Efraim Hernández Xolocotzi
Carlos H. Avila Bello
Hay hombres que
luchan un día
y son
buenos
Hay quienes luchan
muchos años
y son
mejores
Pero hay los que
luchan toda la vida:
Esos son los
imprescindibles
Bertold
Brecht
Este 21 de febrero se cumplieron ocho años de la desaparición física del maestro Efraim Hernández Xolocotzi. La investigación en las ciencias agrícolas ha dado un giro importante desde su muerte, pues me parece que hemos regresado a los tiempos que él creyó superados, aquellos en los que se ignoraba la existencia de la agricultura y la ciencia tradicionales, que favorecen la investigación en campos experimentales bajo condiciones ideales para obtener resultados que sólo podrán aplicar los agricultores con altos recursos económicos y permiten la entrada de altas cantidades de energía fósil, lo que contribuye al deterioro de los recursos naturales, del agroecosistema y la dependencia de los campesinos y el país.
La principal institución de investigación agrícola en el país, el INIFAP, tiene un marcado sesgo a favorecer la investigación y transferencia de tecnología para los agricultores ricos (revísese, por ejemplo, el papel de las fundaciones Produce), desentendiéndose casi por completo de la agricultura tradicional, que, cabe mencionar, practica la mayoría rural del país. Hernández Xolocotzi siempre impulsó la investigación en la agricultura tradicional bajo las condiciones ecológicas, económicas y culturales de los productores indígenas y campesinos, y aunque normalmente recibió apoyo económico y preparó infinidad de recursos humanos en esa área del conocimiento, los esfuerzos se llevaron a cabo en pequeñas regiones y con escaso personal.
No se entienda que trato de demeritar lo que se hizo; por el contrario, ese esfuerzo debiera revisarse y retomarse para dar origen a la creación del instituto nacional de investigaciones para la agricultura tradicional. En tal institución, si llegara a ver la luz, podría retomarse el espíritu integrador del maestro y por ello constituirse en una organización interdisciplinaria en la que tengan cabida agrónomos, biólogos, veterinarios, antropólogos, economistas y sociólogos, con experiencia en diferentes áreas del conocimiento.
Existen otros dos aspectos que el maestro Hernández X. siempre inculcó, pero que, sin embargo, no se consideran o se hace de manera muy limitada en los planes de estudio de las carreras relacionadas con el campo, especialmente en aquellas más técnicas como agronomía, veterinaria y biología: la metodología de la investigación participativa y la filosofía de la ciencia; en esta última siempre insistió Hernández X. en que debería entenderse como la manera de conducir la investigación, de darle un sentido social y humano, de poner los conocimientos adquiridos al servicio de la mayoría rural del país.
Me parece que a ocho años de la muerte del maestro (como lo llamábamos todos con respeto y cariño), y con el abandono al que está sometido el campo mexicano, se deben retomar muchas de las enseñanzas y observaciones que hizo con gran visión Hernández Xolocotzi. Ello llevaría al campo, a las ciencias relacionadas con él y a los propios campesinos mexicanos por mejores caminos.
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