Filosofía de la ciencia, Ƒpara qué?
Miguel Angel Barrón Meza
En un artculo aparecido hace algunos aos en la conocida revista Nature (vol. 329, 15/10/87), dos investigadores britnicos se quejaron amargamente de los drsticos recortes en el presupuesto pblico que sufri la ciencia inglesa en los 80, y culparon de ello a los filsofos de la ciencia que, con sus opiniones llenas de escepticismo y relativismo, lograron poner en duda entre los gobiernos y el gran pblico la imagen de seriedad, objetividad y capacidad de acercamiento a la verdad de la ciencia.
Para probarlo, citaron esa horrorosa y hertica frase de un filsofo: ÒHabiendo perdido su monopolio en la produccin del conocimiento, los cientficos han perdido tambin su posicin privilegiada en la sociedad; de modo que las recompensas para esos creadores de teoras efmeras y desechables se han reducido, como corresponde a su devaluado trabajo y sus empequeecidas ambicionesÓ. Los autores hacan un llamado a los cientficos para refutar vigorosamente esas errneas y dainas ideas de los enemigos de la ciencia, a quienes llamaron Òtraidores a la verdadÓ.
Ms recientemente, un ganador del premio Nobel de Fsica, Steven Weinberg, escribi (El sueo de una teora final, editorial Grijalbo, 1994): ÒNo me parece que sea til para los fsicos un conocimiento de la filosofa de la ciencia, ya que ellos poseen una filosofa operativa producto de un crudo realismo. No creo que la filosofa de la ciencia proporcione a los cientficos de hoy ninguna gua til sobre cmo proceder en su trabajo o sobre lo que puedan llegar a descubrir. Las crticas radicales a la ciencia provenientes de los filsofos suponen un peligro por su posible influencia sobre los encargados de los recursos financieros y las nuevas generaciones de cientficosÓ.
Segn John Horgan (El fin de la ciencia, editorial Paids, 1998), quien tuvo la oportunidad de entrevistar personalmente a algunos de los miembros ms conspicuos de la moderna filosofa de la ciencia, la actitud anticientfica de esos filsofos est en realidad motivada por su enorme fe en la ciencia, a la que atribuyen ms poder del que realmente tiene; es decir, al negar la capacidad de la ciencia para llegar a la verdad, los filsofos actan como el padre amoroso, pero estricto, que propina una dura regaina al hijo descarriado.
Se puede intentar leer, sin sentir mariposas en el estmago Ðy posiblemente hasta con una sonrisaÐ, esta frase del anarquista Paul Feyerabend, el Salvador Dal de la filosofa acadmica (Science, vol. 206, 1979): ÒLa ciencia normal (en el sentido kuhniano) es un cuento de hadas, pues tiene igual valor que otras vas alternas para llegar al conocimiento, tales como la astrologa, la acupuntura y la brujera. La ciencia est a la par con la religin y la prostitucinÓ. Si se logra terminar de leer el artculo y no se tira inmediatamente a la basura, eso significa que el sentido del humor est mejorando.
Llevndole la contraria a Weinberg, uno se pregunta: Àpara qu sirve la filosofa de la ciencia? Habr tantas respuestas como personas se planteen la duda. Teniendo en mente La estructura de las revoluciones cientficas, de Thomas Kuhn (editorial Fondo de Cultura Econmica, 1975), se puede decir, entre muchas otras cosas, que la filosofa de la ciencia le permite al cientfico o al investigador tener una idea aproximada de los resortes internos que empujan el desarrollo cientfico y tecnolgico; que la ciencia avanza acercndose asintticamente a la verdad, y que Ðpara desilusin de muchosÐ la mayora de las contribuciones al conocimiento tienen el mismo efecto que una gota de agua en el ocano y se ubican dentro de la ciencia normal y no Ðcomo se quisieraÐ dentro de la ciencia revolucionaria, aquella que crea nuevos paradigmas. Para terminar, si se abre la mente y se hacen a un lado los prejuicios, la filosofa de la ciencia puede ayudar a ver de manera autocrtica el trabajo de investigacin propio, obligando as al investigador a poner los pies en el suelo.
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