La Jornada Semanal, 21 de febrero de 1999



Ernesto Priani Saisó

Las artes sin musa

La teurgia de los medios

Me extrañó no ver al Papa en bata y pantuflas desayunando papaya y yoghurt con granola, pero es que la intimidad de la televisión y la radio con Juan Pablo II no alcanzó esta profundidad, aunque sí la de relatarnos, con detalle, cómo pasó las noches y cuáles fueron los alimentos que consumió durante su estancia en México.

A pesar de este detalle menor -una omisión o quizá un poco de recato por la figura papal- el despliegue mediático alrededor de la visita del vicario de Cristo fue, sencillamente, excesivo y, a la vez, frívolo. Con su acostumbrada manera de tratar al auditorio como menores de edad, la radio y, particularmente, la televisión mexicana, se volvieron una aplanadora que uniformó la programación en torno a la máxima autoridad de la Iglesia católica. Lo hicieron invirtiendo mucho tiempo en los largos, fatigosos y, muchas veces, anodinos trayectos del Papa a los eventos litúrgicos, o las esperas prolongadas alrededor de los actos privados, sin más imaginación visual y radial, que describir una y otra vez el entusiasmo en las vallas, las cualidades extraordinarias del líder del catolicismo, o la presencia de la élite del país. Si bien las misas fueron otra cosa, a fin de cuentas, el rito católico es un espectáculo en sí mismo, lo cierto es que los medios abusaron, como pocas veces, de su punto de vista sobre la importancia y la trascendencia de un hecho.

Quiero pensar que el orgullo de Eco de haber sido la única cadena de noticias internacional que transmitió la totalidad de la visita del pontífice, no haya resultado en la imagen de un país subordinado en su totalidad a la figura papal. En el otro extremo, la promoción radial del evento, particularmente la de Radio Red, que utilizó parábolas cristianas para enfatizar la cercanía de este medio a Juan Pablo, al igual que las Sabritas espirituales, dieron pie a una catarsis antisolemne y sus efectos fueron más que contrastantes con la gravedad del ejercicio de la fe. Sin embargo, lo que más me asombra del trabajo informativo de la radio y la televisión alrededor de la vista papal, no es que hayan actuado como lo hacen siempre, sino que no lo hayan hecho de otra forma.

La cuarta visita planteaba retos importantes en materia de comunicación a los medios electrónicos. En primer lugar, era una visita que se daba en el contexto de una mayor competencia entre televisoras y estaciones radiales. Era, además, un momento propicio para exhibir todos los recursos, particularmente los de la imaginación, para mostrar mayor calidad e ingenio, y capturar un mayor segmento del auditorio. Pero las apuestas, al final, fueron sobre lo ya conocido, reforzando las posiciones existentes de cada empresa y evitando todo riesgo. Como siempre, los medios apostaron por lo más fácil, eludiendo cualquier compromiso serio con sus espectadores.

Radio Red, por ejemplo, volvió a señalar que aquello que lo destaca de la competencia es la cercanía en los eventos cuando estos ocurren. Sin embargo esta campaña de promoción, y la propia cobertura, no tuvo diferencias notables con la promoción y la cobertura de la misma estación del Fondo Económico Mundial en Davos, Suiza. En el caso de Televisa y Televisión Azteca, la primera sigue queriendo aparecer como la cadena televisiva que antecede a su competencia, por lo que equívocamente destacaron sus cualidades apelando a la experiencia. Recurrieron, pues, lo mismo a Zabludowsky y Lolita Ayala, que a la sempiterna corresponsal en Roma, como si el pasado de esa televisora fuera el aval de sus actividades presentes. Lo curioso es, además, que un medio de comunicación que se pretende de vanguardia y en competencia contra el resto, se ampare en el pasado, pero en fin. TV Azteca, por su parte, se siguió colocando como Televisa hace 10 años. La frase ``El Papa en Tierra Azteca'', que utilizó para promocionar la transmisión, no sólo se antoja rancia sino, además, un tanto soez, si se toma como la afirmación de que el Papa vino a la tierra de la televisora. En cualquier caso, es un hecho que las coberturas de la visita de Juan Pablo II a nuestro país no trajeron nada nuevo a los espectadores. Al contrario, volvimos a vivir el refrito de cualquier cantidad de eventos similares transmitidos anteriormente.

Si hay algún tipo de lección que los medios puedan sacar del fenómeno mediático de la visita del Papa, es que al hacerse cada vez menos notable la diferencia entre ellos, en el momento en que la transmisión por la XEW o por Radio Red era prácticamente idéntica, y lo mismo en cualquiera de las cadenas televisivas, no sólo todos pierden puntos en la carrera de la competencia por el auditorio, sino que acaban por aburrir al propio auditorio. Algo que ciertamente debería preocupar, porque en última instancia los anunciantes, aun los de telefonía confesional o los de refrescantes bebidas angelicales, lo pueden notar.