LETRA S

Marzo 4 de 1999 


Editorial

En algunos países negarse a asistir a personas en peligro, no sólo constituye una falta inmoral e inhumana, también se tipifica como un delito.

Si en México se aplicara ese precepto, la primera institución merecedora de sanción sería, parodójicamente, aquella que por su labor está considerada la institución humanitaria por excelencia: la Cruz Roja Mexicana. Son ya varias las denuncias de casos en los que las ambulancias de esa institución se han negado a trasladar y auxiliar a enfermos con sida. En el caso más reciente, una ambulancia de la Cruz Roja se negó a auxiliar a un indigente, al parecer travesti, que llevaba tres días agonizando en la calle.

Esa negativa, además de violar los principios humanitarios de esa noble institución, quebranta también la Norma Oficial sobre sida que establece la obligatoriedad para todas las instituciones de salud, privadas y públicas, de dar servicio de emergencia a dichos enfermos. En otros países, la Cruz Roja no sólo asiste a estos enfermos, sino que realiza labores preventivas como la impresión de folletería y la capacitación del personal de salud y de miembros de organizaciones civiles. Por ello resulta sospechosa la actitud de la Cruz Roja Mexicana cuando arguye que no es labor suya asistir a esas personas.

El desprecio y la aversión que José Barroso Chávez, anterior presidente de la Cruz Roja, manifestaba por las personas infectadas por el virus del sida, explicaba esa actitud inhumana de las ambulancias, pero ahora sería conveniente que el nuevo presidente revisara esa actitud y si hay necesidad de actualizar alguna Norma Oficial para hacerla compatible con otra más humanista, hacerlo. Sólo así se protegerá el prestigio de una noble institución y de paso la salud de muchos mexicanos quebrantados por la epidemia del sida.