Astillero Ť Julio Hernández López
Todo está listo en Coahuila para que el PRI repita la historia de Zacatecas, Tlaxcala y Baja California Sur.
El diputado federal Enrique Martínez y Martínez, empresario que antes había ocupado una curul similar, y que ha sido presidente municipal de Saltillo, presidente estatal del tricolor y secretario general de Gobierno (durante el periodo de José de las Fuentes Rodríguez, conocido como El Diablo), podría ser el ejecutor del nuevo monrealazo.
Martínez y Martínez está siendo obstruido en el proceso interno de elección de candidato a gobernador y empujado a buscar no sólo los brazos del PRD, que gustosos están abiertos desde ahora, sino, además, la posibilidad de una alianza con el PAN.
El persistente poder del salinismo
El riesgo de una nueva escisión priísta ha sido generado por la insistencia del gobernador salinista Rogelio Montemayor Seguy de hacer candidato a sucederlo a Jesús María Ramón Valdés, un empresario de Ciudad Acuña que se ha caracterizado por la promoción de maquiladoras.
Don Jesús María ha sido diputado federal y presidente municipal de su tierra, pero no tiene ni vida partidaria real ni mayor fuerza que la derivada del dedo del gobernador actual, y del dinero que ha invertido en cantidades tales, que de pronto la competencia priísta interna pareciese más bien una kermés en la que el virreinato se otorgase a quien más dinero tuviese para comprar votos.
Plutocracia en lugar de dedocracia
Tan marcada y grave es la sustitución en Coahuila de la dedocracia por la plutocracia, que otro de los aspirantes originales a la candidatura priísta, el diputado federal Francisco Dávila Rodríguez, ex líder nacional de los transportistas, ex senador, empresario torreonense que entre otras cosas es concesionario de la Corona, prefirió abandonar la contienda debido a que dijo no contar con los recursos suficientes para gastar lo que el proceso electoral interno demanda.
Con la declinación de Dávila Rodríguez, más la negativa de darle registro a Atanasio González Martínez, un ex ministro de la Suprema Corte de Justicia que quiso hacer valer su experiencia jurídica para anotarse como precandidato priísta, a pesar de estar impedido por los famosos candados (ninguna disposición partidista puede estar por encima del derecho constitucional de participación política, alegó infructuosamente el ex ministro), los buscadores oficiales de la candidatura son los citados Jesús María Ramón Valdés y Enrique Martínez y Martínez, y otros dos personajes, más llenos de linaje priísta que de fuerza social.
La familia revolucionaria
En efecto, Alejandro Gutiérrez Gutiérrez y Braulio Fernández Aguirre muestran con claridad el decaimiento de la influencia y fuerza de la llamada familia revolucionaria.
Gutiérrez Gutiérrez es nieto de Eulalio Gutiérrez, quien fue presidente provisional de la República, e hijo de otro Eulalio Gutiérrez que a su vez fue gobernador de Coahuila. Alejandro, por su parte, se ha dedicado a los negocios y a la política. Ha sido diputado federal y presidente estatal del PRI.
Fernández Aguirre, por su parte, es hijo de Braulio Fernández, quien también fue gobernador. El Braulio que hoy busca la gubernatura ha sido líder estatal del PRI y presidente municipal de Torreón, y actualmente es diputado federal, cargo que ya ocupó antes.
Pero todos ellos, Martínez y Martínez, Gutiérrez Gutiérrez, y Aguirre Fernández, a pesar de ser empresarios todos, tienen enfrente a un colega de poco peso partidista, pero mucho dinero y todo el apoyo del gobernador.
Madrugador y gastador
Jesús María Ramón adelantó los tiempos de la política coahuilense cuando, a inicios del segundo semestre del año pasado, aprovechó como plataforma de lanzamiento el vigésimo aniversario de su empresa Amistad, promotora y operadora de maquiladoras en Coahuila.
Con ese pretexto, don Jesús María inició una campaña de publicidad en todo el estado, con anuncios en prensa, radio y televisión, además de espectaculares, que devino en franca promoción de sus aspiraciones de ser gobernador.
Los adversarios de Jesús María Ramón aseguran que ha gastado cuando menos unos 80 millones de pesos en hacerse primero una campaña extraoficial y ahora en la correspondiente al proceso interno que terminará el 21 de marzo, con la elección de candidato para participar en las elecciones del próximo 26 de septiembre.
Viejas animadversiones
La aparición de don Jesús María ha sido una forma mediante la cual el gobernador Montemayor pretende obstruir a Enrique Martínez y Martínez, quien en1993 perdió la postulación frente a la designación salinista en favor de Rogelio.
Desde entonces, el gobernador ha buscado quitarle oportunidades a Enrique. En 1997, Martínez y Martínez fue candidato a diputado federal a pesar de las objeciones habidas en el Palacio de Gobierno de Saltillo.
El gobernador no pudo cerrarle el paso a Martínez y Martínez porque había fallado al imponer candidatos a presidentes municipales que perdieron escandalosamente. Martínez y Martínez fue candidato a legislador federal y ganó con amplia mayoría el distrito al que pertenece Saltillo, municipio que había ganado meses antes el PAN contra el candidato del gobernador.
Actualmente, el PAN tiene las presidencias municipales de la capital, Saltillo, y de Torreón y Monclova, demarcaciones en las que se concentra 70 por ciento de los coahuilenses.
Los aspirantes panistas
Justamente el presidente de Saltillo, Manuel López Villarreal, es uno de los panistas que podrían ser lanzados como candidato a gobernador.
López Villarreal es hijo de Isidro López del Bosque, presidente del Grupo Industrial Saltillo. Sin antecedentes políticos, Manuel le ganó a Salomón Abedrop, hijo de Carlos, a quien había postulado el gobernador Montemayor.
López Villarreal es sobrino del senador panista Rosendo Villarreal, quien ya fue candidato a gobernador y ahora es el encargado del Comité Estatal blanquiazul. Otros nombres de panistas que pudieran aspirar al gobierno son el senador Juan Antonio García Villa y el presidente municipal de Torreón, Jorge Zermeño.
El senador Villarreal ha declarado que es posible una alianza con el PRD para buscar una candidatura única de oposición. En realidad, todo dependerá de la manera como el PRI resuelva sus asuntos internos. La imposición del candidato del gobernador podría provocar la renuncia de Enrique Martínez y Martínez y la posibilidad de que PAN y PRD le postulasen.
El PRD, con las puertas abiertas
Del lado perredista está en abierta campaña por la candidatura a gobernador Ricardo Mejía Berdejo, un político joven que renunció hace más de un año a la militancia priísta, en la que ocupó cargos representativos a nivel nacional juvenil y otros en la política coahuilense, como el liderazgo del sector popular.
Mejía Berdejo ha trabajado de cerca con Andrés Manuel López Obrador, habiendo sido delegado del CEN perredista en una zona tamaulipeca en las elecciones pasadas de esa entidad. También participa en la estrategia de crecimiento del PRD en el norte del país que, de alguna manera, tiene como referente al gobernador zacatecano Ricardo Monreal.
Pero, con todo el avance que ha generado Ricardo en aquella zona, el PRD está dispuesto a actuar con pragmatismo para acoger al priísta Martínez y Martínez en caso de que renunciase al PRI.
Así anda Coahuila, donde ronda la sombra del monrealazo.
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