n Pugna con Primakov
Boris Berezovsky mueve hilos en Rusia, pese a su destitución
Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 7 de marzo n La decisión del presidente Boris Yeltsin de destituir del cargo de secretario ejecutivo de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) al magnate financiero Boris Berezovsky, beneficia sin duda al primer ministro Evgueni Primakov, pero no resuelve del todo la crisis política que, de unos días para acá, ha adquirido rasgos preocupantes en Rusia.
No parece, todavía, el desenlace de la ya larga y desgastante pugna que mantienen Primakov y Berezovsky, desde que el controvertido empresario vio frustrada su intención de reinstalar al frente del gobierno a Viktor Chernomyrdin, en lugar del destituido Serguei Kiriyenko, a raíz del colapso financiero de agosto del año pasado.
El nombramiento de Primakov como candidato de consenso, tras dos rechazos contundentes de Chernomyrdin, que pusieron a la Duma al borde de la disolución, y la inclusión en el nuevo gobierno de Yuri Masliukov, Guennadi Kulik y otros representantes de la oposición, marcó el inicio del enfrentamiento.
A pesar de que Primakov, desde sus primeros días como primer ministro, dio claras muestras de que no se dejaría manipular por Berezovsky, éste no se resignó a jugar un rol menor en la política rusa, convencido de que podría seguir cobrando indefinidamente la factura por el apoyo financiero que, junto con otros oligarcas, brindó a Yeltsin para asegurar su relección.
Tras dos meses y medio de enfriamiento de su relación cada vez más evidente, en el contexto del deterioro de la salud del presidente, en enero de este año Primakov y Berezovsky pasaron de la antipatía recíproca a las acciones concretas. Se considera que el primer aviso de una inevitable espiral de confrontación entre ambos fue la publicación, el 20 de enero, de un extenso reportaje en el diario Moskovski Komsomoliets sobre la existencia de un servicio de seguridad de Berezovsky que recababa información "sensible" relacionada con funcionarios y miembros de la familia de Yeltsin, presuntamente para obtener evidencias susceptibles de ser usadas en chantajes.
Al hablar el 28 de enero de una pronta amnistía, Primakov deslizó la idea de que "habría que desocupar las cárceles para aquéllos que nos proponemos meter por delitos económicos". Apenas dos días después, el programa analítico semanal del canal de televisión ORT, parcialmente perteneciente a Berezovsky --quien tiene acciones y también influencia decisiva en otro sector importante como es el consorcio de bancos privados--, dedicó todo su espacio a criticar duramente a Primakov, acusándolo de todos los males. Desde Davos, Suiza, el primer ministro no ocultó su enfado y respondió a los ataques, recomendándole a Berezovsky dedicarse a los asuntos de la CEI que, en su opinión, "no andan muy bien que digamos".
Coincidiendo con la renuncia del procurador general por "motivos de salud", el 2 de febrero empezó una ola de cateos en Sibneft, Aeroflot y otras empresas vinculadas a Berezovsky. El yerno de Yeltsin, Valeri Okulov, director general de Aeroflot, aprovechó la coyuntura y se deslindó del magnate, lo cual para algunos observadores abrió una fisura en el seno de la familia presidencial. Berezovsky trató de buscar apoyo en el exterior y propuso una alianza a Rupert Murdoch, que implicaba venderle el 20 por ciento de las acciones de ORT. El gobierno se opuso a dicha operación.
Pláticas con Tatiana
Por esas fechas, el semanario Moskovskie Vedmosti aseguró que era inminente la detención de Berezovsky y el diario Moskovski Komsomoliets publicó la transcripción de una conversación telefónica de éste con Tatiana, la hija menor de Yeltsin, en la cual se ponen de acuerdo para ejercer influencia en la toma de importantes decisiones de Estado. La grabación era auténtica pero, a la luz de recientes testimonios, no quedó claro si fue encontrada en uno de los cateos a empresas de Berezovsky, pues hay quien asegura que fue realizada por otro servicio de seguridad.
A raíz de dicha denuncia, la Duma aprobó, el 19 de febrero, un llamamiento a los presidentes de la CEI, donde pidió destituir a Berezovsky como secretario ejecutivo. El jueves de la semana pasada, mientras Yeltsin y Primakov se reunían en el Kremlin, Berezovsky anunciaba que presentará una demanda contra la Duma. El sábado, Yeltsin ingresó de nuevo al hospital y Primakov inició unas sorprendentes vacaciones.
El lunes pasado, Berezovsky ofreció una conferencia de prensa que marcó el comienzo de un ataque frontal contra Primakov en los medios que controla, buscando propiciar una crisis de gobierno. El jueves pasado, avanzada la noche, Yeltsin destituyó a Berezovsky y propuso a sus homólogos de la CEI apoyar el hecho consumado.
A estas alturas, la ratificación parece simple cuestión de trámite, pero no dejó de molestar a algunos presidentes que Rusia se atribuyera una decisión formalmente colectiva, lo cual --en términos de política real-- es un gesto obligado pero insuficiente para revertir una decisión ya tomada. Se duda que algún presidente se enfrente a Yeltsin, si se trata de escoger entre éste o el magnate. Por otro lado, el propio Berezovsky reiteró que dejaría el cargo cuando cualquier presidente, aunque fuera uno sólo, lo pidiera. Fue Yelstin, nada menos.
La destitución de Berezovsky se interpreta como una medida para apaciguar los ánimos, que estaban llegando a extremos difíciles de controlar. El jueves mismo empezaron a circular insistentes rumores, difundidos por el servicio noticioso del influyente semanario Argumenty i Fakty, de inminentes cambios en la composición del gobierno. Otros medios se hicieron eco de inmediato y se llegó a hablar de un supuesto ultimátum de Yeltsin a Primakov en el sentido de remover a los representantes de la oposición en el gabinete o despedirse el mismo del cargo de primer ministro y, de paso, de sus aspiraciones presidenciales. Se publicaron incluso los nombres de cinco eventuales candidatos a sustituir a Primakov. La oposición reaccionó con vehemencia.
Los rumores fueron desmentidos enfáticamente por diversas instancias del Kremlin y, al mismo tiempo, ello sólo reforzó la impresión de que el severo cuestionamiento al gobierno de Primakov en los medios formaba parte de lo que varios políticos rusos, desde el líder comunista Ziuganov hasta el ultranacionalista Zhirinovski, coincidieron en calificar de una campaña de desprestigio orquestada por Berezovsky.
Hasta qué punto podrá recuperarse del golpe Berezovsky se sabrá en los próximos días, pues la sombra de corrupción que pesa sobre varios integrantes del gobierno de Primakov, cuya honestidad personal está fuera de toda duda, lo hace vulnerable por lo que significa la presencia de los comunistas en el gabinete para seguir gozando del respaldo de la mayoría parlamentaria. Por lo mismo, Berezovsky presumiblemente seguirá explotando el tema, a través de los medios que controla, pues su debilitamiento como figura política transnacional en el ámbito de la CEI, por ahora, no le impide seguir siendo muy poderoso en términos económicos.
A pesar del literal acoso contra sus negocios, Berezovsky se comporta como quien se cree seguro de que por ahora no acabará en la cárcel por una sencilla razón: todo lo que sabe.
Al mismo tiempo, tampoco hay que olvidar el antecedente de que esta es la segunda ocasión en que Yeltsin cesa a Berezovsky de un cargo público. Igualmente de forma abrupta fue destituido como secretario adjunto del Consejo de Seguridad de Rusia, en noviembre de 1997 y, poco después, en abril de 1998, reapareció en la escena política, por recomendación del propio Yeltsin, como secretario ejecutivo de la CEI.
Por ello, no se descarta que Berezovsky, en lo personal, asuma una actitud de bajo perfil, temporalmente.