ASTILLERO Ť Julio Hernández López

El proceso electoral vivido en Quintana Roo e Hidalgo este domingo reciente, y los preparativos hechos en Nayarit y el estado de México para cerrar con ellos el expediente comicial de este año, apuntan con claridad a la preocupante reinstalación de las peores prácticas priístas como método para la conservación del poder.

Tal predominio del estilo de alto mapachaje es ya, desde ahora, un peligro para la estabilidad política y económica del país, en cuanto pareciese prefigurar un escenario de confrontación natural para la crucial elección del 2000.

A diferencia de algunos comicios anteriores, en los que el sistema y su principal pieza, la presidencial, permitieron contiendas más o menos reguladas, en las que se evitó el exceso en el uso de recursos públicos y se inhibió la presencia de adulteradores electorales, ahora, en el cierre de temporada, todo indica que en las cúpulas políticas la tendencia que ha ganado la batalla es la que apuesta a conservar el poder mediante el uso descarado y descarnado de todo cuanto tiene a su favor ese sistema, como los tradicionales recursos del acarreo, la compra de votos, las maniobras fraudulentas. Tal reaparición triunfante de los viejos estilos anticipa lo que se prepara para el 2000.

El endurecimiento priísta es consecuencia del endurecimiento del talante presidencial, metido de manera temprana en los devaneos del anticipado fin de sexenio que se vive.

El presidente Zedillo está dispuesto a confrontar abiertamente a quienes actúan con fuerza contra sus ideas. Lo mismo a gobernadores brasileños que a militares que han expresado de manera pacífica sus inconformidades en un país que presuntamente se rige por un estado de derecho, en el que tales expresiones son permitidas y cuya veracidad o falsedad sólo pueden ser establecidas por jueces y tribunales que deben recorrer un proceso jurídico completo y no sumario.

Ese mismo ánimo de confrontación ha ido creciendo en el terreno electoral. Cada vez son más las libertades que les son concedidas a los gobernadores deseosos de aplicarse en sacar adelante a sus herederos o, en el caso de Quintana Roo, de favorecer al priísmo como una manera de intentar escapar a la guillotina montada con propósitos ejemplares desde antes de las elecciones.

Ya las directivas nacionales del PAN y del PRD han detectado la grave tendencia en curso. En Hidalgo se aplicó todo el sistema de partido, como también en Quintana Roo, aunque en esta entidad con la participación y supervisión de expertos nacionales. En Nayarit y en el estado de México la fórmula será la misma. Todo el dinero gubernamental que sea necesario, control de los medios locales, equipos de operadores electorales aceitados para ajustar las cifras oficiales a los deseos superiores, apabullamiento de la oposición, uso y abuso de los recursos del Estado mexicano.

Así está diseñado el futuro electoral. A menos que los ciudadanos, los partidos de oposición, los nuevos vientos, logren cambiar las tendencias impuestas desde arriba.

Continúa el golpeteo interno en QR

En Quintana Roo sigue la batalla subterránea. El gobernador Mario Villanueva Madrid trata de impedir que se reconozcan los triunfos del PRD en cuatro diputaciones locales.

Cancún, la ciudad clave del municipio llamado Benito Juárez, es hoy escenario del enfrentamiento entre el alicaído pero todavía peleador Villanueva, la familia Joaquín Coldwell (protectora de siempre de Magaly Achach, la candidata priísta a presidenta municipal) y el triunfante Joaquín Hendricks.

Tan duro es el jaloneo que se acordó ayer decretar un receso en el recuento de votos de Cancún para continuarlo el miércoles próximo. En ese lapso habrá un nuevo realineamiento político. Villanueva Madrid considera que ha cumplido con el sistema y que, por tanto, se le deben ciertas recompensas que no pueden ser sólo las relacionadas con la atenuación de sus problemas judiciales. Don Mario perdió la gubernatura, que deseaba heredar al senador Jorge Polanco Zapata, y ahora se niega a que la familia Joaquín se quede con el importantísimo Cancún.

Querencia presidencial

Por cierto, Quintana Roo es un estado al que le tiene especial afecto el presidente Zedillo. El año pasado estuvo en varias ocasiones en Cozumel, donde le gusta practicar buceo. En tal lugar hay una casa que se dice es propiedad del general Enrique Cervantes, secretario de la Defensa Nacional. Otros anfitriones del presidente son el banquero Roberto Hernández, a quien algunas versiones periodísticas insisten en involucrar en actividades dañinas para la reserva de la biosfera de Siam Ka'An, y don Nassim Joaquín Ibarra, un viejo comerciante de gran poder económico y político, padre de Pedro, uno de los ex gobernadores de la entidad.

El siguiente episodio de la telenovela quintanarroense se referirá al destino que tenga el malo de la historia, el gobernador Villanueva Madrid, a quien las versiones en curso insisten en mencionar como víctima de una conjura internacional que lo pondría como necesario sacrificado para que México consiga la certificación antidrogas de Estados Unidos. Lo importante será qué tanto empujó Villanueva para sacar adelante la victoria de Joaquín Hendricks y, en ese torbellino electoral, con qué tantos secretos comprometedores se habrá quedado don Mario como para chantajear al sistema.

Astillas: Ya de salida, con el tiempo político contado, Felipe Calderón Hinojosa ofrece lo que ya no podrá cumplir personalmente: que PAN y PRD discutan sobre la posibilidad de aliarse para los comicios del 2000 y, más en corto, para los del estado de México. En tanto en Nayarit, quiera o no don Felipe, el poder del dinero de Antonio Echevarría ha logrado que el PAN se sume a la candidatura a gobernador del rico empresario, a quien ya postulaban el PRD y otros partidos menores. En el estado de México las condiciones son diferentes, pues José Luis Durán e Higinio Gómez no tienen ninguna posibilidad de declinar uno en favor del otro sino que, por el contrario, están irreversiblemente encarrerados en sus respectivas campañas. Para el 2000, ni modo que Fox o Cárdenas declinen uno para darle paso al otro. En fin, las palabras de Calderón pareciesen más bien el principio del declive de un liderazgo... Dice Roberto Madrazo Pintado que no suspenderá la propaganda que a altísimo costo difunde en canales nacionales de televisión pues, asegura, no buscan promover las aspiraciones presidenciales del gobernador de Tabasco, sino la imagen y el desarrollo de la entidad. Los polémicos comerciales seguirán adelante, sostuvo, a pesar de lo que dicen en contra algunos descontentos. Conviene recordar que el descontento mayor provino de Los Pinos, cuyo ocupante principal denunció que el dinero público se gastaba en algunos estados para promover asuntos personales y no para el bien de la colectividad.

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