n Víctor Rodríguez-Padilla* n
Electricidad, ríspido debate
Hace dos semanas el presidente Ernesto Zedillo propuso a la sociedad realizar un examen abierto y objetivo sobre el sector eléctrico; un debate civilizado y respetuoso, sin prejuicios ni dogmas, para que antes de aceptar o rechazar su propuesta se analizaran las razones que la sustentan, siempre atendiendo al interés supremo de la nación.
El debate ha resultado ser más ríspido de lo que se esperaba. Adoptando una actitud de hostilidad y confrontación contra quienes osan cuestionar la propuesta de cambio estructural, la Secretaría de Energía ha contribuido, de una u otra forma, a crear ese clima enrarecido. Es lamentable. Su desplegado de respuesta a los planteamientos del PRD (La Jornada, 16/02/99) se destaca por su elevada agresividad, injustificable para una dependencia pública. Aún no he leído los planteamientos de ese partido político, publicados también en forma de desplegado, pero por más que se haya dicho y el tono que se haya empleado, ello no justifica la ofuscación de esa secretaría.
Con esta actitud atiza la hoguera, caldea los ánimos, y no crea las bases sociales y los consensos nacionales necesarios y suficientes para que la sociedad haga suya la propuesta de las autoridades. Menos aún podrá lograrlo si, al igual que algunos de sus detractores, cae en el dogmatismo, que el Presidente llamó a desechar. Ese desplegado, plagado de adjetivos negativos, sirve nuevamente de ejemplo, al afirmar: "Quienes se resisten a la apertura del sector eléctrico a mayor competencia (...) están en contra de:
- garantizar el suministro de electricidad que requerimos los mexicanos;
- promover la modernización y expansión del sector;
- continuar proporcionando el servicio eléctrico en condiciones que impulsen un mayor crecimiento de nuestra economía;
- crear empleos y mejores condiciones laborales para los trabajadores de la industria eléctrica y de todo el país;
- disponer de más recursos que se dediquen a programas de educación, salud, agua y combate a la pobreza, y
- reafirmar la rectoría del Estado...".
Poco faltó para decir que el que se resiste a la reforma está en contra de México.
Estamos a favor de esos objetivos que persigue la Secretaría de Energía. Sin embargo, no creemos que la solución que se propone sea la mejor. De eso estamos convencidos, luego de analizar serenamente las condiciones actuales del país, las experiencias internacionales y las especificidades del sector eléctrico nacional. Existen otras soluciones que debemos discutir. Ninguna debe desecharse per se.
El mayor obstáculo que enfrenta la Secretaría de Energía para que su propuesta de cambio estructural sea aceptada por la ciudadanía no es ni el PRD ni el SME. El verdadero impedimento reside en la estrategia que ella misma ha puesto en marcha: la desinformación. Para sensibilizar a la población, se transmiten sugerentes e insistentes anuncios en medios electrónicos e impresos, acerca de la posibilidad de cortes en el suministro. Las autoridades le han apostado al miedo, al temor. Para crear un clima de urgencia, amplifican necesidades, compactan tiempos, desestiman los esquemas de participación privada surgidos desde 1992. Prometen beneficios más allá de lo que razonablemente están seguros de conseguir con el modelo que proponen. Sus argumentos se basan más en juicios de valor que en cifras. Toman sus deseos por realidades. Buscando un aval académico, promueven seminarios en instituciones educativas, con personalidades nacionales y extranjeras que alaban las virtudes de los recién creados mercados eléctricos, pero que omiten casi siempre logros no alcanzados y problemas generados.
Ojalá reconsidere su estrategia. Lo único que ha conseguido es crear confusión. Da la impresión de que existe una agenda oculta o que la verdadera motivación es ideológica, lo cual acaba por restarle méritos a su propuesta. Es claro que no todo marcha sobre ruedas en el sector eléctrico y que se necesitan cambios, sin embargo, las autoridades no han sabido justificar adecuadamente su propuesta. Tal vez los funcionarios y asesores de esa dependencia tienen muy claro el problema a resolver y plena seguridad en que el cambio estructural que proponen es la mejor solución. No obstante, en el fondo lo que importa es que la ciudadanía también esté convencida de ello y se contagie del optimismo de las autoridades.
Tal vez una manera de conseguirlo sería, en primer lugar, elaborar un diagnóstico detallado y objetivo de la situación que guarda el sector eléctrico, con suficientes cifras de respaldo. En segundo lugar, presentar --sin favoritismo-- no una sino varias propuestas de solución, con ventajas y desventajas de cada una en los ámbitos, económico, político, social, ambiental y estratégico. Finalmente, agrupar todo en un libro blanco que sirva de base para la discusión en las audiencias públicas, los medios, el Congreso. A final de cuentas, se trata de abrir un debate lúcido y sin enconos.
* Responsable del Posgrado en Energía de la UNAM