n Alberto Aziz Nassif n

ƑLlegó el tiempo de la convergencia?

ƑNecesita México una convergencia para concluir su tránsito democrático? Mientras esta semana el PRI cumple 70 años y el PAN elige a su nuevo dirigente nacional, el tema de una alianza amplia de la oposición para el 2000 regresa al centro de la discusión. Tener un solo candidato de la oposición para la Presidencia de la República es un tema complejo que puede cambiar la historia del país en los próximos años.

Los resultados de las elecciones de 1997 plantearon la posibilidad de hacer coaliciones para lograr una nueva mayoría legislativa, lo cual abrió una convergencia opositora ųtemporalų para instalar una Cámara de Diputados. Ya se conocen los resultados: el fracaso de la alianza opositora por la incapacidad de establecer acuerdos, para ejemplos quedan el Fobaproa y el presupuesto de 1999. Sin embargo, en los últimos días varios líderes opositores han planteado otra vez el tema de las alianzas para la sucesión presidencial. ƑSerá viable el tiempo de la convergencia?

Del lado de los obstáculos para hacer una alianza hay dos que por el momento es importante tener en cuenta: uno ideológico y otro estratégico. El primero, está muy claro y hay una coincidencia, tanto en la oposición (PAN y PRD), como en el PRI: Ƒes posible que se puedan juntar la izquierda y la derecha? Estos términos son nudos centrales en un tipo de discurso político general que se nutre de ciertos temas de polarización, como el aborto o la privatización de las empresas públicas. Sin embargo, si tomamos la postura de Norberto Bobbio sobre izquierdas y derechas, se puede ver que hay un amplio territorio en el centro, en el cual están ubicados la mayoría de los ciudadanos y en el que ambas partes del espectro pueden coincidir para un proyecto de país. Se trata de los espacios en los que la oposición coincide: instituciones democráticas, respeto a la ley, gobiernos eficientes y honestos, participación ciudadana, descentralización de los recursos fiscales, mercado interno, reforma municipal, reforma laboral, en fin, muchos de los huecos y necesidades que tiene la transición mexicana. Con estos y otros temas se puede integrar una agenda de convergencia. La parte estratégica está vinculada a los líderes y a las maquinarias de los partidos. Para los dirigentes de la oposición puede resultar casi imposible renunciar o declinar ante otro contrincante y, peor, si es de otro partido. Pero el mismo Cárdenas planteó una salida interesante: un abanderado único de la oposición, que gane mediante una elección primaria (La Jornada, 28 de febrero de 1999). Sería un candidato electo por la sociedad, y no por las maquinarias de los partidos. Tendría la fuerza y la legitimidad para encabezar una gran coalición.

Los números electorales más recientes, tanto los federales de 1997, como los estatales de 1998 y 1999, indican que el país está dividido ya en tres segmentos de votación; una del PRI, que anda entre 35 y 42 por ciento, y otras dos de oposición, que oscilan entre 22 y 28 por ciento cada una. Si este es el escenario base para el 2000, resulta que la oposición dividida está en desventaja y en esta sucesión puede repetirse, de forma más dramática, lo que ya ocurrió en 1988 y en 1994: un voto opositor mayoritario, pero dividido, frente a un voto priísta ligeramente superior. Hoy, la diferencia respecto a las dos sucesiones anteriores es que la oposición unida sí puede ganar la Presidencia y obtener una mayoría en el Congreso. No se trata sólo de ganarle al tricolor ųquitarte para ponermeų, sino de establecer un proyecto común, una agenda democrática, que sólo sería factible con una convergencia amplia. De lo contrario, el Revolucionario Institucional, que ha tenido derrotas importantes, pero que todavía tiene el aparato y la ventaja estratégica de una oposición dividida, puede volver a ganar y, con ello, seguiría la ruta de la inestabilidad y la falta de certidumbre que ha vivido en estos años.

Ahora los líderes de oposición tienen en sus manos la posibilidad de pactar una elección fundacional y negociar una agenda de coalición. Pero, antes de que las maquinarias y los liderazgos obstruyan la posibilidad, sería importante escuchar a la sociedad y comprobar si este proyecto tiene futuro.