Radio Teocelo: Otra vez al aire
Después de siete meses de interrumpidas sus transmisiones, Radio Teocelo ha vuelto. Esta estación pionera de la comunicación municipal, volvió a emitir sus habituales 14 horas diarias. Gracias a un acuerdo que resolvió el problema de su permiso, en el que intervinieron la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), el concesionario original, el Centro de Promoción Social y Cultural AC (CEPROSOC) y el equipo que operó de facto la estación desde 1989, a raíz de un conflicto laboral: la Asociación Veracruzana de Comunicadores Populares AC (AVERCOP).
Durante el periodo de preparación y realización de las elecciones locales veracruzanas, la frecuencia 1490 Khz de la XEYT-AM quedó en silencio. Pocas experiencias de comunicación comunitaria resisten el golpe que significa quedar sin actividad por un tiempo tan largo. Sin embargo, a un mes de reiniciadas las transmisiones se ha superado, según su director, Élfego Riveros, el número de llamadas y comunicados que recibía en la etapa anterior.
Esta emisora, que transmite a toda una importante cuenca cafetalera que incluye los municipios de Teocelo, Xico, Coatepec, Cosautlán, Ixhuacán y Ayahualulco, ha logrado ser una importante impulsora de los proyectos colectivos y comunitarios gracias a programas como Cabildo abierto, en donde los funcionarios del ayuntamiento discuten con los ciudadanos sobre los problemas municipales. Diversas organizaciones han ocupado espacios dentro de su programación en los que se informa sobre proyectos de salud, medio ambiente, medicina tradicional, derechos humanos, asesoría agropecuaria y cooperativismo. A partir de sus retransmisiones se ha conformado un consejo editorial.
Hoy, cuando en muchas regiones del país se discute la posibilidad de instalar pequeñas estaciones de radio que no se pretendan negocio, ni proyecto de promoción estatal, sino esfuerzo social, Radio Teocelo es una experiencia importante de la cual aprender. Fundada en 1965 (el mismo año que Radio Huayacocotla, en la Huasteca veracruzana) la XEYT es invitada a reuniones como la que organiza la unesco con el nombre de Encuentro de propietarios y directores de estaciones de radio y televisión para una cultura de paz, que se realizará en Panamá, y tiene un espacio importante en el libro que Ana María Peppino de la UAM-Azcapotzalco publicará en breve sobre las radios comunitarias.
Hay una efervescencia de las radios comunitarias en México: la gente de comunidades rurales integradas y organizadas y movimientos urbano-populares ven en estas emisoras una posibilidad de apalancar su proceso. Todas estas experiencias se enfrentan a un obstáculo común. Así lo formula Élfego Riveros: ``Urge una nueva legislación en materia de radiodifusión, que en vez de limitar, fomente y garantice un tercer tipo de radio en nuestro país (ni estatal, ni privado), la radio pública, de servicio comunitario o regional''. (EB)
El 16 de febrero de 1999 se cumplen tres años de firmados los Acuerdos de San Andrés. Luego de tres años de incumplimiento gubernamental, a escasas cinco semanas de efectuarse, la Consulta por el Reconocimiento de los Derechos de los Pueblos Indios y por el Fin de la Guerra de Extermimio es vista por las organizaciones, comunidades y organismos no gubernamentales como una oportunidad para difundir las implicaciones y alcances de los Acuerdos de San Andrés y la Ley Cocopa, y para que se escuche la voz de la gente, en los municipios, regiones y estados del país diverso que es México.
Presentamos tres casos que apuntan algunas condiciones que pesarán en la realización de tal Consulta.
Por una parte, Oaxaca se prepara, abierta y públicamente a participar en los trabajos. Son ya dos los Encuentros estatales celebrados --con amplia asistencia y propuestas-- además de pequeñas reuniones regionales en Tlaxiaco y en Putla, en Huautla de Jiménez y en Tuxtepec. Quedan pendientes otras en Cuicatlán, Tuxtepec y Jamiltepec. Al día de hoy 44 por ciento de los municipios del estado (248 municipios en la Costa, la Cuenca del Papaloapan, el Istmo, los Valles Centrales, la Mixteca, la Sierra Norte y la Sierra Sur) cuenta ya con la organización y el compromiso de participar activa y detalladamente en los trabajos de la Consulta.
En Guerrero, en cambio, tuvieron lugar unas elecciones militarizadas en las que el candidato oficial, René Juárez Cisneros, fue impugnado por la oposición como uno de los responsables de las matanzas de Aguas Blancas y El Charco junto con Rubén Figueroa Alcocer. Mientras, éste último arengó a sus huestes con una frase que pinta la situación en diez palabras: ``Si Félix Salgado gana, nos lleva a todos la chingada''. Y es que Guerrero tiene un espectro opositor de izquierda que va desde los cuadros y simpatizantes del erpi y en menor medida del epr (que no obstaculizaron la votación) hasta las comunidades y organizaciones nahuas, tlapanecas, amuzgas y mixtecas que llevan años trabajando proyectos productivos, autogestión y autogobierno en sus municipios, siempre por la vía pacífica y legal. Félix Salgado, el candidato perredista, encarnaba la posibilidad de desembarazarse del corrupto aparato priísta en la entidad. La situación es crítica, ya que hay indicios de que a último minuto le arrebataron el triunfo al perredista, quizá uno de los más claros desde las elecciones que llevaron a Cárdenas a la jefatura del Distrito Federal. Es previsible que la entidad viva un periodo de turbulencia post electoral.
En tanto, el pueblo wixárika de Tateikie (San Andrés Cohamiata) obtuvo del Tercer Tribunal Colegiado del xii Distrito un amparo en contra de una resolución desfavorable emitida por el Tribunal Unitario Agrario del xix Distrito, lo que vuelve a probar que en la defensa de su territorio los huicholes han sabido sortear por la vía legal todas las mañas con las que funcionarios y ganaderos intentan arrebatarles lo que por derecho les corresponde. Es probable que este amparo (que atañe a un conflicto de linderos entre los comuneros wixárika de Tierra Blanca y los ganaderos de San Juan Peyotán) tenga su origen en una resolución favorable al pueblo wixárika emitida el 21 de junio de 1998 por la Organización Internacional del Trabajo, en la que se recomienda al gobierno mexicano atender la problemática territorial de la Huichola, lo que sienta un precedente importante para hacer valer otros acuerdos pendientes de cumplimiento por parte del gobierno federal.
Como se ve, los problemas a los que se enfrentan los pueblos indios del país siguen acumulando la historia de marginación y racismo que el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés podría revertir. La transparencia de las elecciones, la defensa de tierras y territorios, el derecho a organizarse y ser escuchados, siguen siendo asuntos de la Consulta que se acerca, y que pondrá en el centro del debate nacional la exigencia de que el Estado reconozca los derechos fundamentales de los pueblos indígenas en un acto de justicia, no de magnanimidad. (RVH)
Santiago de Chile. ``Según Pinochet no existen los mapuches, sino sólo los chilenos y de esta manera se habla de nosotros en algún libro de historia'', dijo José Nain Pérez, representante del pueblo mapuche al anunciar el apoyo de su pueblo al enjuiciamiento de Augusto Pinochet.
Nain Pérez dijo que los mapuches quieren que Augusto Pinochet sea juzgado en España para acusarlo de crímenes contra la humanidad. También quieren recuperar sus tierras y que se les reconozca los derechos garantizados por Salvador Allende antes del golpe militar de 1973.
Mientras Salvador Allende ejercía la presidencia de Chile, entregó al pueblo mapuche cientos de miles de hectáreas confiscadas a grandes propietarios, gracias a una ley de 1972. Salvador Allende reconoció también los derechos de los indios mapuches, su idioma y cultura. José Nain Pérez dijo que luego del golpe militar, los mapuches fuero víctimas de crímenes, arrestos y condenas. Además volvieron a quedar sin tierras y dejaron de ser parte significativa del país.
El representante de los mapuches dijo que su pueblo, de más de un millón de personas, vive en 200 mil hectáreas; en contraste, a una sola compañía maderera se le otorga un terreno de 650 mil hectéareas para que tale árboles. (Agencia Pulsar)
Eleazar Velázzquez Benavídez
Xichú, Guanajuato. En el tiempo de la recomposición de las mitologías todo es posible, los vacíos se pueden llenar con dioses de papel crepé y los ríos secos de la imaginación con música grupera mal interpretada. En la Sierra Gorda de Guanajuato, hacia el fin del año, abundan camionetas gringas, y bodas donde a la hora del vals se confirma la vitalidad del patriarcado. Pero también sobreviven espacios que aproximan a la sensibilidad, a la memoria y a la transparencia, como el festival del huapango arribeño, que el 30 y 31 de diciembre cumplió 16 ediciones y se ha convertido en la fiesta más importante al interior de esta antigua tradición de música y poesía pública.
Durante esos dos días la cabecera municipal de Xichú se convirtió en casa de ancianos y ancianas memoriosos reunidos para celebrar el placer de la memoria y la conversación, y también en lugar de encuentro de danzantes, mojigangas, alabanceros, violinistas, vihueleros y trovadores campesinos.
Al comienzo de la última noche (porque las topadas, los combates de poetas siempre son de noche), la brea se untó en el arco de los violines, y las décimas cabalgaron hacia el centro de las aproximadamente cinco mil personas congregadas en la plaza del poblado. En el filo del fin y del principio estaba el tiempo cuando estalló la fiesta al modo de castillo jugando en la oscuridad. ¿Cómo se vería desde el cielo ese estallido de luces ahí en el fondo de las montañas?
En esquinas que la modernidad no ha devastado, la comunidad es una utopía que periódicamente se renueva, aunque al amanecer las historias diversas retornan a su propio camino, saldado el impulso de vivirse juntos el instante que dura un redoble de campanas. En esta fiesta de Xichú, muchos símbolos se reconcentran, lo sagrado y lo profano se entrelazan y sucede el encantamiento: la multitud salida de la nada llega a pie, a caballo o en automóviles, sólo para escuchar a los trovadores que en pleno contrapunto con los lenguajes de la sociedad moderna y con el desdibujamiento de los significados y la dignidad más antigua de la palabra, siguen siendo la voz de la tribu: la de las camionetas con placas de Texas y Arizona, de los guaraches de correa o botas de piel de víbora, la que conoce los lenguajes de la luna cuando la siembra, o que ya le vale madre la milpa y se sueña en las avenidas de California.
Miles de hombres y mujeres de todas las edades bailaron sin tregua durante más de doce horas. Una vez más la topada congregó un sin fin de historias anónimas, y emociones, violencias y plenitudes rotas que rabiosamente buscan un asidero vital que no sea el agandalle de los managers en el Norte, o la soberbia de los patrones en fábricas, construcciones y maquiladoras.
En el territorio de las fiestas con poderes rituales todo es posible, se puede nacer o morir, y los símbolos y poderes institucionales están desarmados. Por eso es que en muchos lugares de la Sierra Gorda, el sortilegio de las décimas de pie forzado y la floritura de los violines han contribuido de modo importante a sepultar la impunidad de los caciques priístas. Luego de muchos combates de poetas y gracias al don curativo de la poesía pública esos personajes ominosos han quedado sin magia y con espacios de maniobra cada vez más reducidos (aunque esa ruptura de atavismos sólo es comprensible transitando adentro, en las entrañas de cada historia comunitaria, ahí, donde los ojos adivinan a la distancia el mundo que guardan los ojos del de junto y untándose en la trama y los ritmos subterráneos de los días).
Luego del combate de poetas la multitud abandonó la plaza pero la danza de rostros siguió untada en el piso, también el mar de sombreros, faldas, jeans, los ruidos de la noche, y las cenizas de los amores y desamores tejidos en ese ritual colectivo, que como otras muchas tradiciones antiguas y sedimentadas, cíclicamente renuevan la intuición de que no todo está árido, que siguen existiendo lenguajes que oponer a las ruinas, y que hay resquicios por donde el agua viva puede agujerear las piedras.