n Tan sólo en un año decrecieron casi 16 veces; otros apoyos, a la baja


Por reducción de subsidios, caída anual de 1.57% del PIB agropecuario desde 1995: UNORCA

n Alianza para el Campo respalda a los grandes productores, como la familia Bours

Angélica Enciso L. n La crisis del sector agropecuario se ha profundizado en la actual administración, advierte la Unión Nacional de Organizaciones Campesinas Autónomas (UNORCA), y da cifras: los subsidios equivalentes al productor pasaron de 5 mil 328 millones de dólares, en 1994, a tan sólo 354 millones de dólares, en 1995.

La UNORCA agregó que los agricultores de maíz y frijol están prácticamente sin protección ante el TLC, ya que se realizan importaciones sin arancel sin límite, y el año pasado fueron de poco más de 13 millones de toneladas; además, el PIB agropecuario en los últimos cuatro años tuvo un decremento de 1.57 por ciento anual, mientras el nacional registró un incremento de 1.5.

En el estudio Propuestas de política agropecuaria, la organización señala que los apoyos de Alianza para el Campo, el programa eje de la Secretaría de Agricultura, se orientan a los grandes productores y, como ejemplo, señala el caso de la familia Bours Castelo ųEduardo Bours Castelo es el líder del Consejo Coordinador Empresarial de Sonora, donde concentró en el Valle del Mayo los subsidios de proyectos de fertirrigación en cerca de cien hectáreas.

Precisa que la caída de los subsidios llevó a que pasaran de representar 34 por ciento de la producción agrícola, a sólo 3 por ciento. Los subsidios otorgados a través de Procampo también presentaron una baja, entre 1994 y 1998, de 30 por ciento en términos reales.

Detalla que el PIB agropecuario, en el tercer trimestre de 1998, bajó 1.6 por ciento, mientras que el resto de la economía creció 5.3, a pesar del aumento de la producción agrícola en ese periodo, lo cual no logró compensar las pérdidas de los dos primeros trimestres.

Asimismo, agrega, el PIB agropecuario cada vez es más bajo, ya que en una década ha disminuido en un punto: mientras en 1986 representó 6.7 por ciento, en 1996 llegó a 5.6. A esto, indica, se suma el hecho de que el presupuesto de egresos para el sector bajo en 27 por ciento en términos reales para 1999.

Considera que el incremento en la producción de granos se ha dado "en gran medida al esfuerzo de los productores y los campesinos, pero no se refleja en una mejoría de sus condiciones de vida, pues se desvanecen al enfrentarse a precios que no garantizan su rentabilidad".

Respecto a los apoyos a la comercialización, indica que esos recursos no llegan a los campesinos pobres y se concentran, en el ciclo otoño-invierno, en las zonas de riego. Además, los subsidios que otorga Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria (Aserca), a través de pago de coberturas, únicamente los aprovechan los grandes productores, ya que los pequeños están sujetos a los intermediarios.

En relación con los efectos que el Tratado de Libre Comercio ha generado al agro, destaca que ha alentado las importaciones, y esto ha propiciado que se depriman artificialmente los precios en el mercado interno.

Precisa que aun con producciones récord, como ocurrió en 1996 cuando se llegó a 18 millones de toneladas de maíz, las importaciones del grano sin arancel alcanzaron 5.8 millones de toneladas, cuando la cuota autorizada por el TLC era de 2.65 millones. El año pasado, se presentó algo similar, ya que aun con producción récord de 18.4 millones de toneladas, las importaciones de maíz rebasaron la cuota, pues ésta era de 2.8 millones, y las compras del exterior fueron por 5.03 millones.

La UNORCA considera que los agricultores mexicanos de maíz y frijol no cuentan con la protección de 15 años pactada en el TLC, sino que se encuentran en un mercado abierto. Destaca que los productores mexicanos no son tomados en cuenta para las importaciones, ya que la decisión sobre el volumen de esas compras se toma en el Comité de Cupos de Importación, donde no participan representantes de los productores y sólo están las secretarías de Agricultura y Comercio, así como los consumidores del grano.

Además, señala, los criterios y periodos en los que se definen los cupos tienen un "gran impacto sobre la rentabilidad y posibilidades de comercialización de los granos básicos por parte de los campesinos y sus organizaciones".

Frente a esta situación y ante el hecho de que 23 por ciento de la población económicamente activa participa en él, UNORCA propone que los subsidios se otorguen a los productores y campesinos que no se ven beneficiados por el mercado; que se recuperen los niveles que Procampo tenía hace cuatro años; que los recursos de Alianza para el Campo tengan un manejo más transparente, y que se den a conocer públicamente los proyectos aceptados; que se cumpla con los tiempos pactados en el TLC, y que no desaparezca Conasupo, ya con ello el Estado renuncia a su función de regulador del mercado.