La memoria del árbol

Humberto Ak'abal

Siete mujeres se sentaron

en círculo. Desde muy lejos,

desde su pueblo de

Momostenango, Humberto

Ak'abal les había traído unas

hojas secas, que él había

recogido al pie de un árbol.

Cada una de las mujeres

quebró una hoja,

suavemente, contra el oído.

Una sintió un viento

soplándole la oreja. Otra,

la fronda que se hamacaba.

Otra, un batir de alas de

pájaros. Otra dijo que en su

oreja llovía. Otra escuchó

los pasos de un bichito que

corría. Otra, un eco de risas.

Otra, un rumor de aplausos.

Humberto me lo contó,

y yo pensé: ¿No será que

las hojas muertas susurraron,

al oído de las mujeres,

la memoria del árbol?

Eduardo Galeano

B'alam

K'o taq mul in b'alam,
kinxak'in pa taq siwan,
kinch'opin puwi' taq ri tanatik
kinb'inib'ej, kinq'axaj juyub'.

Kinwil ri unimal ri kaj,
ri uchowil, jela' che ri ja',
ri uk'ux ri ulew.

Kintzijon ruk' ri q'ij,
kinetz'an ruk' ri ik',
kinb'oq' ch'umil
kinnak' chuwij.

Kinsilob'aj ri nuje',
kinq'oyi' cho ri le'anik
kinkosik', kinwesaj ri waq'.

Jaguar

Otras veces soy jaguar,
corro por barrancos,
salto sobre peñascos,
trepo montañas.

Miro más allá del cielo,
más allá del agua,
más allá de la tierra.

Platico con el sol,
juego con la luna,
arranco estrellas
y las pego a mi cuerpo.

Mientras muevo la cola,
me echo sobre el pasto
con la lengua de fuera.

Ri ch'ab'alil

Xuquje' chi'
xkitas kib' ri ch'ab'alil.

Man xb'an ta nim chak che ri kitasik
man k'ota jewa' jeri'.

Konojel ri winaq
ek'o pa ri saq kichomab'al
cho ri uwächulew.

Las lenguas

Aquí también
se dividieron las lenguas.

No se hizo ninguna construcción
fuera de lo normal.

Todos estaban en sus cabales
y a flor de tierra.

Rapapem

In inchikop:

ri nurapapem
kinb'an pa ri wanima'.

Vuelo

Soy pájaro:

mis vuelos son
dentro de mí.

Pico cerrado

El tecolote cantaba,
la luna no podía dormir.

El viento cerró el pico
y la noche
se comió al pájaro.

Hoy

Hoy amanecí fuera de mí
y salí a buscarme.

Recorrí caminos y veredas
hasta que me hallé

sentado sobre un borde de musgo
al pie de una cipresalada,
platicando con la neblina
y tratando de olvidar
lo que no puedo.

A mis pies,
hojas, sólo hojas.

El humo

El humo no se deshace
ni echándole agua.

Contento

El cielo carcajea tempestades,
sonríe rayos.
Siempre está contento.

Peñascos

Los peñascos eran sabios:
sabían el número de las estrellas,
los cantos del universo.

Llegó un tiempo
los obligaron a callar
y se volvieron piedras.

Llegará otro día,
retomarán su voz.

Habrá terremotos:
kab'rakan, kab'rakan, kab'rakan...

Tempestades:
kaquljá, kaquljá, kaquljá...

Tendrás que oírlos.

Atarantado

El aire se atarantó.

Comenzó dando vueltas,
más vueltas
y más vueltas,
levantó hojarasca y tierra
hasta hacerse remolino.

Después
se desenredó solo

Una persona

Una persona triste
no es una persona.

Es un pedazo de algo
que camina
con la mitad de la vida.

Lejos

Lo que está frente a mí
no necesito verlo
porque está cerca.

Me dicen
que tengo ojos de sueño,
que tengo ojos de triste,
que...
qué sé yo.

Mis ojos están aquí
pero la mirada
anda lejos.

Bendición

Que el cielo florezca
sobre tu cabeza.

Humberto Ak'abal, descendiente de notables marimberos de Momostenango, Totonicapán, Guatemala, es el poeta más conocido internacionalmente de la ``otra'' literatura americana, la que a caballo entre el castellano y las lenguas indígenas está construyendo una nueva sensibilidad literaria. Nacido en 1952, viene de la lengua k`iché, de noble tradición en la heredad maya. La editorial Praxis, de México, ha publicado en los años recientes Hojas del árbol pajarero, Desnuda como la primera vez, Retoño salvaje, el gran volumen bilingüe Ajkem tzij / Tejedor de palabras. Otras obras, publicadas en Guatemala, son El animalero y Guardián de la caída del agua. Traducido al inglés, francés, alemán e italiano, ha sido colaborador recurrente de Ojarasca desde hace varios años. Como bien ha dicho,

``el canto de los pájaros está bien escrito, cualquiera puede sentirlo''.