n Abstencionismo de 70 por ciento; lento el conteo oficial de votos
Proclama Francisco Flores, de Arena, su triunfo en El Salvador
n Tranquila jornada electoral; para votar los electores tenían que recorrer grandes distancias
Carlos Ramírez, corresponsal, y agencias, San Salvador, 7 de marzo n Al término de una jornada electoral en la que el abstencionismo alcanzó casi 70 por ciento, el candidato de la oficialista Alianza Republicana Nacionalista (Arena), el derechista Francisco Flores, se declaró esta noche ganador de las comicios presidenciales en El Salvador, mientras el escrutinio oficial avanzaba lentamente.
"Hemos ganado en primera vuelta por 53 por ciento de los votos", dijo Flores durante una conferencia de prensa en la que no ofreció el porcentaje de su más fuerte contrincante, el ex comandante guerrillero Facundo Guardado, candidato de la coalición del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) con la minoritaria Unión Socialcristiana.
Mientras decenas de sus simpatizantes comenzaban a festejar frente a la sede partidaria, Flores no perdió la oportunidad de atacar al FMLN, al asegurar que "se dedicó a campañas denigrantes y sucias, no renovó sus cuadros y llevó a gente de liderazgo histórico".
El ex presidente del Congreso y ex economista de 39 años proclamó su triunfo apoyado en datos de su propio partido y en proyecciones de la televisora privada Telecorporación Salvadoreña (TCS), pero poco después el Tribunal Supremo Electoral (TSE) daba a Flores 51.8 por ciento, computado 23 por ciento de los votos.
Anteriormente, la prestigiosa Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) estimaba que Flores oscilaba entre 49 y 51 por ciento de los votos, lo que deja un estrecho margen para una segunda vuelta, ya que por ley se debe alcanzar 50 por ciento más uno de los sufragios para ser elegido en primera ronda.
Guardado, un ex comandante guerrillero de 44 años que formó parte de la comisión rebelde que negoció la paz con el gobierno, poniendo en 1992 fin a 12 años de guerra que dejaron más de 70 mil muertos, permanecía, entre tanto, en silencio.
Tranquilidad y apatía
Aunque hubo atrasos en la apertura de urnas y circularon rumores sobre un ataque a un vehículo del partido oficial, los salvadoreños acudieron a votar en un ambiente de tranquilidad. Al igual que en las elecciones de 1994, jóvenes de los diferentes partidos orientaban a los votantes, regalaban agua, e incluso tamales.
El ex guerrillero FMLN denunció, sin embargo, una serie de anomalías: en Antiguo Cuscatlán, el partido oficial habría utilizado la alcaldía para el abastecimiento logístico a sus vigilantes de mesas electorales, mientras que en Villa Dolores el alcalde votó dos veces.
Por otro lado, la falta de votantes se dejó ver, e incluso algunas mesas fueron cerradas una hora antes de lo previsto. El Tribunal Supremo Electoral (TSE), dirigentes de los partidos políticos y observadores internacionales coincidieron en que sólo ejerció el derecho al voto entre 35 y 40 por ciento de poco más de 3 millones de salvadoreños empadronados, uno de los índices de abstencionismo más altos que se hayan presentado.
Antes de depositar su voto, el presidente Armando Calderón Sol exhortó a sus compatriotas a asistir masivamente a votar: "Que nadie se quede en casa, a los apáticos hay que moverlos, hay que sacudirlos", dijo el mandatario.
Pero el llamado cayó en saco roto. Félix Ulloa, magistrado del TSE, atribuyó el elevado abstencionismo a las pocas propuestas que ofrecieron los partidos políticos. "Este es un campanazo para la clase política, significa que la gente ya no cree mucho en ellos", indicó.
Otros observadores coincidieron en que los electores emitieron un voto de castigo contra los dos principales partidos, Arena, que registró una caída en el porcentaje de votantes, y el FMLN, que protagonizó fuertes diputas internas antes de los comicios.
Los salvadoreños también se vieron desalentados porque la asignación de centros electorales fue por orden alfabético, sin tomar en cuenta el lugar de residencia.
"No es justo que un pequeño grupo decida quién será el presidente, por eso hay que aprobar el voto domiciliario", advirtió el rector de la Universidad Tecnológica, Mauricio Loucel.
Los casi mil autobuses fletados por el TSE para los electores en todo el país fueron insuficientes, y muchos decidieron no votar debido a las grandes distancias que tenían que recorrer.
"Me han llevado de aquí para allá. No encuentro mi nombre y no voy a seguir perdiendo el tiempo", dijo una empleada de 72 años, quien tardó más de una hora en llegar al lugar que le habían asignado, aunque luego no se encontró en el padrón.
Las viudas debían acudir a las mismas mesas electorales, pues debían buscarse en la "v" de viudas, sin tener en cuenta su apellido. Sin saber leer ni escribir, para José, un albañil de 38 años, llegar a la mesa electoral que le correspondía fue un vía crucis, y cuando al fin la encontró no le fue permitido votar porque tenía dos cartillas electorales, la antigua y la renovada.
Donde sí hubo ambiente de fiesta al ir a votar fue en Arcatao, una aldea campesina de 10 mil habitantes, cercana a la frontera con Honduras, donde nació Guardado. "Todos saben por quién hay que votar", dijo Ofelia Navarrete, diputada del FMLN, originaria de esta localidad.
Y en su habitual homilía dominical, el arzobispo de San Salvador, Fernando Sáenz Lacalle, rogó "para que sean elegidas las autoridades más convenientes", que no busquen "provechos o beneficios personales o partidistas".
Al comienzo de la jornada electoral, Flores y Guardado se mostraban seguros de sus respectivas victorias, mientras que el postulante de la coalición Centro Democrático Unido (CDU), el socialdemócrata Rubén Zamora, quien se colocó en tercer lugar, pronosticó una segunda vuelta que, dijo, serviría para lograr una concertación con el FMLN y sacar a Arena del poder.
En 1994, Armando Calderón obtuvo el 49.1 de votos, mientras que Zamora, al frente de la coalición encabezada por el FMLN, obtuvo 24.9 por ciento. Todo se resolvió en la segunda vuelta: Calderón obtuvo 68.2 por ciento sobre el 31.7 de Zamora.