Arnaldo Córdova
Posibilidad de la coalición

Como mis lectores recordarán, hace dos semanas publiqué aquí un comentario sobre el tema de las alianzas, únicamente fincado en la propuesta de Calderón Hinojosa. Mientras el artículo se publicaba, el ingeniero Cárdenas hizo su propuesta de que el candidato único de la oposición fuera elegido en unas primarias generales. La propuesta, por principio de cuentas, me pareció estupenda. Luego pude observar el grado de aceptación que la misma encontró y, sobre todo, la buena disposición que produjo en los dirigentes panistas. Y luego una insidiosa campañita que trataba de desacreditarla, sobre todo, por parte de dirigentes priístas, después de los propios panistas y, al mismo tiempo, de no pocos comentaristas.

Lo menos que se dijo fue que era como juntar el agua y el aceite, y no faltó quien dijera que era una propuesta hecha al "bote pronto" o "al aventón". Se vino el aniversario 70 del partido oficial y casi pasó desapercibido, como no fuera por unos tres o cuatro días en que llamó la atención. Luego el interés volvió a centrarse en el tema de las alianzas. Y el asunto ahora comienza a preocupar a todo mundo y a producir, aparte de un debate cada vez más difuso, también descalificaciones a granel que muestran lo lejos que estamos de dar un debate de altura en esta materia.

Casi nadie imaginaba que Cuauhtémoc Cárdenas pudiera declararse a favor de una coalición con el PAN, ni muchos menos, que propusiera una primera vía de progreso que consistía en unas elecciones primarias de la oposición en las que fuera elegido el candidato único que enfrentara al candidato priísta. A muchos les escandaliza todavía el que se vuelva una noción común en el campo de la oposición que un objetivo común sea sacar al PRI del gobierno. "Sólo en montón nos pueden vender", dijo Manuel Bartlett. Y todavía hay algunos que siguen sosteniendo que eso es algo antinatural. La reforma política, dicen, no se hizo para amontonársele al PRI. Yo digo que ése era su destino casi obligado.

El PRI no ha hecho, desde 1977, más que cosechar lo que siembra. Su constante oposición a la reforma no ha propiciado otra cosa que condiciones de nuevos avances de la misma. Su desempeño en las elecciones de 1998 y 1999 ha dejado en todo mundo la impresión de que no está dispuesto a soltar el poder por las buenas y de que se sostendrá en el mismo cueste lo que cueste. Ante esa disyuntiva, en la oposición no puede por más de darse y desarrollarse la determinación de sacar al partido gubernamental del poder, también, sea como sea, y me parece de lo más natural.

Todos los que dicen que la idea de las coalición se hace, hoy, al "bote pronto" y en la "desesperación", o no tienen memoria o son unos cínicos. Hoy por hoy no hay mejor objetivo político para la oposición que sacar al PRI del gobierno. ƑQué se dice en contra? Con mucho, sólo que eso no es "moral" ni "digno" ni "equitativo". No se dice por qué, pero parece ser la enseña. Cada fuerza política debe luchar por sus propias banderas y atenerse al consenso que le dé la sociedad. O sea: cada uno con su cada cual y a lo que le toque. Eso no es sólo un modo primitivo de plantear los problemas de la lucha política, es también hipócrita.

Las reacciones en el PAN son lo que más hace pensar que una coalición antipriísta con el PRD no tiene sentido. Diego Fernández de Cevallos salió en escena diciendo que se podría elegir a un candidato ajeno a los partidos coaligados. Fox debe haberse quedado, como suele decirse, acalambrado. Y el Jefe se ha abierto un espacio que hace apenas dos semanas no se divisaba. En efecto, aparte los priístas, el que más pierde en este proceso es el peculiar precandidato panista. Pero los panistas parecen estar, a la vez, asustados y pasmados por la evolución que ha tenido la propuesta, no obstante que quien inició el rejuego fue su ya ido presidente Calderón Hinojosa.

La propuesta de Cárdenas no tiene mácula. Es la más viable y la que puede concitar el acuerdo de toda la oposición. Pero a todo mundo ha asustado que el jefe de Gobierno del DF se haya definido tan claramente al respecto. La ruta que él ha trazado también parece ser buena: primero, pongámonos de acuerdo en un programa y en un plan de trabajo; luego, veamos cómo se elige al candidato unitario. El gobierno y sus acostumbrados corifeos no pueden argüir nada más que se trata de una propuesta ilógica. El problema es que los panistas no saben qué camino tomar. La misma realidad de la lucha política tendrá que abrirles los ojos.