n Luego de 47 años de retiro, estaba entre los mejores de todos los tiempos


Víctima de cáncer murió Joe

DiMaggio, símbolo del beisbol

n Estados Unidos perdió a uno de los héroes más venerados del siglo, dijo Bill Clinton

Afp, Dpa, Reuters y Ap, Nueva York, 8 de marzo n Con la muerte del beisbolista Joe DiMaggio, a los 84 años, el deporte estadunidense perdió a una de sus máximas leyendas, ya que a 47 años de su retiro de los diamantes, se le reconocía como uno de los mejores 10 peloteros de todos los tiempos.

La vida de DiMaggio fue para muchos la clásica historia estadunidense del american way of life, ya que se trataba del hijo de inmigrantes pobres que triunfa en su vida deportiva y luego se enamora y casa con una estrella de Hollywood, nada menos que con el símbolo sexual, Marylin Monroe, 12 años más joven, de quien a los nueve meses se divorció.

Enterado del deceso, desde Nicaragua, donde realiza una gira de trabajo, el presidente Bill Clinton dijo: "Este hijo de inmigrantes italianos le dio a cada estadunidense algo en lo cual creer. Se convirtió en el símbolo más importante de la gracia, el poder y la habilidad de los estadunidenses".

Desde muy pequeño, Joe abandonó la escuela secundaria, para seguir a su hermano mayor, Dominik, en el beisbol, deporte para que el que desarrolló una gran capacidad. Su padre, un pescador, tenía la firme convicción de que sus hijos vivirían de su mismo oficio, en Martínez, al norte de California, donde nació el 25 de noviembre de 1914.

Aunque inició su participación en el beisbol desde 1932, en la desaparecida Liga del Pacífico, fue en 1936 cuando firmó con Yanquis de Nueva York, conjunto en el que desarrollo una gran habilidad para jugar en el jardín central, lo que le valió el mote de Yanqui clipper (El cortador yanqui), mientras que por la fuerza de su bateo fue llamado Joltin Joe (el estremecedor).

Su carrera profesional finalizó en 1951 con el mismo equipo, hubo altibajos. En 1946, sirvió voluntariamente tres años en la Segunda Guerra Mundial. Para 1949 llegó a ser el primer jugador de Grandes Ligas, y fue el primero en obtener un contrato por 100 mil dólares, que lo colocó a la cabeza de los mejores pagados.

Durante 13 años de pelotero jugó en diez series mundiales, de las cuales ayudó a ganar nueve, además de participar en 13 juegos de estrellas. Sin duda, uno de sus mejores momentos fue en 1941, cuando conectó al menos un hit por partido durante 56 juegos consecutivos, una de las más grandes hazañas en la historia de este deporte. De por vida, sus números fueron asombrosos: bateó 2 mil 214 indiscutibles, 361 jonrones y empujó mil 537 carreras en 6 mil 821 oportunidades al bat.

La muerte ocurrió en su casa, a la que regresó apenas unas semanas atrás, luego de permanecer 99 días en un hospital de Hollywood, donde se le extirpó un tumor canceroso de un pulmón, operación de la cual no se recuperó, por lo que ya no se le aplicó la quimioterapia. De hecho, en dos ocasiones se le dio por muerto.

La admiración que sentían por DiMaggio fue tal, que cantantes como Simon y Garfunkel lo incluyeron en la canción Mrs. Robinson: "A dónde has ido Joe Di Maggio/la nación vira sus ojos solitarios hacia ti". Y el escritor Ernest Hemingway hace referencia al beisbolista en su libro El viejo y el mar.

Joseph Paul DiMaggio, octavo de nueve hermanos, fue conocido en el extranjero más por su matrimonio con el sex simbol estadunidense Marylin Monroe, a quien, luego de su divorcio, y cuando falleció por una sobredosis de drogas varios años después, el ex beisbolista envió tres veces por semana flores a su tumba durante 20 años, por lo que no fueron pocos quienes dijeron que fue la mujer de su vida.

De visita en Yucatán, México, como invitado especial para dar inicio a la temporada, DiMaggio fue interrogado en ese sentido, y respondió que, en efecto, aún después del divorcio fueron muy buenos amigos. Definido como un caballero dentro y fuera de los diamantes, el pelotero creó una fundación para niños de escasos recursos.


n Unión de dos iconos


El pelotero, hombre que más amó a Marilyn Monroe

Reuters, Hollywood, 8 de marzo n Joe DiMaggio fue el hombre que más amó a la diosa de Hollywood, Marilyn Monroe, considerada el símbolo sexual del siglo y quien tuvo amores a granel. El ex astro del beisbol e imagen del equipo de la novena Yanquis de Nueva York correspondió con una devoción casi religiosa, y tras el supuesto suicidio de la diva, DiMaggio envió periódicamente rosas a la tumba de Marilyn desde 1962, apunta un libro escrito por Richard Ben Cramer, titulado DiMaggio.

Y aunque el matrimonio de DiMaggio con la actriz tan sólo duró nueve meses, el ídolo del beisbol amó con fervor poco visto a Monroe, quien se convirtió en su segunda esposa, en una boda realizada el 14 de enero de 1954 en San Francisco, y la cual acaparó la atención de la prensa por la unión de dos iconos de la vida estadunidense, misma que a través del tiempo conservó su carisma.

Ben Cramer señala que pocos días antes de que Monroe se quitara misteriosamente la vida, el 5 de agosto de 1962, a los 36 años, tenía planeado casarse nuevamente con DiMaggio y contarle al mundo la verdad sobre su relación con los Kennedy.

DiMaggio conoció a Marilyn en 1952, en una cita a ciegas, poco después de haberse retirado del beisbol. Pero DiMaggio quería a Monroe con la misma fuerza que odiaba a Hollywood.

La relación de la pareja se deterioró en septiembre de 1954, cuando Marilyn filmaba la legendaria escena de La comezón del séptimo año, en la cual ella se paraba sobre una rejilla de tren subterráneo de Nueva York y el viento levantó el vestido hasta la cabeza, dejando al descubierto sus piernas.

Mientras muchos testigos disfrutaban de la erótica vista, DiMaggio estaba bebiendo con algunos amigos cerca de donde se filmaba la escena a medianoche. El astro de beisbol llegó a las 2 de la mañana al lugar y se enojó tanto por la escena que tuvo que ser sacado del lugar por sus amigos. A la mañana siguiente, Marilyn necesitó de una gruesa capa de maquillaje para cubrir los moretones en la cara. Ese fue el fin.

Pero el divorcio no acabó con la intensa relación; la pasión siguió viva