n Alberto Aziz Nassif n

ƑMás de lo mismo?

Después de conocer las tendencias de los resultados parciales de los comicios en los estados de Hidalgo y de Quintana Roo, en los cuales ganó el PRI, es válido hacer preguntas que conducen a los enfoques de cambio o continuidad: Ƒpor qué más de lo mismo?, o Ƒpodría haber sido de otra forma? Se pueden establecer varios criterios para analizar qué pasó: los candidatos, las estructuras de los partidos, las alianzas, o la evaluación de los gobiernos.

Hidalgo es uno de los estados que todavía pertenecen al país del PRI y, salvo algunas zonas más urbanas e industrializadas (Ciudad Sahagún, Tepeji, Tulancingo), hay un territorio muy hegemonizado por ese partido (Mezquital, la Sierra Oriental, la Huasteca). Hace algunos años le preguntaba a Pablo Vargas, un estudioso de los procesos políticos de ese estado, cómo era posible estudiar el tema de la transición a la democracia en un territorio dominado por la hegemonía y el caciquismo del partido oficial. Creo que la pregunta sigue siendo válida. Los resultados parciales del domingo pasado apuntan hacia una conclusión: la oposición tendrá que esperar otros tiempos para ubicarse en una situación de mayor competitividad. Ante un PRI con 53 por ciento, a pesar de la fuerte abstención registrada, es lógico pensar en la importancia de una alianza opositora, como la que se trató de establecer entre el PRD y el PAN, con Miguel Angel Granados Chapa a la cabeza; sin embargo, no hubo condiciones y ahora los resultados muestran que en realidad ésa hubiera sido la única posibilidad de enfrentarse a un poder hegemónico. La oposición separada, en la que el PAN incrementó sus votos respecto a 1997 (de 16 a 32 por ciento) y el PRD los disminuyó (de 26 a 14 por ciento), está todavía lejos de disputarle al PRI el poder en Hidalgo. En este caso hubo más de los mismo porque la oposición fue incapaz de aliarse y, además, se debilitó al presentarse en dos frentes; porque el PRI reforzó sus estructuras tradicionales de apoyo pudo disciplinar a sus inconformes y no tuvo rupturas, mantuvo su hegemonía en las zonas rurales y compitió con fuerza en las ciudades. Mientras que estas condiciones se mantengan, será difícil que los resultados cambien.

En Quintana Roo, un estado muy joven que apenas eligió a su quinto gobernador, hay un claro avance de la competitividad en las zonas urbanas que crecen al ritmo de la industria del turismo (Cancún, Cozumel). En el contexto electoral, el gobernador protagonizó diversos conflictos, uno con la dirección nacional de su partido y con grupos priístas de la entidad, y uno más por las acusaciones que lo vinculan con el narcotráfico en esa zona del país; quizá por ello Mario Villanueva dijo que una vez que termine su periodo morirá para la política. Esa evaluación conflictiva del gobierno saliente no fue una condición suficiente para que el PRI perdiera, aunque por el margen entre el primero y el segundo lugares, parece que sí le afectó. Otro factor influyente fue el hecho de que la oposición seleccionó candidatos muy cercanos al priísmo, por lo que tal vez no tuvieron una oferta diferente y más atractiva para darle la vuelta al marcador. Los resultados del domingo pasado están dentro de un esquema similar al de los comicios federales de 1997, el PRI se ajustó a la baja y pasó de casi 47 por ciento a cerca de 43 por ciento, el PRD incrementó sus votos en un porcentaje de más de 10 por ciento (de 23 a 34 por ciento) y el PAN bajó ligeramente de 23.7 por ciento a un 20 por ciento. En Quintana Roo se da otro episodio de pragmatismo, en donde los partidos de oposición recurren a candidatos que tienen poco que ver con sus siglas, con el fin de ganar votos. La fórmula le volvió a servir al PRD para subir sus porcentajes y se ubicó a tan sólo ocho puntos debajo del PRI, no así al PAN, que se ubicará en el tercer sitio. A diferencia de la hegemonía priísta de Hidalgo, en Quintana Roo se fortalece un esquema de competencia y volatilidad en el voto. En síntesis, procesos distintos, resultados similares.