Macario Matus
Agustín Tula estaba sentado en la playa de La Ventosa, Salina Cruz, con un anzuelo de caña. Movía con desgano el anzuelo y con tristeza miraba las burbujas del agua. Su hijo Felipe, al ver al desconsolado padre le dijo:
-Voy a dar un chapuzón a ver si pescamos algo para llevar porque ya es tarde, mamá ya estará afligida --y el niño se echó al mar. En eso un capitán de un barco que había llegado horas antes al puerto, felicitó a Tin Tula de tener un hijo tan valiente.
-Sí --le dijo-- es un niño bueno mi hijo Felipe. Se fue a echar un chapuzón para ayudarme a llenar la canasta con pescados que se llevarán al mercado.
-Por aquí casi no queda buen pescado, pues el petróleo los ha ido ahuyentando e incluso, matado --contestó el capitán. Oiga --prosiguió--, a propósito, ya debía salir su hijo del agua, pues lleva diez minutos allá abajo.
-No se preocupe señor capitán, el niño ya sabe lo que hace. No tardará en salir, es muy responsable --respondió Agustín Tula, sin apuración, al mismo tiempo que movía su caña de pescar.
Pasaron más de veinte minutos y el más asombrado era el capitán, quien para ese tiempo estaba listo para echarse al mar y ayudar al muchacho, pues pensaba que se había ahogado. Pero no fue así, el niño Felipe salió a los treinta y nueve minutos y sobre sus espaldas traía dos cazones blancos, blanquísimos.
Agustín Tula reprendió al muchacho:
-Mira Felipe, ya no vuelvas a tardar tanto, se nos hace tarde por tu culpa. ¿Hasta dónde fuiste a traer esos animales?
-Papá --dijo Felipe-- tuve que ir a alcanzar a uno de estos peces hasta el Japón y apenas me dio tiempo de volver, pensando en que mi santa madre está preparándose para ir al mercado.
Macario Matus: Prolífico escritor, periodista y traductor zapoteco del Istmo. Su libro más reciente es Laja del tiempo (poesía), Verdehalago, México, 1998.