n Reconocerlos es algo más que brindarles un mero respeto de tipo museo, señala


El indígena es ya sujeto y no objeto de la historia: Ruiz

Salvador Guerrero Chiprés n Los acuerdos de San Andrés Larráinzar, firmados hace tres años entre el gobierno y el EZLN, incumplidos hasta la fecha, representan ''de una manera hermosa'' la posibilidad de enriquecimiento de la vida nacional al reconocer la emergencia ''del indio como sujeto de la historia, ya no como objeto'', afirmó el obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz García.

Significan también, agregó, el convenio que podría acreditar el compromiso de la sociedad mexicana con los valores de las culturas indígenas, y que éstos tienen ''carta de ciudadanía''.

Reconocerlo ''es más que brindarle un mero respeto de tipo museo, como a restos arcaicos. No. Hay que permitir que se vitalicen, que se reconozcan plenamente las costumbres, la vida, las leyes de las comunidades con sus propios conceptos de derecho'' señaló el religioso.

En una conversación con Sylvia Marcos ųque se presentará este jueves como parte del segundo número de la Revista Académica para el Estudio de las Religiones, editada por el Instituto Nacional Indigenista y por la Universidad de Ciencias y Artes del Estado de Chiapasų, Ruiz García aclara que al decir ''reconocer'' se habla de una exigencia para que se dé cauce a las manifestaciones y al desarrollo de la vida indígena.

Los acuerdos de San Andrés, planteó, pueden ser vistos como enriquecimiento para la vida política del país y para la vida religiosa de una entidad en que se demuestra que los no indígenas carecieron de una educación ''abierta a la conciencia de nuestros ancestros''.

En México ų''así me pasó cuando fui niño''ų todo empezaba con la conquista, como si no hubiera existido nada anteriormente. En cambio los europeos, y particularmente los españoles, reconocen pueblos como los visigodos o los ostrogodos como sus antepasados, dijo, luego de lamentar la ausencia de reconocimiento pluricultural.

''No se trata solamente de declarar que hay indios, sino de tener conciencia de que México es pluricultural, que ellos y nosotros somos este conjunto llamado México. Por lo tanto, se trata de que existan en el mismo plano, con los mismos derechos, y que se tiene que dar cauce al desarrollo de las culturas'', añadió.

En la entrevista, de casi cuatro horas, Ruiz García contó esta anécdota:

''Un día, estaba en una capilla. A mi derecha había un niño mestizo con su mamá. Ella de pie y el niño en el suelo. Del otro lado, había una mamá indígena y su niño, también en el suelo. Mientras estoy predicando, el pequeño mestizo gatea hacia donde está el niño indígena y le da un manazo y vuelve con su madre. Esta no lo corrige, sino que sólo hace un gesto como para preguntarle por qué lo hizo. El niño indígena está llorando. Un feligrés le da un dulce, pero busca a su mamá o su hermanita para darles a probar antes de comerlo él. ''Ahí tenemos dos tipos de educación. Una educación es de rechazo al otro y agresión, y la otra comunitaria. Desde la más temprana edad el mestizo aprende a despreciar al indio, a agredirlo mientras éste aprende a compartir''.

El obispo sostiene que el pensamiento comunitario implica valores que podrían aportar enormidades a un ''mundo egoísta'' dominado por el mercado y los fenómenos de aislamiento de los individuos que se dan en las ciudades. Señaló que la pobreza del mundo actual es ilustrada por el hecho de que ''hasta los grupos sociales y las asociaciones civiles son de cuño individual''.