n Teresa del Conde n
Identidades dispersas
Así se titula la exposición multimedia que se exhibe en el MUCA (adjunto a la Facultad de Arquitectura de la UNAM) demostrando que ese espacio, por tantos conceptos privilegiado, empieza a recuperar el fuero que tuvo y que perdió por largos años. La muestra conmemora el 50 aniversario del Estado de Israel y con el pretexto del significado que puede atribuirse a la palabra ''tierra", el curador Edgardo Ganado Kim reunió 40 obras de 17 artistas, integrando un conjunto de instalaciones, pinturas, videos y tridimensionales en su mayor parte de muy buen nivel.
Cuando hay una exposición temática y no mucho tiempo para prepararla, cosa que sucede en muchos casos, el tema queda por debajo de la pertinencia estética de las piezas, si bien la división en rubros mediante títulos sí da cabida al hilo conductor ecológico, político, de identidad, que el tema supone. Entre los participantes hay artistas judío-mexicanos, pero verdad sea dicha, eso no los separa en lo más mínimo de quienes no enlazan con el judaísmo.
En cualquier caso, todos son artistas que de tiempo atrás han trabajado el tema, varios de ellos con fortuna como lo ejemplifican las instalaciones de Perla Krause, especialmente Serie sueños conformada por 40 recipientes cuadrados capaces de contener, igual que un sartén de teflón achaparrado, vestigios geológicos. Esta obra se encuentra colocada a ras del piso, en cambio las siete escaleras adosadas a una mampara y con pesos repartidos a lo largo de los tramos, pueden aludir a la Escala de Jacob soñada por el personaje mientras viajaba a la región superior del Eufrates, con objeto de encontrar una esposa cananita entre las hijas de su tío Laban. La escala de Jacob, por donde suben y bajan ángeles se ha convertido en tema artístico desde hace siglos, como en el filme Jacob's Ladder, del ciclo Vietnam se amarra en esa historia.
Como paisajes, aunque en principio no lo son estrictamente, pueden tomarse las pinturas de Irma Palacios y Beatriz Ezbán. Esta, según mi punto de vista, ha prestado con bastante fortuna atención al impresionismo a partir de las últimas pinturas de Monet. Al igual que las piezas de estas pintoras, la inclusión de tres esferas Astrónomo 28, 31 y 32 de Yishai Jusidman constituye un acierto. Son obras realizadas entre 1989 y 1990, que si una cosa demuestran es la posibilidad de encarar la pintura de modo actualizado sin desvirtuar su índole ''pictórica" valga la redundancia. Se trata de glosas inteligentemente transportadas a los planos de la esfera-ovoide de uno de los valles de México, de José María Velasco.
Me pareció en cambio que Navegantes (1995), de Francisco Fernández Taca, es excesivamente deudora de José Bedia, con todo y que conjuga el tema de los balseros con la Barca de Caronte, es mejor su otra participación: Tierra caliente, del mismo año, que casi pareciera corresponder a distinto artista. Excelentes los dibujos a tinta de Alejandro Montoya de la serie CD 1945 que aluden al holocausto, a la destrucción bélica, a lo que queda a resultas de ésta: la erosión de la vida y de la naturaleza.
En verdad la muestra ofrece obras interesantes, algunas de vis cómica, como las monjas coronadas de Bestsabé Romero convertidas en paisaje y como el conocido Cipactli, una fotografía en tres planos sobre acetato transparente de Gerardo Suter. Las dos pinturas de Boris Viskin están también entre las buenas piezas del conjunto, muestran su preocupación por el espacio pictórico; la primera, de 1995, mediante un enrejado a lo Mondrian con huellas de pies que siguen un trayecto en forma de 8 y la segunda Mujer y paisaje (1998) con la apariencia fantasmática (Ƒy volcánica?) de una figura femenina tendida a la que se adhieren tres paisajitos kitsch.
No pude ver el video Chocorrol, de Yoshua Okon, porque su proyección era casi imperceptible. En cambio Morbo, de Alfredo Salmón, puede verse en forma muy nítida, pero de morbo no tiene nada. La instalación de Diego Toledo, Rastra (1993), me parece poco afortunada y excesiva en este contexto, quizá no en otros, sin embargo la pieza de este artista, que sirve para abrir la exhibición fuera del ámbito de la funciona muy bien en tanto connota la idea de viaje por su forma de nave.
Las Torres de Babel de Gabriel Macotela, pudieron haberse resignificado mediante palabras, siguiendo la idea de After Babel, el ensayo de Steiner. Siento que envejecen mal.
Las impresiones lifocrome Corpus delicti, de Ilan Lieberman, efectivamente se tornaron delictivas por haber colocado cerca de ellas una pequeña piedra a modo de mininstalación, para significar que el hueco de la piedra perceptible en la segunda foto obedece a la presencia en el MUCA de la piedra removida.
Igualmente me pareció que las Semillas, especie de pepitas de pistache magnificadas en cerámica de Xawery Wolski, quedaron mal instaladas y dicen poco; en cambio los Negros, de Beatriz Zamora, que vemos desde hace más de 20 años, lucen muy refrescados y actualizados en estas versiones 1998.