La paz que se logre en Kosovo no servirá de nada si no es capaz de detener el genocidio. En este sentido las opciones de paz son: paz biocrática o paz cogenocida o, en otras palabras, biocracia o cogenocidio.
La paz congenocida fue promovida en Bosnia por el Grupo de Contacto a través de los acuerdos de Dayton que se caracterizan, en los hechos, por renunciar a hacer respetar los derechos humanos y por tolerar y permitir la práctica del genocidio; con lo cual se convierte en cómplice y coautor de ese genocidio, pues el artículo III de los Acuerdos de 1948 para la prevención y el castigo del delito de genocidio establecen que se entenderá por genocidio, también: ``e) la complicidad con el genocidio''; a esta práctica le llamo cogenocidio; y a la paz que permite y no castiga el delito de genocidio, le llamo paz cogenocida.
El cogenocidio es un tipo específico de genocidio, caracterizado porque los Estados miembros de la ONU (que en teoría son garantes de la paz mundial y de la protección de los derechos humanos) no cumplen con su obligación de prevenir y castigar el genocidio y por tanto lo permiten y se hacen cómplices y coautores de él, constituyéndose de esta manera en cogenocidas. Y éste fue el papel desempeñado por Naciones Unidas, a través del Grupo de Contacto, durante la limpieza étnica efectuada en Bosnia durante 1992-95.
Esta actitud cogenocida de la ONU fue ratificada por los acuerdos de paz de Dayton, los cuales fueron negociados y firmados por los principales promotores de la limpieza étnica bosnia: Milosevic, actual presidente de Yugoslavia, y Tudyman, primer mandatario de Croacia. Y este cogenocidio persistirá mientras los promotores intelectuales y los ejecutores materiales de la limpieza étnica realizada en Bosnia no sean detenidos y llevados a juicio. Además, esta paz cogenocida conduce a otro peligro: que el genocidio florezca como medio para ``solucionar'' los complejos problemas sociales, aprovechando que no se le castiga ni mucho menos se le previene. Es esto lo que está sucediendo en Kosovo. Consecuentemente sólo la paz biocrática, o biocracia, es la vía real para prevenir y castigar el genocidio e incluso sus nuevas formas: los cogenocidios que se enmascaran de planes de paz y de defensa de los derechos humanos.
Consecuentemente la paz biocrática tiene como columna vertebral hacer respetar los derechos humanos y específicamente la Convención para prevenir y castigar el genocidio, e, igualmente, hacer cumplir el artículo 3¼ de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) que dice: ``Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad personal''. Con base en estos fundamentos la humanidad debe generar una paz biocrática caracterizada por ``crear una cultura mundial que tenga por medio y por fin el florecimiento de la vida, la libertad, la seguridad personal y el bienestar de todos los hombres que habitan el planeta'' (Alberto Cravioto. Srebrenica: creatividad o barbarie neofascista. La Afición, 31 agosto, 1995, p.18).
Sólo habrá paz en Kosovo y en el mundo si la humanidad desarrolla unos nuevos derechos humanos caracterizados por hacer de ese artículo 3¼ de la DUDH el fundamento de una nueva cultura mundial ``capaz de desarrollar una práctica social que eleve a la vida, a la libertad y a la seguridad personal al nivel de institución suprema en este planeta, institución a la cual han de subordinarse todas las instituciones e intereses económicos, políticos, religiosos, étnicos, culturales, etcétera.''. (Ibid, p. 7)
Mientras estos nuevos derechos humanos biocráticos y esta nueva cultura mundial biocrática no sea desarrollada, continuaremos pasando de un genocidio a otro hasta el holocausto. El futuro de Kosovo y el de la humanidad son uno solo: biocracia o cogenocidio y holocausto. El hombre debe actuar e influir sobre el mundo con base en esta conciencia y profecía.