n Martínez y Rivera, autores de El libro de la invasión


Panamá llegó a la independencia con una astilla en el corazón

n El próximo 31 de diciembre, EU deberá salir del canal

Blanche Petrich n No se ha cumplido una década nueve años apenas y un denso olvido cubre el episodio más grave de la relación reciente de Estados Unidos con los latinoamericanos, la invasión de Panamá el 16 de diciembre de 1989. Un volumen, El libro de la invasión, de los videoastas y escritores Fernando Martínez y Pedro Rivera, pretende ser una fisura en esa amnesia colectiva.

''Se acerca el 31 de diciembre de 1999. Ese día saldrá el último soldado de Estados Unidos de la zona del Canal. Ese día nosotros los panameños, solos, podremos empezar a pensar quiénes somos, a dónde vamos, qué nos pasó. Y pretendemos que el libro tenga algo que ver en este balance", expresa Rivera, poeta y narrador.

En un país de pocos cines y menos librerías, sobre la Operación Causa Justa así tituló el Pentágono la ocupación militar, con un saldo de entre 2 mil y 4 mil muertos, según fuentes no gubernamentales estadunidenses, y 25 mil desplazados de guerra hay un video hecho por estadunidenses, The Panama Deception (El engaño de Panamá), un par de testimonios (José de Jesús Chuchú Martínez y Ricarte Soler) y un ensayo monográfico de Carlos Soler Torrijos. Y ahora el compendio de voces, cientos de ellas, reunidas por el equipo de Rivera y Martínez, con un prólogo de Elena Poniatowska en su edición mexicana, del Fondo de Cultura Económica.

''Un recuento inconcluso de una historia que no termina de salir a la superficie", apunta Fernando Martínez, corresponsal de este diario en la nación istmeña. Y para probarlo saca de su portafolio un viejo recorte de periódico, una esquela de Catalino Domínguez Quijano, sargento primero de infantería de la base de Río Hato, ''que lo tenga en su legión de soldados", reza.

El plan del silencio

Buscando historias, con la cámara o la grabadora muchas veces escondida, porque no se podía reportear sin autorización expresa de los militares estadunidenses, Martínez llegó a ese puerto, una de las cerca de cien bases que el Pentágono construyó para la defensa del canal durante la Segunda Guerra mundial. ''Ahí cuenta Fernando me hablaba todo el mundo de un cholo que había muerto al pie de un cuatrobocas. Eran las únicas armas antiaéreas que tenía Panamá, cubanas, pero paradójicamente sin parque suficiente. Me decían que la noche de la invasión él enfrentó a los aviones estadunidenses hasta caer muerto al pie del cuatrobocas. Nunca pude saber quién era ese cholo. Salió el libro y entonces alguien me trajo este recorte. Ahí supe que era un tipo del Valle de Antón, un descendiente de Victoriano Lorenzo, el primer guerrillero de América Latina".

Otra historia: ''Durante año y medio estuve yendo a Coco Solo (otro punto donde se registraron cruentos combates) y nunca pude obtener ningún testimonio. Un día fui a la exhumación de una fosa común y ahí conocí a una señora que vio mi credencial de La Jornada y me pregunté si era mexicano. 'Es que, me dijo, mi hijo estudió en México. El estaba ahí enterrado'. Contó la señora que el muchacho se había quedado combatiendo hasta que no pudo más. Los soldados de Estados Unidos lo enterraron en una bolsa negra abrazado a la bandera norteamericana. Pretendieron hacerlo como un gesto de respeto. Luego le dieron un croquis a la madre del sitio donde lo habían enterrado. Era el subteniente Manuel de Jesús Castillo".

Los primeros diskettes con las transcripciones de las entrevistas fueron sacados clandestinamente y escondidos en México, tal era el clima de censura e inseguridad en Panamá. La primera edición de estas grabaciones se imprimieron en poco mas de 800 páginas. Rivera y Martínez han pasado por esos testimonios una y otra vez, editando cuidadosamente cada frase. Y todavía, al repasar algunos pasajes de las historias, los desborda la emoción. Y las lágrimas.

El libro fue presentado por el presidente Ernesto Pérez Balladares, el pasado aniversario de la invasión. Fue aquella la primera vez en la que un gobernante panameño se refiere a ese episodio como una invasión, con todas sus letras.

Dice Fernando Martínez: ''Para la invasión de Panamá se ensayó un modelo de manipulación de la información que más tarde se aplicó en Irak, en la Tormenta del desierto. Toda la información fue controlada, todas las imágenes eran proveídas por los invasores, todo se hizo de manera aséptica. Ellos dispusieron de los cadáveres de las víctimas, controlaron los accesos de instituciones como la Cruz Roja, controlaron todos los flujos de información para facilitar el manto de silencio sobre los efectos reales de la invasión y propició que la prensa se concentrara en los grandes protagonistas. Todo lo que decían los medios era dónde estaban Noriega, Bush, el nuncio. Y lo que pasaba alrededor, si morían personas o no, si alguien combatió o no, eso no importaba".

La primera etapa del trabajo reunió a todo un equipo de investigadores. Panamá fue ocupado y así duró todo un año. El ejército estadunidense estaba en el palacio de Las Garzas, en todas las instituciones del Estado. No había libre circulación y no se podía andar libremente con una cámara de video. A los tres meses de la noche de los bombardeos, los desembarcos y los combates más sangrientos el equipo empezó a recorrer hospitales, cárceles, campos de refugiados, morgues y fosas comunes de los cementerios. Fueron a La Chorrera, Río Hato, Cimarrón, Coco Solo, los sitios donde se produjeron los choques más violentos. ''Fue muy difícil recuerda Martínez. Las personas no querían hablar. Había miedo".

Y el listado de entrevistables era interminable. ''En Panamá todo mundo fue testigo o víctima de la invasión. Todo mundo tendría algo que decir".

Una situación de nueve años es historia fresca. Pero hoy no se piensa en Estados Unidos como protagonista de un suceso que arrojó tantos muertos, tanta destrucción. ƑPor qué se impone el olvido con tanta fuerza?

Responde Pedro Rivera (Despedida del Hombre, Libro de parábolas y Todo sucedió mañana, entre su obra literaria):

''Somos pocos los panameños que nos hacemos esa pregunta. La presencia de Estados Unidos por tantos años se hizo de alguna forma familiar, las personas se acostumbraron a compartir el espacio. El drama de nuestra identidad es que llegamos a la independencia con una astilla en el corazón."

Este libro es una fisura en ese plan de desinformación y olvido. ƑHay otras?

Fernando Martínez: ''Todavía no. Al punto que muchas figuras representativas de esa movilización que hizo coincidir sus intereses con los de Estados Unidos militan en partidos políticos y tienen muchas posibilidades de salir electos. Desde nuestra perspectiva esto es una aberración. Personas que contribuyeron a que su país fuera invadido por un ejército extranjero deberían ser repudiadas. No es así. Por eso decimos que quien no tuvo conciencia antes, no tuvo conciencia durante y no tuvo conciencia después".

Por eso, añade Rivera, '''este libro es un puñal en el tiempo."

Desplazados y viejos soldados

ƑQué se ha hecho de los 25 mil desplazados que desarraigó la invasión?

Martínez: ''Están distribuidos en cinco comunidades en las afueras de la ciudad, a donde fueron trasladados. Algunos volvieron al Chorrillo (el viejo barrio popular que fue bombardeado hasta quedar en cenizas). Pasaron por tanto sufrimiento que hubiera valido la pena seguirlos para conocer su historia. Nadie lo hizo.

''Al año siguiente de la invasión hice un documental sobre los niños de la invasión. Los niños chorrilleros de la comunidad de Felipillo eran puestos en la escuela en salones aparte, porque los maestros referían que tenían problemas de conducta. Pero nadie los atendió, nadie los trató para ver cómo les había afectado la guerra. En lugar de ayudarlos los segregaron. Quién sabe qué se habrá hecho de esos niños."

ƑY del torrijismo?, Ƒdel ejército panameño qué quedó?

Ambos responden: ''Nada". Explican: ''Hubo mucha acuciosidad en destruir todo rastro. Decir ejército panameño es como decir Satán, tan exquisito fue el trabajo para manipular las conciencias. Es un ejército que peleó la llamada guerra de los mil días para separarse de Colombia y a partir de ahí fue destruido cuatro veces, 1904, 1916, 1925. Siempre por la acción del ejército estadunidense y por las mismas razones.

''Una vez que se consume la transferencia del Canal de Panamá no habrá ejército, por tanto, no habrá defensa. Para esas tareas habrá una policía.

''Algunos de nuestros juristas argumentan que el canal no necesita ser defendido por un ejército, sino con una normatividad de neutralidad. Pero Estados Unidos mediatizó esta neutralidad con la enmienda Deconcini, que es una cláusula unilateral que establece que si por alguna razón el libre tránsito por el canal se viera afectado, ellos pueden intervenir aun después de la transferencia."

Rivera añade: ''En cuanto a los viejos combatientes hay que reconocer que Pérez Valladares devolvió el rango a los militares que resistieron la invasión, condecoró postmortem a los caídos, becó a sus hijos y pagó todas las indemnizaciones a los damnificados. En ese sentido se ha avanzado.

''Lo que falta es avanzar y el escritor señala su cabeza con el índice aquí, en la conciencia de las personas. Y ahí es donde no hay voluntad política para que los panameños den ese salto."