n La fragmentación del comité no acabó con su influencia
Aun disuelto, el KGB nutre las filas de la nomenklatura
n Decenas de sus ex integrantes son piezas claves de la vida política rusa
Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 21de febrero n En los últimos 15 años, probablemente desde el interregno de Yuri Andropov al frente de la URSS, del 12 de noviembre de 1982 hasta su muerte el 9 de febrero de 1984, el Comité de Seguridad del Estado (KGB) ųaun desaparecido como talų no había vuelto a desempeñar un papel tan activo y relevante en el quehacer político interno de Rusia.
Ciertamente, el KGB no ejerce influencia en la toma de decisiones como institución, pues ya no existe al fragmentarse en cuatro servicios independientes, pero sí fue un factor determinante en la formación de un creciente número de prominentes figuras de la clase política en el poder, ubicadas en grupos y ámbitos distintos.
Y no sólo porque el primer ministro, Evgueni Primakov, quien dirigió el servicio de inteligencia exterior de 1991 a 1996, ha favorecido --como es lógico-- la designación en importantes cargos del gobierno de colaboradores cercanos, cuya trayectoria siempre había estado vinculada al KGB. De acuerdo con una primera estimación en torno a datos públicos, no menos de 30 ex altos funcionarios del KGB, la mayoría con rango militar de general, ocupan hoy posiciones clave también en la Oficina de la Presidencia, en los medios y en la iniciativa privada.
No todos han tenido esa suerte. Se calcula que entre 40 y 60 mil oficiales debieron cambiar de empleo, a consecuencia de las varias reorganizaciones que sufrió el KGB a partir de la desintegración de la URSS en 1991. A la fecha, el KGB dio origen al Servicio Federal de Seguridad (FSB), contraespionaje; el Servicio de Inteligencia Exterior (SVR), espionaje; la Agencia Federal de Comunicaciones Gubernamentales e Información (FAPSI), criptografía y protección de la red del gobierno, y a las Tropas de Guardafronteras, todo un ejército al margen del Ministerio de Defensa.
La fragmentación del KGB en cuatro organismos independientes no es fortuita y tampoco obedece sólo al deseo de distribuir mejor las funciones que cumplen cada uno de sus desprendimientos. Al desaparecer la Unión Soviética y para consolidar su liderazgo en la etapa inicial de su gestión, el presidente Boris Yeltsin se fijó como meta debilitar a una institución que, a pesar del colapso del sistema, seguía siendo "un Estado dentro del Estado".
El propósito se logró con creces. En el complejo proceso de reorganización del KGB, se tomaron en cuenta otros factores que han determinado la estructura actual del aparato de seguridad de Rusia, que incluye también a la Dirección General de Inteligencia (GRU), espionaje militar, supeditado al estado mayor de las Fuerzas Armadas.
Una de las razones fundamentales para mantener separados al Servicio Federal de Seguridad y al de Inteligencia Exterior, en opinión de los expertos que han seguido el tema, es la histórica y recíproca animadversión que sienten los oficiales de contraespionaje y los espías. El fenómeno no es exclusivo de Rusia y recuerda, toda proporción guardada, la pugna intramuros que se dio en la CIA cuando James Angleton, el jefe del contraespionaje, y Wiliam Harvey, que dirigía las operaciones encubiertas, estuvieron enfrentados durante años dado que las sospechas del primero sobre las conspiraciones del KGB rozaban la paranoia.
Los enfoques
Todo esto viene a cuento porque, en el caso de Rusia, hay elementos para suponer que la rivalidad entre contraespionaje y espionaje no puede ser del todo ajena a dos figuras esenciales del equilibrio del poder en el país como son el jefe de la Oficina de la Presidencia y secretario del Consejo de Seguridad, el general de contraespionaje Nikolai Bordiuzha y el primer ministro Primakov.
Bordiuzha y Primakov tampoco tienen que ser necesariamente enemigos irreconciliables, pero está fuera de toda duda que cada uno tiene su propia visión de las cosas y pocos creen que entre ambos exista un pacto secreto para aislar a Yeltsin y despejar al primer ministro el camino hacia la presidencia. Hasta ahora, más bien, Bordiuzha ha servido de contrapeso a Primakov y, si esta dinámica se mantiene, uno de los dos tendrá que dejar el cargo antes de los comicios presidenciales del 2000.
Existen varias versiones sobre el sorprendente ascenso de Nikolai Bordiuzha a la estratégica Oficina de la Presidencia en diciembre pasado, en sustitución de Valentin Yumashev, viejo amigo del presidente y su familia. La más probable apunta a que, de manera indirecta como suele hacerlo, influyó en la decisión el magnate financiero Boris Berezovski a través de Tatiana, la hija menor de Yeltsin.
El general Bordiuzha, coinciden tres fuentes consultadas por este corresponsal, fue recomendado al presidente como un militar disciplinado, "manejable" por su falta de experiencia política y candidato idóneo para cuidar las puertas del Olimpo, como llaman los rusos genéricamente al conjunto habitacional integrado por el Kremlin, el Hospital Central, el sanatorio de Barbija y demás residencias del jefe de Estado.
Si Berezovski no influyó en la designación del actual titular de la Oficina de la Presidencia, la ominosa sombra del magnate está detrás de la primera decisión que tomó Bordiuzha, pocos días después de asumir el cargo: nombró como subjefe de la misma a Vladimir Makarov, también general de contraespionaje, encargándole supervisar el área de nombramientos de la Presidencia. Puede argumentarse que son amigos cercanos desde que Bordiuzha fue subordinado de Makarov, entre 1991 y 1992, en la dirección general de personal del FAPSI. Al mismo tiempo, no deja de parecer extraño que la elección para un puesto tan decisivo haya recaído en Makarov, quien --de 1994 a diciembre de 1998-- se desempeñó como director de personal de la Compañía de Proyección Financiera, empresa con fuertes vínculos con el imperio de Berezovski y cuyo director general es identificado como asesor financiero de aquél y, simultáneamente, de Valentin Yumashev y, por extensión de Tatiana, la hija de Yeltsin.
Otros compañeros de armas de Bordiuzha, además de Makarov, despachan ya en el Kremlin: Aleksei Moliakov, ex jefe de contraespionaje militar del FSB, es secretario adjunto del Consejo de Seguridad; igual rango tiene Oleg Chernov, que inició su carrera en el KGB en 1975, y Vladimir Osipov que de subdirector del FAPSI, pasó a director general de personal de la Presidencia.
La última reserva
El primer ministro Primakov ha recurrido con profusión a sus antiguos subordinados en el Servicio de Inteligencia Exterior, que él mismo denomina "la última reserva". Sin agobiar al lector con una relación detallada, convendría mencionar los nombramientos más relevantes: Yuri Zubakov, jefe del aparato del gobierno con rango de ministro; Robert Markarian, coordinador general de asesores del jefe de gobierno; Valeri Kantorov, director general de Administración del gobierno; Grigori Rapota, director general del monopolio estatal de venta de armas, Rossvoruzhenie; Nikolai Yermakov, presidente del Comité Estatal de Pesca; Yuri Kobaladze, primer subdirector de la agencia noticiosa ITAR-TASS; Liev Koshliakov, director de noticias de la televisión del Estado; Igor Ambrosov, director de Radio Rossii, la principal emisora del Estado; Boris Ivanov, primer subjefe del servicio de prensa de la Presidencia, y Yuri Diomin, subprocurador general de Rusia.
Del otro lado de la barrera, en la iniciativa privada y algunos al servicio de los llamados oligarcas, han encontrado aplicación a sus conocimientos y hábitos profesionales personajes como Vladimir Kriuchkov, último presidente del KGB soviético y ahora miembro del Consejo de Administración de la empresa RTR Reguion, que forma parte del consorcio AFK Sistema, muy ligado a Yuri Luzhkov, el alcalde de Moscú y aspirante a la presidencia; Viktor Ivanenko, ex director del Servicio Federal de Seguridad convertido en director del servicio de seguridad de la compañía petrolera Yukos, y Alexander Kondaurov, ex jefe del centro de comunicación social del KGB, a cargo del servicio analítico del Banco Menatep, del oligarca Mijail Jodorkovsky.
Asimismo, hay generales del antiguo KGB que son altos ejecutivos de importantes bancos y empresas: Vladimir Marushenko, Gasprom; Filip Bobkov, Grupo Most; Yuri Drozdov, Boris Bolshakov y Alexander Yurchenko, Banco SB-Agro, y Valeri Buchumov y Viktor Loyko, Grupo Interross.