Masiosare, domingo 21 de febrero de 1999


Sector eléctrico


El apagón
es privatizar


Jesusa Cervantes/
Fotos:Francisco Olvera


Mantener en funcionamiento la termoeléctrica Jorge Luque requiere que todos los días los trabajadores tengan que bucear en un mar de tubos, tornillos viejos, pedazos de lámina, alambre o conexiones roídas. De ahí, del basurero, salen las ``refacciones'' que permiten a los generadores funcionar. ¿Se llegó a este punto para después armar el discurso de la ineficiencia y la emergencia eléctrica que tiene al país, según documentos oficiales, al borde de los apagones? Los electricistas se preguntan: ¿Por qué ahora se habría de venir abajo una industria que desde hace mucho tiempo prácticamente pende... ¡de un tornillo!?

Le llaman scrab o basurero. Está al fondo del predio, cerca del cuarto de máquinas de la generadora de energía Jorge Luque.

De ese basurero salen las piezas que evitan el colapso del sistema eléctrico nacional, pues si la planta -con 45 años de vida- dejara de funcionar, dicen sus trabajadores, no habría forma de regular el voltaje que proviene del resto de las generadoras del país.

¿El resultado? Un apagón generalizado.

A pesar de su importancia, la termoeléctrica Jorge Luque carece del presupuesto necesario para mantener en óptimas condiciones el proceso de generación y abastecimiento de energía eléctrica.

Diariamente, uno de los 300 trabajadores -de los 3 mil que tenía hace 40 años la termoeléctrica ubicada en Lechería, estado de México- bucea entre tubos, tornillos viejos, pedazos de lámina, alambre o conexiones roídas para rescatar de ahí las ``refacciones'' que permiten a los generadores funcionar.

``A falta de dinero, maña'', dice con orgullo el operador Rafael Díaz.

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El ingenio del mexicano es infinito. Aunque hay quien no lo cree, e incluso considera que los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) son ``unos improductivos'', según palabras de Eugenio Clariond, presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios.

``¿Cómo se atreven a decirnos improductivos, a mentarnos la madre? Ellos saben que el gobierno no nos da el dinero para trabajar en condiciones óptimas de seguridad, saben que lo viejo de los equipos puede producir un manejo equivocado en la energía'', replica Alfonso Chávez Tolín, jefe de cuadrilla de operación de cables subterráneos.

Los empleados del SME rechazan -como lo han sugerido el presidente Ernesto Zedillo y el secretario de Energía, Luis Téllez- que de no privatizar el sistema eléctrico se colapsaría.

``¡Qué carajo! A nosotros no nos pueden hablar de un colapso. Si nunca han invertido, por qué ahora amenazan con que si no llega la lana truena todo'', agrega el jefe de la cuadrilla.

``Si no tronó (el sistema eléctrico) hace cinco o diez años, por qué ahora sí. Técnicamente es imposible'', asegura César Chávez Márquez, representante de cables subterráneos de operación.

``Hasta hoy el gobierno ha entregado pocos recursos. A pesar de eso hemos mantenido el sistema, ¿por qué hoy se colapsaría si no se invierten 25 mil millones de dólares al sistema eléctrico?, se preguntan los empleados de la termoeléctrica.

``Es absurdo'', remata Rafael Díaz.

Los milagros

Para este año, la Federación destinó 10 millones de pesos a Luz y Fuerza del Centro, empresa paraestatal cuyos trabajadores están afiliados al SME.

Los recursos son destinados al mantenimiento de dos plantas generadoras de energía -Jorge Luque y Necaxa-, 14 subestaciones y la única de cables subterráneos que garantiza el abastecimiento de electricidad en el centro del país.

``Ese dinero no alcanza, por eso terminamos en el scrab. Sabemos que cualquier pieza con un buen trabajo de mecánica industrial la rehabilitamos'', relata Darío Flores Ramírez, mecánico especial de mantenimiento.

Ante la insuficiencia de los recursos, los electricistas han recurrido a su ingenio y su habilidad para, a pesar de las carencias, evitar que la luz no falte.

``¿Qué podemos hacer sin presupuesto? ¡Pues milagros! '', secunda Juan Carlos Contreras Carvarte, probador de laboratorio de la planta.

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En 1987, las autoridades ambientales demandaron a la planta que utilizara sus viejas calderas de quema de gas, a fin de que no contaminara. Sólo que había un problema: no funcionaban.

``El gobierno nos dijo que no tenía dinero para rehabilitarlas, y que le hiciéramos como pudiéramos. Tuvimos que meterle ingenio y reparar la maquinaria de 1953. Un compañero de laboratorio, Rubén Sánchez, diseñó un sistema de protección para quema de gas. El material lo tomó del scrab, y a ojo de buen cubero empezó a rearmarlo, porque ya no había diagramas del viejo equipo''.

En la planta generadora de energía Jorge Luque, el tornillo más moderno tiene 25 años, y la torre y caldera más viejas 45 años.

Al entrar a la planta termoeléctrica de Lechería, uno no sabe si está en un museo de hojalatería o si el tiempo se detuvo y quedó atrapado en los murales de 1943 de David Alfaro Siqueiros, en los cuales se resume la lucha de los trabajadores de la industria eléctrica.

Aquí no es museo

Cerca del corazón del Distrito Federal, en la subestación Pensador Mexicano, se reparan los únicos 557 ``protectores de red'', que datan de hace más de tres décadas, no obstante que su vida ``útil'' es de 15 años.

Colocados sólo en el centro del país, los protectores evitan un corte de energía en la Bolsa de Valores, los principales hoteles de lujo de la ciudad, el edificio que ocupa el jefe de gobierno y Palacio Nacional, entre otros sitios vitales para la ciudad de México.

``Si algo falla, la responsabilidad es nuestra. Nunca debe producirse un apagón'', dice Juan Villanueva, encargado en jefe del taller de Pensador Mexicano.

¿Y cómo le hacen para revivir los protectores de red?

``Con la maña. Aquí cada tornillo, cada piecesita sirve para rehabilitarlos'', detalla.

Recuerda que hace dos años, ingenieros canadienses y norteamericanos de la empresa Westinghouse, visitaron el taller.

``Querían vendernos piezas y terminaron pidiendo nuestros protectores para montar una exposición con deshechos. Creyeron que era nuestro museo y estaban impacientes por ver los aparatos nuevos.''

``Les tuvimos que decir: `No, señores. Se equivocan, esto no es un museo. Es el equipo que colocamos en nuestros subterráneos de la red automática'.''

Juan Villanueva ya hizo escuela en Pensador Mexicano. Ahí, cientos de jóvenes y empleados con 25 años de servicio han aprendido la labor quirúrgica necesaria para revivir cada tornillo o transformador.

El riesgo de privatizar

Si el gobierno privatiza el sistema eléctrico, advierten los miembros del SME, enfrentará problemas graves por la falta de conocimiento y pericia de los empleados de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la otra empresa paraestatal que tiene el control de las 40 plantas generadoras del resto del país.

Los empleados del CFE pertenecen al Sindicato Unico de Electricistas de la República Mexicana, dirigido por Leonardo La Güera Rodríguez Alcaine, quien ya ha obtenido la promesa gubernamental de que la titularidad de los contratos de las nuevas empresas será suya. Así, el líder cetemista controlaría las dos termoeléctricas de Luz y Fuerza del Centro y los cables subterráneos.

``Qué no vengan con el petate del muerto de que van a ser los trabajadores de la CFE quienes van a operar la planta, no saben cómo'', asegura Darío Flores.

``Para privatizar debe existir el aval de Luz y Fuerza. Nosotros tenemos la planta que regula el voltaje sin la cual se presentaría un colapso en el país. Los tenemos agarrados de los güevos'', afirma Juan Carlos Contreras Carvarte, probador de laboratorio.

``Si nos vamos, nos llevamos todos nuestros planos y diagramas de las plantas'', advierte José Manuel Pérez, sobrestante de cables subterráneos.

Según los electricistas, los riesgos de que personas sin capacitación ni conocimiento operen las plantas de Luz y Fuerza serían similares a los ocurridos durante la huelga del SME en 1987:

``En aquella ocasión, estábamos todos afuera, haciendo guardia, cuando de repente sonó la alarma del hidrógeno. El gerente que estaba sólo en la planta nos gritó asustado desde la ventana: «¿qué hago?« No sabía ni qué botón aplastar para evitar que todos voláramos'', cuenta Rafael Díaz.

José Manuel Pérez recuerda que ``esa vez hubo ocho muertos de la CFE que no supieron operar el equipo de la planta. Al quinto día botaron los alimentadores de energía por la falta de pericia y de conocimiento de la red. Ahí ni el Ejército supo qué hacer''.

***

En 1997 el gobierno federal instaló dos bancos de potencia en una subestación de la Luque, maquinaria que suplantaría la generación de energía de las unidades 1 y 2 de la planta termoeléctrica. Los electricistas vieron esa incursión como un paso hacia la privatización:

``Nos negamos a que entraran en funcionamiento, porque los veíamos como un intento para controlar la planta y después privatizarla.''



El gobierno
ya sacó boleto

Calle Tíber. 10: 30.

Roberto Franco, mecánico de una cuadrilla, lleva nueve años en Luz y Fuerza del Centro. Revisa los cables que llevan la energía al ``protector de red'' que acaban de colocar sus compañeros.

Trabaja a dos metros bajo tierra, con poco espacio para maniobrar o salir corriendo en caso de una emergencia.

``Al principio, cuando bajas, te da miedo, ansiedad y angustia el sentir las cucarachas que te pasan por los brazos o piernas, pero luego te enamoras de este trabajo''.

¿Y no te da miedo o ansiedad que se privatice el sector eléctrico?

``¡Claro! Uno le tiene cariño a este trabajo.''

José Manuel Pérez entra a la plática. ``En este país, público es sinónimo de ineficiencia, pero eso es falso. El gobierno no entiende algo fundamental: que la energía es el sostén del país.''

Con rabia, agrega: ``Es el sistema nervioso de un cuerpo, si eso no está en manos del Estado vamos a depender de privados que no entenderán eso y sólo verán al sector como un negocio.''

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Calle Tíber. 13:30.

Las maniobras para colocar el ``protector de red'' han terminado. Los siete miembros de la cuadrilla aseguran que la privatización afectaría también sus prestaciones laborales.

Por eso adelantan: ``Si hay privatización nos vamos con todo. El gobierno ya sacó boleto. Sabe que nosotros hacemos funcionar todo el sistema eléctrico. A ver, ¿qué digan cómo le harían sin el SME? ¿Qué más necesitarían aparte de 25 mil millones de dólares?''.

Por lo pronto, no podrían correr a los trabajadores de Luz y Fuerza, porque ellos son los únicos que conocen la forma en que funciona la planta que regula la energía en el país.


La ruta
de la privatización

Aún no concluía el año, cuando Ernesto Zedillo hizo referencia a lo inoperante que resultaba el Sistema Nacional de Electricidad. Sus palabras pasaron inadvertidas.

Un mes más tarde, ya entrado 1999, vino el anuncio: ``La actual administración prepara, pero no ejecutará ninguna acción de privatización del sector eléctrico''.

Las adecuaciones incluyen modificar los artículos 27 y 28 de la Constitución para abrir la inversión en la generación, distribución y comercialización de la energía.

El gobierno inició entonces toda una campaña en medios de información, a los cuales Luis Tellez, secretario de Energía, afirmaba una y otra vez que de no invertirse 250 mil millones de pesos en los próximos seis años, no se podría hacer frente a la demanda.

Antes de que Alfredo Elías Ayub sustituyera en la dirección de la Comisión Federal de Electricidad a Rodolfo Gasca Neri, éste último declaró que ``no es urgente'' la inyección de recursos al sistema eléctrico. Pero Gasca Neri se fue.

El SME se manifestó desde un principio en contra de la privatización. No así el SUTERM de Leonardo Rodríguez Alcaine.

El silencio del SUTERM a la privatización se debe a que, según dijo Elías Ayub, las empresas que surjan deberán nogociar los contratos con ese sindicato.

Quizá por eso, cuando los reporteros preguntaron a La Güera qué había de cierto sobre la posibilidad de apagones de no percibir el sector los recursos privados, como se establece en documentos del gobierno, sólo alcanzó a balbucear: ``Tengo una reunión con mi director (de la CFE), Alfredo Elías Ayub, para tener los datos exactos y no meter la pata''.

Mientras Rodríguez Alcaine se empeña en su misión imposible, la cúpula empresarial ya encontró contra quienes irse y acusar de improductivos, corruptos e ineficientes: los miembros del SME.