n Raíces gitanas, un espectáculo puro de ese género con dos de sus exponentes
Un flamenco que sale del alma, más allá del quejío y el taconeo, en el FCH
n Lo que ahora se hace es aflamencá, dice el cantaor Rancapino n El Güito, un auténtico bailaor
Thelma Gómez Durán, especial para La Jornada n Una guitarra solitaria comienza a sonar. La voz del gitano se entona, lanza el quejío y da vida a un cante que sale del alma.
El nombre de ese gitano es Alonso Núñez, mejor conocido como Rancapino, uno de los cantaores más tradicionales del flamenco actual, que llega a México para participar en el 15 Festival del Centro Histórico.
Raíces gitanas es el nombre del espectáculo en el que participan Rancapino y el guitarrista Fernando Moreno, en la primera parte del programa. Mientras que el bailaor madrileño Eduardo Serrano El Güito y su compañía integran la segunda parte, cuya consigna es presentar flamenco puro, puro flamenco.
"Raíces gitanas es el duende que tenemos los gitanos con nuestro arte, con el baile, la guitarra o el cante, es un espectáculo muy puro, muy natural, muy de verdad", dice Rancapino en entrevista telefónica desde Madrid, momentos antes de partir a Jerez, donde participó en una noche flamenca.
Primo del gran Camarón de la isla, Alonso Núñez Rancapino es de los pocos cantaores que aún defienden la pureza del flamenco y lo demuestra en cada una de sus actuaciones, en las cuales da vida a ese cante jondo que araña el cuerpo y desgarra el alma.
"Yo me considero un cantaor purista, porque la verdad sea dicha, me identifico con los cantes puros desde que empecé a cantar, desde pequeño siempre me ha gustado la pureza del cante, la verdad del flamenco. Cuando canto por soleá, seguiriyas, alegrías, por malagueñas, taranto, bulerías o tango, cuando hago un cante, lo hago con el alma, porque cuando termino me duele todo el cuerpo".
Originario de Chiclana de la Frontera, Andalucía, Rancapino aprendió el cante como todos los gitanos: en la calle. Además, durante su infancia y juventud tuvo a un gran maestro y amigo, Camarón de la isla, quien lo animó para que se dedicara por completo al cante.
"El padre de Camarón y mi padre eran primos, por lo que aquél y yo nos criamos juntos. Buscábamos la vida errantemente por los pueblos de Andalucía. La muerte de Camarón (4 de julio de 1992) me ha afectado muchísimo, porque se ha ido el cantaor del siglo pasado, de éste y del que va a venir, se ha ido el mejor cantaor flamenco que ha dado España".
Mientras Camarón de la isla se coronaba como el más grande cantaor de España y su talento era reconocido en todo el mundo, Rancapino comienza su carrera con la grabación de su primer disco, en 1973, y decide viajar a Japón, donde encuentra el éxito que durante un año le fue negado en su país. Tres años después de la muerte de su primo, en 1995, el cantaor graba su segundo disco, acompañado por la guitarra de Paco Cepero, y en ese momento los oídos de los flamencos y aficionados a este arte reconocen en Rancapino al "último cantante de flamenco tradicional".
Y como cantante purista, Rancapino no comulga con las ideas y trabajo de los músicos que conforman la corriente denominada Nuevo flamenco. "Lo único que puedo alabar de los nuevos flamencos es que están aficionando a los chavales a que escuchen cantar a los viejos que quedamos del flamenco, pero no son flamencos puros ni nada, es una música aflamencá, pero sin llevar raíces naturales de lo que es el flamenco. Ellos están muy bien, llevan mucha juventud, pero eso no tiene nada que ver con un cante de Manolo Caracol o con un cante de Antonio Chaqueta o Antonio Mairena. Ellos no tienen que ver con el cante puro, con la cultura flamenca tradicional".
Así, en los terrenos del cante, Rancapino afirma que "se está desvirtuando mucho al flamenco.
"Hay muchos cantaores jóvenes que tienen las cualidades para seguir la línea de la pureza, como Enrique Morente, pero él se ha desvirtuado, ha cogido otros camino. José Mercé es otro igual, tiene posibilidades de desarrollarse en la línea pura del flamenco y no lo ha hecho, y para mí no va bien, para ellos quizá sí, porque van ganando dinero, pero a mi forma de ver pierden la pureza con lo que están haciendo, la verdad del flamenco se pierde".
Para este cantaor lo importante es "no desvirtuar al flamenco, porque es como si escucharas a un japonés cantando este arte, lo hace muy bien, pero no duele, no se vé la verdad ahí".
ųƑEs necesario ser gitano para ser un buen flamenco?
ųEl ser gitano es muy importante para nuestros cantes, porque lo traemos desde nacimiento, lo tenemos en nuestra casa, siempre escuchamos a la familia cantar o la vemos bailar. Aquí en Andalucía es donde se canta con más pureza, con más ritmo y con más compás.
''Desde Sevilla, pasando por Jerez, Cádiz, Málaga, en este rincón es donde se canta con ritmo y con más rajo. Pero eso no quiere decir que sólo los gitanos canten bien flamenco, hay payos que cantan requete bien. El gitano tiene una cosa especial, le da una cosa única, es como escuchar las canciones de José Alfredo Jiménez interpretadas por Chavela Vargas, nadie lo hace como ella, con ese aire especial que sólo Chavela tiene".
Precisamente fue Chavela Vargas quien presentó al cantaor en México, cuando hace cuatro años Rancapino participó en el Festival Internacional Cervantino. Ese fue su primer contacto con el público mexicano.
"Los mexicanos tienen una sensibilidad muy grande, y cuando yo canto en México es como si estuviera en Cádiz o Sevilla, con un público atento, que siente lo que es el cante y la guitarra, es una maravilla de público".
Para corresponder a este público y al afecto que Rancapino siente por este país, para sus presentaciones en la ciudad de México el cantaor ofrecerá un homenaje a José Alfredo Jiménez, y al tocar el tema, este artista gitano no pierde la oportunidad de cantar y por medio del auricular se escucha una soleá improvisada que dice así:
"Por las lejanas montañas va cabalgando un jinete, por las lejanas montañas vaga solito en el mundo, va deseando su muerte... y el cante de José Alfredo llora de pena y dolor, porque perdió para siempre a su más fiel cantaor, maestro entre los maestros, su nombre será inmortal..."
Con esta demostración de su arte, Rancapino despide la entrevista y advierte: "Estoy loco por estar en México y hacerme unas fotografías en la monumental Plaza de Toros y donde está la virgen de Guadalupe".