n Difunden en España su volumen Poesía (1943-1997), editado por el FCE


Pagar para que nos lean sin amor es un mal negocio: Tomás Segovia

n No me agradan las entrevistas para que se venda el libro, señala el premio Villaurrutia 1973

José Garza, especial para La Jornada, Madrid n Tomás Segovia está en su silencio tras la vidriera del bullicioso café Comercial, en el madrileño barrio de Bilbao, con los codos sobre la lápida de la mesa y las manos siempre vivas con un bolígrafo y un cuaderno en el que escribe versos de indagación de nómada, de viejo poeta. Hace toda una vida que permanece asumiendo como suyo ese mundo que por eso le ha sido dado.

''Toda una vida llevo aprendiendo un lenguaje", dice mientras el mesero, un joven calvo y con una arracada en la oreja derecha, sirve café con leche caliente y ofrece fuego para el cigarrillo de un Tomás Segovia que contempla, orgulloso, un ejemplar de Poesía (1943-1997), recopilación presentada la noche del martes en la Residencia de Estudiantes de Madrid de la totalidad de su obra poética que publica en España el Fondo de Cultura Económica dentro de la colección Tierra Firme, incluyendo desde sus Primeros poemas, escritos en México (como la gran mayoría de su obra), donde vivió desde finales de los años treinta, hasta mediados de los ochenta en un exilio el español con el que sin embargo nunca se identificó en términos literarios; hasta su más reciente libro no publicado, Lo inmortal y otros poemas, además de otros títulos imprescindibles de su bibliografía: El sol y su eco, Cantata a solas, Casa del nómada y Fiel imagen.

Distinguido con el Premio Villaurrutia de Poesía (1973), Segovia ha desarmado a su idioma de todos sus parapetos y desde varias trincheras: la poética, la narrativa, la ensayística y la dramatúrgica, ''y no para reinar en las palabras/ No para liberarlas", sino ''Para firmar como el relapso oculto/ El supremo armisticio con lo que ellas acosan". Llueve en su mundo. Llueve, como dice, ''sin prisa sin rencor sin saña". Llueve en el mundo de este autor nacido en Valencia (1927), de quien pueden atraparse algunas gotas.

Abrevar en la sociedad

''No me gustan las entrevistas para que se venda el libro expresa. Y no lo digo por nada, quizá por soberbia: porque me parece que pagar el precio de que no te lean por amor es muy alto y un mal negocio.''

Tomás se entrega al diálogo, sin embargo. Finalmente no puede amarse nada si no se conoce.

Sus primeros poemas son de 1943 en México, coincidiendo con el comienzo del exilio español. ƑEn qué condiciones salió de España y se instaló en México?

Era un niño. Cuando salí de España todavía no cumplía ni los diez años. Recuerdo que, primero, a mis hermanos y a mí nos enviaron a una guardería en París. Después pasamos a Casablanca con un tío que estaba ahí refugiado, y luego de ahí a México. Tenía 13 años cuando llegué a ese país.

ƑY qué lo movió para comenzar a escribir poemas a los 16 años?

Una historia casual. Seguramente tenía una tendencia. Pero mira: se suponía que yo debería ser médico, me preparaban para serlo y yo aceptaba aunque me hubiera gustado ser futbolista (pero siempre fui malo con el balón). Sin embargo, una vez un maestro me dijo que escribía bien, provocándome una emoción con la que abandoné los deseos del futbol y las órdenes de estudiar medicina. Y aquí estoy.

ƑEl contexto del México de los años cuarenta le resultó favorable para escribir?

ƑCómo hacer un dictamen de un momento histórico? Es algo muy difícil; la relación de un individuo con la sociedad es tan compleja. Lo que pasa es que yo me puse a escribir y seguí escribiendo.

''Claro, al principio empecé en un medio muy español, muy del exilio español, muy compacto y muy concreto: lecturas de autores españoles y con maestros españoles, aunque también uno leía a los Contemporáneos (que no alcancé a conocerlos personalmente).''

Le planteo el tema en el sentido de que la suya es una poesía de indagación personal y con un compromiso moral y reflexivo propio, más que una poesía interesada en las problemáticas sociales como ocurría entonces. Incluso, la suya es una poesía despojada de un recuerdo obsesivo de España, no obstante el abordaje que hace a la ''no pertenencia".

Pero, aclaremos las cosas. Nada es más social que un poema, en el verdadero sentido de la palabra social. Es decir, lo social social, lo radicalmente social, es el lenguaje. Y la poesía, esa actividad humana en el centro del lenguaje, es entonces lo más social que hay. Pero no sólo en ese sentido.

''La poesía es social porque un poema está hecho para publicarse en el sentido de que el poema es, al mismo tiempo, una expresión radicalmente individual y privada y radicalmente dicha y pública.

''Por eso publicar en las editoriales nunca es de verdad, digamos, porque el publicar un poema es mucho más radical que lo que puede alcanzarse editorialmente. Un poema está dicho en el centro de lo público.

''Ahora, nunca he hecho eso que llaman poesía social precisamente porque me parece muy poco social, es decir, tomar un aspecto de la sociedad y convertir a toda la sociedad en ese aspecto es algo así como traicionar a la misma sociedad.

''Es como lo de Chiapas: ahí está lo social con lo que me siento profundamente interesado pero que, para lo cual, no escribo poesía programática. Creo que la vi da social como tal, no en la traducción política de la vida social.

ƑEsta concepción de la poesía con quién la compartía en México?

En realidad con nadie. En este aspecto he sido muy solitario, con un camino un poco alejado de las corrientes visibles. Por eso el segundo libro de ensayos que publiqué lleva el título Contracorrientes: desde entonces no estoy a la moda, no estoy al día, no soy de actualidad. Ahora, claro, no es que nada lo haya inventado, sino que todo lo he mamado de la sociedad que me circunda. Entonces, como sugieres, nunca me he identificado como dicen con el exilio español.

''Pero ocurre una cosa: los jóvenes escritores del exilio no escribíamos poesía de esa que llaman comprometida, lo cual nunca nos fue reprochado por la generación de nuestros padres como símbolos del compromiso histórico y de la lucha por los ideales, y eso me parece de una grandeza moral extraordinaria, es decir, nosotros que éramos hijos de combatientes y militantes, derrotados además, fuimos alentados a escribir poesía sobre el amor, la naturaleza.

''Creo que nuestros padres entendían que la lucha que hicieron no tendría sentido si no hubiera sido precisamente para que nosotros, los jóvenes, pudiéramos enamorarnos y ser felices.''

Poesía, el arte más realista

''Sin embargo, y sobre todo en los medios literarios mexicanos, nos llamaban reaccionarios y poetas exquisitos. Pero sabemos muy bien que esos mismos que nos atribuían el ser reaccionarios ahora quieren fusilar al subcomandante Marcos mientras que, en lo personal, seguimos firmes, de pie y del lado de los zapatistas".

Y ahí ha estado Tomás. Escribiendo poemas que pueden distinguirse por versos con ausencia de puntuación; poemas que también distribuye personalmente en ediciones artesanales que él mismo arma bajo el sello de El Taller del Poeta; poemas sobre el amor, sobre el tiempo, sobre la naturaleza y sobre las condiciones de un hombre que ha estado fuera de su país: "Mi casa no es mi casa/ Dice el Hijo del Amo/ Y durante un momento/ Ceso de ser el Extranjero".

Siempre digo habla Tomás que la poesía es el arte más realista. Nunca escribo nada que no me parezca que ahí está, clarísima, y que sólo pide ser dicha y que necesita palabras; sólo cuento algo que he visto, así sea en el mundo interior.

"Sin embargo siento que hay una injusticia de la vida porque precisamente ahora es cuando empiezo a saber a escribir y cuando tengo muchísimas cosas que decir. A veces me pongo un poco melancólico pensando que no me alcanzará el tiempo, que no voy a poder, pero bueno...".

Llueve así en el mundo de Tomás, que se queda solito tras la vidriera del café, con los codos sobre la lápida de la mesa y las manos siempre vivas con un bolígrafo y un cuaderno en el que escribe versos de viejo poeta.