Víctor M. Godínez
Pérdida de impulso

`` Pronto habrá un nuevo repunte de la actividad económica'', aseguró el sábado pasado el presidente Zedillo al inaugurar su programa radiofónico. Ojalá así sea, porque desde el segundo semestre de 1997 se observa en México una marcada desaceleración de crecimiento. Y, lejos de aminorar, esta tendencia más bien parece estar profundizándose.

En los 16 trimestres transcurridos hasta ahora del presente gobierno, la evolución del PIB ha recorrido tres fases bien diferenciadas. La primera abarca del primer trimestre de 1995 al primero de 1996, y en ella la economía estuvo sumida en su mayor recesión en más de medio siglo. En cada uno de estos primeros cinco trimestres, el producto interno bruto (PIB) registró un decrecimiento real promedio de 4.9 por ciento. Una vigorosa salida de la recesión se registró a partir del segundo trimestre de 1996. El punto culminante de esta segunda fase se alcanzó en el trimestre abril-junio de 1997, en el que la tasa de crecimiento de la economía fue, en comparación con el mismo periodo un año atrás, de 8.4 por ciento. En total, durante estos otros cinco trimestres el PIB recuperó su capacidad de crecimiento a una tasa promedio de 6.7 por ciento.

La tercera fase inició en julio-agosto de 1997 y perdura hasta ahora. Marcada inicialmente por lo que parecía ser una estabilización de la tasa del crecimiento trimestral, la evolución del PIB muestra, a partir del periodo abril-junio de 1998, una clara pérdida de impulso. En los últimos tres trimestres del año pasado, la tasa general de expansión de la economía promedió 4 por ciento. En el último trimestre (octubre-diciembre), cayó a 2.6 por ciento, en comparación con el mismo periodo de un año antes. Haciendo a un lado el periodo recesivo de inicios del sexenio, se trata de uno de los más bajos registros trimestrales de crecimiento de los últimos diez años.

La pérdida de impulso del crecimiento general se manifestó con mayor fuerza en el sector agropecuario, cuyo PIB anual casi se estancó el año pasado. En el sector industrial, la producción creció de abril a diciembre últimos a una tasa equivalente a la mitad de la observada un año antes. La formación bruta de capital fijo también muestra una desaceleración desde fines de 1998. Desde julio, la expansión del empleo en el sector manufacturero es más lenta cada mes. La variación porcentual anual de este indicador alcanzó su máxima intensidad en junio, con una tasa de 3.9 por ciento; en los cinco meses subsiguientes cayó a 3.3 3.0, 2.8, 2.3 y 1.9 por ciento. En el mes de noviembre (último dato disponible), el sector manufacturero ya sólo creó un empleo por cada tres que fueron abiertos un año antes.

Hay un evidente cambio de tendencias en la economía. El dinamismo inicial de la recuperación se ha perdido y hemos entrado a una fase de atonía. Ni el entorno nacional ni el internacional son favorables para prever a corto plazo un repunte significativo del nivel general de actividad. La postura restrictiva de las políticas fiscal y monetaria, aunada a costos del dinero que son comparativamente muy altos para las empresas, son factores que, en ausencia de modificaciones sustanciales de la estrategia económica, seguirán restringiendo el gasto de inversión y conteniendo el volumen de operación del sector productivo. Y lo más dramático es que los márgenes de acción para un eventual relajamiento de la política económica parecen haber disminuido a los mínimos posibles.

En el ámbito internacional, todo indica que la economía de Estados Unidos, que absorbe casi cuatro quintas partes de nuestras exportaciones petroleras y no petroleras, entrará a una fase de cíclica de menor crecimiento. Las proyecciones del gobierno de ese país anticipan, en todo caso, una moderación del largo ciclo expansivo iniciado en 1992. De un crecimiento promedio muy cercano a 4 por ciento en los últimos tres años, se prevé para 1999 y 2000 una tasa anual promedio de 2 por ciento. Si se considera que el sector exportador es la fuente más dinámica de generación de empleo e ingreso en México, la moderación de la expansión estadunidense es una mala noticia para México.