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La ciudad moderna, más que un telón, una protagonista: Fuentes

n Bernal Díaz previó la utopía y el apocalipsis en la capital, explica

César Güemes n Como pocos escritores de este siglo, Carlos Fuentes ha caminado, leído y descrito a la ciudad de México. A él le correspondió, por ello, inaugurar el coloquio que la contiene, Apocalipsis y Utopía de la Ciudad de México, en el 15 Festival del Centro Histórico.

Su visión del espacio urbano fue un amplio recorrido que comienza en Budapest a partir de El constructor de ciudades, de Jorge Conrad, y que llega hasta Bernal Díaz del Castillo para culminar con una lectura al alimón, con Ofelia Medina, de un capítulo de la más reciente novela del propio Fuentes, Los años con Laura Díaz.

El prosista explicó que en realidad la obra de Conrad debería llamarse En guerra con la ciudad, toda vez que "se trata de una historia de conflictos vitales, en una ciudad precisa, Budapest, y en circunstancias políticas precisas con el régimen comunista en Hungría, en guerra con la ciudad. Esta es la historia contada por Homero, en La Ilíada, el sitio armado de Troya. La guerra dentro de la ciudad, tal es la tragedia actuada por Sófocles cuando dentro de sus muros Antígona defiende los derechos de la familia contra el tirano Creonte, quien afirma los derechos de la ciudad. La fundación de la ciudad, tal es la épica encarnada por Eneas en el poema de Virgilio, la búsqueda y fundación de la nueva ciudad, Roma".

Al paso del tiempo, no mucho por cierto, esta concepción varía: "Muy pronto el escenario urbano se convierte en teatro de lo picaresco en vez de lo heroico. Petronio, en El Satiricón, describe a una Roma imperial que nada tiene que ver con la fundación heroica. Ahora es una ciudad de amores ilícitos, estafadores, millonarios glotones, nuevos ricos, parásitos, matronas excesivamente eróticas y escribanos de tercera. La gran tradición crítica y picaresca de Petronio recorre desde luego la historia literaria, y alcanza su momento más espectacular en La Celestina: la tragicomedia del converso judío y estudiante de Salamanca, Fernando de Rojas (...) En ella los muros celosos de la ciudad medieval caen por tierra para que penetremos por vez primera la ciudad moderna. Guiados por la vieja trotaconventos que nos introduce en la ciudad renacentista, un espacio abierto en el que la ambición, la usura, el sexo y la muerte triunfan sobre los valores tradicionales de la cristiandad y de la feudalidad".

Sin embargo, "las ciudades de la picaresca no son aún la ciudad moderna, porque en la picaresca la ciudad es escenario o telón de fondo, en tanto que la ciudad moderna reclama el derecho de ser ella misma su propio protagonista. La ciudad como personaje, no sólo como telón de fondo, la ciudad como tiempo, no sólo como espacio". Tal es el caso de Dublineses, Berlin Alexanderplatz, Manhatan Transfer, Adam Buenos Aires o La colmena. "Entre la utopía y el apocalipsis todos estos novelistas modernos se acercan más a la decandencia que a la ilusión".

Subrayó Fuentes que "los grandes novelistas urbanos del siglo XIX ųBalzac, Dickens, Gogol,Tolstoi, Galdós, Dotoyevskių nos piden más que la crónica urbana, la imaginación de la ciudad. E imaginarla es también soñar con su utopía y desvelarse con su apocalipsis". Sus urbes "seguramente no existieron como ellos las describen, pero sólo sobreviven porque ellos lo imaginaron".

De este modo, vamos del presente cercano al pasado remoto, pues "en México, 20 años después de la publicación de La Celestina, la Historia verdadera, de Bernal Díaz del Castillo, contiene ya, asombrosamente, tanto la utopía como el apocalipsis de nuestra capital: visión actual, inconmovible, la de Bernal nos describe primero una ciudad bellísima, original y vista como un sueño, y enseguida nos relata la obligación de destruir el sueño, de convertirlo en pesadilla apocalíptica, la caída de México-Tenochtitlan".

Vino luego la lectura en voz alta junto Ofelia Medina de un capítulo de Los años con Laura Díaz, justamente la primera de las siete que habrán de ofrecerse a lo largo del coloquio. Dijo Carlos Fuentes antes de dar comienzo al acto que esta inicial lectura "podría parecer excéntrica a la ciudad de México, pero no lo es. Sus protagonistas, Frida Kahlo y Diego Rivera representan la utopía revolucionaria, un México liberado y con una potencia creadora que lleva a nuestra cultura fuera de sus fronteras: cómo viajan Rivera y Kahlo a Detroit, otra gran ciudad representativa de la era industrial, a crear en el corazón de Norteamérica un arte cuya raíz está en la ciudad de México, nuevamente la ciudad utópica de América".