación o la justicia,

El pueblo asume paulatinamente su soberanía en los términos de la Constitución, justo cuando el mismo concepto y alcances de ella se ponen en tela de juicio con las privatizaciones y el crecimiento de la deuda externa, que a su vez incrementa el riesgo de la dependencia externa.

Se triunfa en Zacatecas y en Tlaxcala; se avanza en Guerrero; accede al poder en Baja California Sur la oposición y, al mismo tiempo, se plantea la posibilidad de que el peso mexicano deje de ser "nuestra" moneda para que pasemos a usar la que emite un Estado extranjero. Los avances populares en política se desvirtúan y pierden eficacia por los retrocesos en las áreas fundamentales de la economía nacional y por la falta de solución en áreas básicas para el desarrollo, como son educación y salud.

Frente a estos problemas, sin seriedad alguna, pero tampoco con un sano sentido del humor, en todos los ámbitos de la política nacional aparecen aspirantes o suspirantes para ocupar la presidencia, sin perfil de estadistas y con una historia que para nada los recomienda.

La contrapartida en este doble progreso contrario, la podemos encontrar en las consultas populares que se están planeando tanto aquí en la ciudad, para la reforma definitiva del estatus jurídico de la capital de la República, como a nivel nacional.

Otro cargo en este lado de la balanza lo constituye, sin duda, la reaparición del subcomandante Marcos, quien vuelve a poner el dedo en el renglón de la ética, como guía de la política.

Mientras que otros hacen política con dinero o imágenes artificiosas, producto de los "creativos" a sueldo de los autocandidateados, personajes como Marcos, para mencionar en este caso sólo a uno de ellos, dan una lección de que se puede hacer política desde un modo diferente y con una vocación, no por el poder de la riqueza, sino en efecto por el bien de todos.

Ante posiciones como las de los dirigentes del EZLN, ante actitudes como las del gobierno de la ciudad y como las de otros gobiernos de oposición, renace la esperanza y se vuelve a vislumbrar la meta de una mejoría social verdadera y equilibrada que busque el orden, pero sin sacrificio de la libertad y que sobre todo destierre la codicia como estrella polar de la política.

Tenemos un país con recursos dilapidados y mal administrados, un pueblo pobre y golpeado por la injusticia social y por la injusticia a secas, pero hay pueblo y recursos; necesitamos tan sólo una buena dirección social, que funcione a cabalidad la democracia, y que los verdaderos dirigentes sociales sean quienes nos representen y no inexpertos y despistados, por muchos títulos del extranjero que nos traigan.