La falta de reglas para elegir al candidato a la Presidencia de la República está provocando una gran confusión entre la base del PRI, suelta el precandidato Manuel Bartlett Díaz.
Ya. Se sugiere al ex gobernador de Puebla que esa ``confusión'' puede crecer con la iniciativa para privatizar el sector eléctrico.
``Es una iniciativa que toca nervios muy sensibles del país'', reconoce el ex secretario de Educación del salinismo, que no juzga jamás a Carlos Salinas.
Y suelta: ``Contradice los estatutos del partido, requiere una reforma constitucional, e incluso una reforma a los libros de texto gratuito''.
¿Y?
Manuel Bartlett el cauto, el que evade temas que lo confronten con Ernesto Zedillo, se apaña de una frase: ``Creo que el Presidente hizo bien al pedir que se debatiera en todos los estratos, con todos los sectores''.
Debate, pide Bartlett, a partir del dicho presidencial. Y sugiere agenda: si la desincorporación atenta o no contra la soberanía nacional y contra la competencia económica, si la inversión privada tiene o no los recursos, si el sistema que se propone es mejor del que tenemos, si no serán dañados los intereses de los usuarios.
-¿Cuál margen para el debate? Si ya el presidente Zedillo llamó ignorantes y dogmáticos a quienes se oponen a la privatización.
-Pues se habrá referido a los dogmáticos y a los ignorantes, no a los que intervengan en la discusión de manera informada y analítica.
-Un debate. ¿Sobre una decisión ya tomada?.
-No, porque el Presidente lo dijo claramente: debe haber un debate sin dogmatismos, informándose, etcétera. Lo que el Presidente quiso fue salir al paso a los dogmáticosÉ pero no a quienes estén haciendo un estudio de fondo. Entonces, (ellos) siguen siendo vistos con interés, con atención.
Que se abra, pues, el debate.
Y Manuel Bartlett, quien cada cinco minutos urge a los presidenciables del gabinete a separarse de sus cargos, se apaña de la convocatoria presidencial para plantear que el debate se extienda a muchas otras decisiones -como el modelo económico- para ``no seguir fielmente una decisión técnica, sino pasarla por el tamiz de la opinión pública''.
¿Y si esto no sucede?
``Esto es fundamental para que no se den rompimientos en el partido entre técnicos y políticos, que se realice una consulta a fondo y que el gobierno se ciña, acepte sus resultados. Es una oportunidad extraordinaria para que en el futuro no haya decisiones técnicas tomadas sin la aceptación popular. De otra forma es el rompimiento o la no concordancia entre las funciones de gobierno y la filosofía del partido''.
Manuel Bartlett considera que la desincorporación del sector eléctrico no puede ser vista sólo como ``cuestiones técnicas muy bien presentadas y se acabó, todo mundo las aprueba. Al contrario, hay que lanzarse a una discusión abierta para que no haya un rompimiento entre gobierno y partido, para que el partido no se desangre''.
¿Rompimiento? ¿El PRI desangrado?
Sí.
Bartlett profundiza:
La cuestión de la industria eléctrica podría propiciar una ``escisión ideológica y de fondo'' en el PRI, sobre todo si se comprueba que sectores importantes están en contra de la privatización.
-¿Cómo evitar que sea sólo un debate de medios?
-El planteamiento que hace la iniciativa es dramático, en el sentido de que es eso o problemas gravísimos para el futuro. Si no se analiza, y quienes estén en contra demuestran que no es verdad, queda la duda si realmente vamos a un desastre.
-El desastre. Suena a lo que dijo la administración salinista sobre el campo mexicano en 1992 para reformar el artículo 27 constitucional. Los mismos argumentos.
-Todo esto es lo que debe entrar en la discusión. Y en todo esto hay que avanzar, porque precisamente toca elementos fundamentales del futuro del país. Si se da el debate (de parte de los priístas) no habrá una aprobación por dictado o un rechazo sin fundamento.
-Eso, ¿cuándo lo veremos? ¿En el 2005?
-Pues si a mí me toca (ser el candidato) será este año. Si se define la candidatura a la Presidencia, habrá un liderazgo nuevo, ¿no? ¿O qué efecto tiene la candidatura elegida en la base? Precisamente la definición de un liderazgo real, ¿no?
A final de cuentas, según Bartlett, que haya una discusión sobre el tema servirá también para que el PRI se despoje de su imagen de partido-correa de transmisión, y se convierta en un partido de verdad.
Y desliza:
Si el partido -con sus grupos y organizaciones- llega a conclusiones mayoritarias, el Presidente estaría obligado a corregir. Una decisión adoptada irreflexivamente o simplemente por ser un mandato, lesionaría al partido y crearía resentimientosÉ háblese del asunto de la electricidad o de los candados.
El PRI, enfermo e indeciso
Martes 23. El precandidato del PRI cumple 63 años. Siete menos que su partido. Ambos en la tercera edad, pero con la diferencia de que el PRI está enfermo, admite Bartlett.
Es, define, un partido con una vida interna convulsa, sin precisión en su definición ideológica, con deslizamientos preocupantes, enredado en la definición del método para elegir a su candidato y sin ganas de curarse, como se vio en los procesos de selección de candidatos en Zacatecas, Tlaxcala y Baja California Sur.
``El partido está perdiendo su definición: llegó a un momento en que a la gente le da lo mismo votar por otro partido; eso es creer que el voto no tiene validez en el PRI. Por eso hay que discutir qué tenemos que defender para que se nos crea. Un debate de fondo, no es coyuntural nada más''.
Y por si fuera poco -acusa- la postura de la actual dirigencia nacional, de retrasar la definición de las reglas para la selección del candidato a la presidencia, ha causado confusión entre las bases del partido.
El ex gobernador de Puebla es prolijo. Habla de democracia interna, de reglas que garanticen la equidad, de igualdad en el gasto de los recursos, y de una imparcialidad fuera de dudas.
Teoriza:
El CEN no está creado para dirimir una elección. Fue creado para integrar grupos políticos. Si se encargara de la elección terminaría por convertir el proceso en una ``ensalada rusa''.
Por eso, pide que los miembros del CEN o del Consejo Político Nacional queden fuera de la conducción del proceso interno. En vez de ellos, ensaya, podría instaurarse un ``órgano autónomo'' -integrado ``por consenso'' con representantes de los precandidatos- como en los estados donde hubo consulta interna en 1998.
-¿De dónde surge la resistencia a fijar ya las reglas?
-El encargado de proponer esas reglas al consenso es el CEN. La han retrasado, han ocasionado problemas. ¿Cuál es la causa?
-Que no están todos los que son, puede ser unaÉ
-Pero las reglas son las que definirían quienes deben estar.
En esa línea, Bartlett exige que los precandidatos que sean funcionarios del gobierno obedezcan al Presidente, se definan y renuncien a sus cargos:
``Se están mencionando a secretarios de Estado. Y a nadie se está engañando. Deben decidir si van a ser candidatos o no. Si van a serlo, deben renunciar, porque si no estarían utilizando recursos públicos en su beneficio, violentando la definición del Presidente. Y estarían actuando como funcionarios en tareas que no van a cumplir''.
-¿Qué puede generar este ambiente?
-Está creando problemas internos, irritación, desconfianza, pérdida de credibilidad al procedimiento y un severo daño al PRI. No es una cuestión de intereses personales, sino (que) es un daño al partido. No definen, entonces está toda la confusión.
Las reglas claras, machaca, fortalecerían al candidato que surgiera de una elección abierta, pues ``un candidato impuesto, que surja de manipulaciones, de convenios o de lo que sea, sin arraigo, militancia y presencia, sería un candidato débil y no podrá convocar al partido a las urnas en la batalla electoral'' ni construir un liderazgo para el PRI.
Pese a esta afirmación, Bartlett considera que no es momento de hablar de la sustitución de Mariano Palacios Alcocer: ``Otro nombramiento formal sin apoyo real... ya hubo una designación en este sentido, ¿vamos a ir por otra? Cualquier movimiento en este momento sería inadecuado, daría pie a que determinados grupos obtuvieran ventaja. Por conveniencia, por lo avanzado del año, por lo que sea, nos conviene que se quede este CEN''.
-Usted se ha referido al PRI como una gran alianza, ¿podría sobrevivir aunque Manuel Bartlett no fuera su candidato?
-Creo que esa gran alianza de los priístas, ese frente amplio que constituimos, requiere precisamente de una consulta a la base para que el candidato sea una persona capaz de aglutinar, de conducir al partido de manera unificada y optimista. Ese es el requisito para ser una candidatura fuerte.
-Una candidatura surgida de la base podría tenerÉ
-La autoridad unificadora. Si las reglas son claras y el triunfo transparente surgirá un liderazgo natural.
Los destapes del 2005
La entrevista se realiza en las oficinas que Bartlett habilitó en una vieja casona de Ejército Nacional, justo frente a la YMCA.
En la portada de la mayoría de los periódicos capitalinos se destacan las declaraciones ``sin tirar línea'' del secretario de Gobernación, Francisco Labastida, a favor de que abroguen las limitaciones que impiden aspirar a la candidatura presidencial a quienes no hayan ocupado cargos de representación popular.
Bartlett vuelve una y otra vez con esta respuesta: será la Asamblea Nacional la que defina si se abren los candados.
En todo caso, agrega, ``habría que ver'' si los dichos de Labastida Ochoa fueron en calidad de secretario de Gobernación o de precandidato.
A fuerza de insistir, suelta mordaz:
Labastida ``está muy generoso y abrió los brazos a sus compañeros de gabinete que están impedidos (por lo candados). Fue un bonito gesto, realmente conmovedor. Pero el presidente del partido ya dijo: sólo la asamblea. Y si quiere participar en ésta, que renuncie (a su cargo) y vaya a buscar el voto de los priístas para ver qué tanto representa''.
Sólo la asamblea: ``Pero como va a ser en noviembre o quién sabe cuando, entonces los candados se quitarán para la siguiente elección, ¿no?'', bromea Bartlett.
-Hace casi un año, el presidente de su partido dijo: ``ni tapados ni candados''. Parece que sus palabras pronto serán realidad...
-Eso quisiera yo. Allí andan unos tapados, tapadísimos, actuando con toda la línea por todo el país: giras, paseos, fotos, todo... y los candados allí están. A no ser que los estén destapando para la próxima sucesión y no para esta, ¿no?
-Usted da valor de absoluta verdad a la palabra presidencial, sobre todo respecto del proceso de elección del candidato. ¿Y si le queda mal?
-No puedo ni siquiera pensar en eso. La palabra presidencial se cumple.
-¿En todos los casos?
-Estoy plenamente confiado en que obedece al sentimiento del partido. Hay una conjunción entre el compromiso personal del Presidente y la demanda de la base. Entonces es impensable que estos dos elementos sean desoídos.
-¿No se aventura a imaginar el escenario adverso?
-Para nada. Es in-i-ma-gi-na-bleÉ
Puebla, Pue. Iba a ser una sorpresa. En el clímax, al festejado le llevarían un pastel tricolor con doce velas. La mitad de ellas estarían prendidas, las otra no.
Manuel Bartlett Díaz soplaría sobre la torta y todos los invitados entenderían que terminaba un sexenio y se anunciaba ``el inminente inicio de otro'', según contó el anfitrión, el diputado Jorge Estefan Chidiac.
La sorpresa se frustró. Los ayudantes del diputado sólo pudieron conseguir tres velitas, que Bartlett apagó de buen modo...
La escena fue en la Quinta Elena de Atlixco, en una ``cena de despedida'', cuatro días antes de que Bartlett dejara la gubernatura.
Han pasado 30 días desde que Bartlett quedó en el desempleo -su periodo más largo sin un cargo en la administración pública en 20 años- y la imagen de las velas bien podría servir para mostrar los primeros días del precandidato presidencial que ya no es gobernador: muchos festejos, poca efectividad.
Hace año y medio que Manuel Bartlett desafió a la tecnocracia gobernante con su intentona de ganar la candidatura a la presidencia.
Bartlett se pasó el año lanzando puyas contra el PAN y enarboló un sólido credo antineoliberal. Abrió el juego sucesorio a mitad del sexenio y se autoerigió guardián de las llaves que (no) abrirían los candados.
En el pecado llevó la penitencia: se empeñó en cerrar el paso a otros posibles contrincantes, hizo a un lado a los mandos de su partidoÉ y logró la molestia presidencial.
Entonces era gobernador de Puebla. Tenía modo de aparecer en los medios de comunicación. Ahora el panorama es dramáticamente distinto.
Sus últimos días han sido difíciles.
Ya pasó la nube de elogios que propició a su salida del gobierno. Se empiezan a notar la falta de apoyos políticos y la escasez de recursos económicos.
El sistema le está cobrando la factura de su indisciplina: menos acceso a los medios electrónicos, menos entrevistas, menos cobertura a sus actividades, en fin: la experiencia de ser rechazado.
Bartlett se empezó a despedir de los poblanos el 15 de enero, cuando rindió su sexto Informe de GobiernoÉ y comenzó una oleada de reconocimientos, felicitaciones y entrevistas con ``el hombre que hizo posible la modernización de Puebla''.
Por la noche la cena fue en el nuevo Centro de Convenciones que Bartlett construyó con el programa Angelópolis. Asistieron más de 2 mil 500 ``amigos'' del precandidato -500 pesos por cubierto-, entre los que se contaron funcionarios, diputados, empresarios y dirigentes priístas.
Abundaron los regalos para el homenajeado: los directivos de la Volskwagen le regalaron la miniatura de un bettle bañada en plata; el rector de la BUAP una medalla conmemorativa; unos empresarios le regalaron un Quijote, otros le llevaron un platón de Onix, unos más -del Consorcio de la Construcción- le dieron el Aguila 2000, una escultura de bronce de casi un metro de altura.
Bartlett no ocultó su emoción. Dijo que ser gobernador ``es la cosa más maravillosa'' que puede haber, y que en Puebla dejaba ``todos mis afectos''.
Con la voz entrecortada y los ojos acuosos, les prometió: ``Recordaré cada uno de los fragmentos del estado. Me voy, pero aquí estaré siempre''.
Y cerró con una broma: ``No está mal ganar las elecciones''.
(Por esos días, aquí se supo que corría el trámite de su divorcio promovido por su entonces esposa Gloria Alvarez, y que el gobernador estaba saliendo con una joven de Teziutlán-de apellido Zorrilla- que le presentó el ex presidente municipal de Teziutlán, Jaime Zorrila Levet).
De estos días, Bartlett ha dicho a sus cercanos: ``Fue un final agridulce''.
En los días siguientes, el ánimo probartliano no bajó en la entidad. La Universidad Autónoma de Puebla -que en casi 40 años no había abierto sus puertas a ningún gobernador de la entidad- reconoció al ``estadista'', como lo calificó el rector Enrique Doger.
Surgieron iniciativas, como la de 600 estudiantes de la BUAP que crearon una organización en apoyo a la precandidatura, o la de Eliseo Pérez Bonilla, un regidor del ayuntamiento de Puebla, que le ofreció 350 mil votos ``para cuando participe en la contienda interna''.
Por esos días fue la cena con el pastel. Esa vez el diputado Estefan prometió a Bartlett recaudar un millón de pesos para su precampaña. Y propició que hubiera una espontánea colecta entre los convidados, entre los que había alcaldes, legisladores y funcionarios locales.
Bartlett pasó su último día como gobernador entre maestros, jóvenes y empresarios. A los primeros les entregó una Casa de Asistencia y recibió a cambio una cascada de elogios.
``Fue un gobernador firme, sistemático, enérgico, valiente y visionario'', caracterizó Ignacio Rossainz Carrillo, líder de la sección 51.
Después estuvo con estudiantes de la Universidad Cuauhtémoc, donde nuevamente pintó su raya respecto del neoliberalismo, diciendo que ese sistema ``ha empobrecido a los países más ricos del Continente''.
La cena de despedida fue con el Consejo Patronal de Hombres de Negocios.
La mañana siguiente, Bartlett le entregó el mando a Melquiades Morales y se enfiló hacia la candidatura presidencial.
El 2 de febrero, Manuel Bartlett inició lo que él mismo llama ``un proceso de comunicación con la gente'', que se ha quedado muy corto, en relación con las expectativas y se ha desarrollado en un ambiente más bien desangelado.
Este mes, Bartlett ha estado en las ciudades de Querétaro, Celaya, Guanajuato y Aguascalientes, siempre a invitación de organizaciones juveniles. Sus contactos con la estructura o las organizaciones afiliadoas al PRI ha sido escaso.
``No tenemos ningún sistema de propaganda en el aire. Estamos trabajando con la base, nada más'', admite Bartlett.
-Es, suponemos, una decisión de estrategia -se le dice.
-No. Porque no tenemos recursos aún. Estamos en el proceso de obtener recursos, caminar, buscar los instrumentos adecuados. Necesitamos iniciar la campañaÉ (Alberto Aguirre M.)
Hace dos semanas, el periodista Mario Alberto Mejía relató la siguiente anécdota en su espacio La Quinta Columna, en el diario Cambio de Puebla.
Hacía calor esa noche en Culiacán. Era el verano de 1989 y el Teatro de la Ciudad estaba a reventar, con Las Bodas de Fígaro, de Mozart.
Desde el balcón principal, tarareaban con discreción los matrimonios Bartlett y Labastida.
Incluso, don Manuel y don Francisco marcaban el ritmo con los dedos.
Eran los años salinistas.
Bartlett era secretario de Educación. Labastida, gobernador de Sinaloa.
Las Bodas concluyeron.
Dueños de sus futuros, los matrimonios descendieron a la tierra y saludaron algunos mortales. Incluso tomaron una copita antes de salir a la calle.
Una vez en la plaza, Bartlett y Labastida empezaron a cantar un fragmento de las arias mozartianas.
Sus esposas aprobaron con aplausos al fugaz dueto.
Todos rieron.
Francisco Labastida señaló una camioneta Suburban y los invitó a subir.
Don Manuel se acomodó al lado del gobernador.
Doña Gloria y doña Tere se pusieron atrás.
El vehículo arrancóÉ
Cuatro años después, Bartlett llegó a Puebla y Labastida regresó desempleado de Portugal.
Un nuevo encuentro.
El gobernador contrató los servicios del sinaloense y de su despacho de consultoría.
-¿Qué hacemos, Manuel?
-El Programa de la Sierra y la Mixteca, Pancho.
La maquinaria arrancó.
(Por cierto, el ahora director de Banobras, José Luis Flores -secretario de Finanzas de la administración Bartlett- fue quien tuvo que tratar constantemente con Labastida para supervisar el avance del programa).
Pasaron los meses.
Labastida sustituyó a Emilio Chuayffet en la Secretaría de Gobernación.
Bartlett empezó a correr la voz de que no le disgustaría ser el candidato del PRI a la presidencia.
El calendario electoral se vino encima.
Hoy, de nuevo, Pancho y Manuel están frente a frente.
Y no precisamente cantando Las Bodas de Fígaro.