n Luis Hernández Navarro n
Electricidad: la confusión de los confusos
Parafraseando a Julio Cortázar en el Libro de Manuel, puede decirse que en el actual debate sobre la privatización de la industria eléctrica "cuando se habla de confusión, lo que casi siempre hay es confusos..." Porque los términos de la discusión son muy claros. El rechazo a la reforma no viene de la ignorancia ni del dogmatismo, como dice el presidente Zedillo, sino del fracaso de las experiencias de privatización previas y de la carencia de argumentos sólidos para privatizar un sector estratégico para el desarrollo nacional.
Nadie puede afirmar que la privatización de las carreteras o de la banca hayan sido exitosas, ni que proporcionaron mejores servicios ni más baratos. Sí provocaron, al igual que otras privatizaciones, una mayor concentración de la riqueza. Nadie puede garantizar que, por más claridad que haya en la privatización del sector eléctrico, esto no va a suceder.
Hasta el momento los promotores de la reforma constitucional no han querido explicar con claridad cuestiones claves de su propuesta, y, por el contrario, han filtrado a los medios de comunicación información sobre inminentes fallas en el servicio, que han tenido que desmentir inmediatamente. No han dicho por qué se requiere de una inversión de 25 mil millones de dólares para modernizar la industria, cuando los expertos insisten en que la cifra requerida es de apenas poca más de la mitad de esa cifra. Han guardado un pesado silencio sobre el costo de las tarifas. Saben que, en contra de lo que sus voceros oficiosos han señalado, es falso que vayan a bajar después de la privatización, y que, por el contrario, subirán de precio. Han dicho sólo generalidades sobre el futuro de los trabajadores del sector, o de plano, han emitido juicios que muestran un gran menosprecio por las leyes vigentes, y son atentatorios a la libertad de organización sindical, como la afirmación del nuevo director de la CFE, asegurando que los obreros y empleados de las nuevas plantas que construirán los empresarios nacionales y extranjeros serán sindicalizados en el SUTERM.
La idea-fuerza que anima a los promotores de la reforma al sistema eléctrico ha sido confusamente expresada por Luis Téllez. Según el secretario de Energía, la privatización del sector eléctrico es cuestión de soberanía, y ésta consiste "precisamente en que los mexicanos tengan acceso a la energía eléctrica en sus hogares, que se generen empleos y que crezca la industria... soberanía es que nuestro país tome decisiones soberanas para asegurar que haya electricidad" (La Jornada, 4-II-99). Esto es, para el doctor Téllez la soberanía se reduce al acto de garantizar el acceso de la población y la industria al consumo de un determinado bien. De acuerdo con esta lógica, Ƒpor qué México no se anexiona de una vez por todas a Estados Unidos, para asegurar nuestro desarrollo? Como nuestro país no tiene suficiente dinero para pagar su deuda externa ni para financiar su desarrollo, Ƒpor qué no sigue el camino de Puerto Rico? Total, de acuerdo con lo dicho por el secretario, la anexión sería una decisión soberana. ƑSerá por eso que le andan regalando banderas estadunidenses y lo nombran digno sucesor de Antonio López de Santa Anna?
Según Norberto Bobbio (Diccionario de Política), por soberanía se entiende "el poder de mando en última instancia en una sociedad política y, por consiguiente, para diferenciar a ésta de las otras asociaciones humanas, en cuya organización no existe tal poder supremo, exclusivo y no derivado." Diga lo que diga el secretario de Energía, la propuesta de privatización del sector eléctrico implica una pérdida de soberanía nacional, pues pone en manos privadas y extranjeras, esto es, de intereses particulares y extranjeros que responden a la lógica de la ganancia inmediata, el poder de mando de un bien estratégico para el desarrollo nacional, que debe atender las necesidades públicas. El señalamiento presidencial acerca de que el gobierno mantendrá el control operativo de la red nacional de transmisión se contrapone a la afirmación de Luis Téllez sobre la posibilidad de concesionar a una empresa privada los activos físicos de esta red.
Los confusión de los confusos está en el Ejecutivo, y no es otra cosa que desconcierto. Las cosas se le complicaron y la reforma está en camino de entramparse. Las resistencias vienen no sólo del PRD, sino de amplias franjas del movimiento sindical, de los profesionistas y técnicos del sector, y del mismo partido del presidente. Al final, cuando el Congreso decida sobre la ley, esta administración dejará un país aún más divido.