n Hombre reconocido en las letras por su sencillez y humildad


Murió el argentino Adolfo Bioy Casares, uno de los mayores escritores hispanos

n Captó el lenguaje de las clases populares como muy pocos autores, expresó de él Luisa Valenzuela n Siempre lo caracterizó un fino espíritu de la dignidad que lo acompañó hasta el final

Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 8 de marzo n Adolfo Bioy Casares murió esta noche a los 84 años, luego de que fue internado por segunda vez en una clínica por serios problemas cardiacos.

"Me hubiera gustado disfrutar más tiempo de mi vida, de lo que me dio el Premio Cervantes", que recibió en 1990. Y lo que ese premio le había dado era el reconocimiento de la gente por las calles, el encuentro con los jóvenes que lo descubrieron en ese marco vacío de la oferta cultural, y fueron cautivados por su sencillez y humildad.

"De mi madre recuerdo que siempre nos decía que había que tener dignidad y ser estoicos, hablar suavemente con los otros, soportar los momentos difíciles con fuerza y darla a otros". Lo dijo en una charla con La Jornada. Y él era estoico, también "seductor" y profundamente humilde, como un rasgo de la dignidad.

Había conocido a Borges en 1932, en casa de Victoria Ocampo. En 1940, con quien fue su amigo eterno y Silvina Ocampo, recopilaron la Antología de la literatura fantástica. En la revista Sur construyeron una de las experiencias más importantes de la literatura argentina.

En 1940 publicó La invención de Morel, libro que un año después recibió el Premio Municipal. A partir de aquel momento su obra fue traducida a varios idiomas. El libro que no escribió por una timidez que el siempre admitió fue Corazón de payaso.

"Esa fue una vieja idea de cuando yo era muy tímido y para vencer esa timidez hacía chistes, y de pronto creo que eso era insoportable para las personas. Era una pequeña fuente de chistes tontos. No es tan fácil decirlos muy buenos, sobre todo cuando uno es muy niño. Así es que sentí que debía explicar por qué me pasaba eso. Mi padre me dijo alguna vez que él había perdido la mitad de su vida por la timidez".

 

Su timidez

 

Una parte de toda aquella obra que escribió para vencer la timidez está guardada aún, como sus poemas. "Siempre tuve la impresión de que el ejercicio de la literatura nunca es tan intenso como la poesía. A veces siento que no soy digno de eso, por esta razón es que no escribo más poemas. Recuerdo que Borges decía de las contrarrimas de Toulet, un poeta francés, que tenían algo desesperante, pero inconcluso. No estaba de acuerdo con esa idea. Me parecía que los concluía muy bien. Admiré a Lope de Vega, muchísimo''.

"Una vez estando con Borges en Rincón Viejo tuvimos una discusión larguísima y creí que lo había convencido o persuadido con mis teorías. Pero a la mañana siguiente me di cuenta de que yo adoptaba las teorías de Borges".

"Era un hombre lleno de sensibilidad por el lenguaje popular. A pesar de haber nacido en una familia de clase muy alta, él captó el espíritu de las clases populares, como muy pocos escritores. Entendió muchas cosas que otros intelectuales no entienden. Tenía una sensibilidad muy especial para el sentimiento, eso es, el sentimiento de ese lenguaje", dijo para La Jornada la escritora Luisa Valenzuela.

Tambien la escritora Marcela Sola reconoce aquel "oído muy fino", aquella atención que lo hacía, ademas, "porfundamente seductor en el mejor sentido del término".

Su libro La invención de Morel lo convirtió en el verdadero creador de la nueva novela francesa. Se generó una escuela a partir de esa obra en Francia. Además fue un Julio Verne, pues también fue inventor de la realidad virtual y el holograma.

 

Las exigencias de la escritura

 

Poco antes de morir, sonriente, aunque cansado y algo fatigado, mostró precisamente ese fino espíritu de la dignidad. Cuando algunos hablaban del final del libro, él levantó su mano larga y fuerte, en un gesto quizás de vuelo, y dijo que creía en la "supervivencia del libro. Soy bastante optimista. Estoy lejos de los presagios, porque vi a los jóvenes que muestran interés por la literatura, cuando todo lo que los rodea hace lo posible para que la abandonen. El libro exige muchas cosas: soledad para leer, buscar rincones tranquilos, luz, pero susbiste, quizás por eso, por lo que exige y subsistirá, como la belleza".