n Presentación de Breve historia del cine mexicano
Tengo la sensación de que cumplí con mi obra: Emilio García Riera
Arturo García Hernández, enviado, Guadalajara, 13 de marzo n Una mezcla de agradecimiento y celebración marcó la presentación de Breve historia del cine mexicano. Primer siglo: 1897-1997, de Emilio García Riera, un trabajo que ųen palabras del autorų a un tiempo condensa y amplía (en 400 páginas) el contenido de los 18 tomos de la Historia documental del cine mexicano, publicada con anterioridad. Ahora, sostuvo García Riera con sonrisa satisfecha, "sí tengo la sensación, que a mi edad no está mal, de haber cumplido mi obra fundamental".
El acto se efectuó ayer en el marco de la XV Muestra de Cine Mexicano, en la capital tapatía. Pese a que su salud se ha visto menguada por distintas dolencias que le aquejan desde hace tiempo, el crítico se mostró irónico y de buen humor. Habló de las dificultades, por un lado, para incluir en Breve historia... el periodo que no aparece en los 18 tomos de Historia documental..., obra que ųdijoų "examina con detalle la que yo creo la etapa más importante de la industria del cine mexicano". En ese sentido, aprovechó para invitar a no confundir dicha industria con el cine mexicano: "El cine mexicano son los cineastas y no creo en el fin del cine mexicano porque no creo en el fin de los cineastas".
El nuevo libro de García Riera fue comentado por Alejandra Moreno Toscano, Felipe Cazals y José María Pérez Gay. La historiadora se dijo fascinada por el recuento que hace García Riera de lo que vio el público en cada época: "Seguramente las películas eran malísimas, pero el aire de época que transmiten pone en crisis las narrativas convencionales que separan por comodidad al campo de la ciudad y a la sociedad del poder político".
Acerca de la "condensación y ampliación" lograda por el crítico en Breve historia..., Moreno Toscano comentó: "Condensación enorme, pues hizo caber su Historia documental del cine mexicano en este volumen. Ampliación, porque abarcó los casi 50 años que le faltaban a aquella para cerrar el siglo. La operación intelectual es de admirar. Con una visión de larga duración ordena por periodos sus explicaciones, distinguiendo los años anteriores a la Primera Guerra Mundial, la época entre las dos guerras, los años de la Segunda Guerra Mundial, los de la posguerra, los del crecimiento económico y los de la crisis de desajuste de este fin de siglo. Al hacerlo nos muestra que la lectura de la historia del cine no puede desprenderse de lo que pasa en el mundo. No es una historia local". Además, "cada capítulo ofrece un resumen de las condiciones generales que determinaron a la producción". Revisa seis generaciones de cineastas. "Una proeza. Para todos tiene un comentario, una observación pertinente. Sus guiños al lector lo pintan tal como es: sabio, inteligente, generoso, divertido".
Felipe Cazals habló de un García Riera jocoso y agudo, tanto en el plano personal como profesional. Más adelante afirmó que en Breve historia... deja "bien claro que la eterna crisis que ha vulnerado al cine nacional no le ha impedido cumplir más de cien años de vida. Y lo que falta. Paradigma que disfruta Emilio para sembrar en nuestra ingenua perplejidad su broma preferida: 'a ver quién es el guapo que se va a encargar de documentar lo que falta'".
El director de Canoa y El apando aseguró que la lectura de Breve historia... le resultó entretenida, además de que le mostró con toda su riqueza que "la sagacidad es una virtud indispensable para el ejercicio de la labor de los historiadores".
En su turno, José María Pérez Gay recordó la mañana de abril de 1961 en que conoció a Emilio García Riera, él de 18 años y éste de 31. Refirió amigos y lecturas comunes y esbozó un perfil de quien calificó como ejemplar "en su lucha contra la indolencia y el fatalismo". Es un hombre ųagregó Pérez Gayų "que ha visto el desastre de muchas ilusiones en estos últimos cincuenta años y la abolición de varias utopías (...) Pero no ha perdido la fe en la perfectibilidad humana ni en la vocación popular hacia la libertad".
Así, "la obra de Emilio García Riera no puede disociarse de su vida y de su inteligencia, ni éstas de su tiempo". Si algo "nos ha enseñado la obra de Emilio García Riera ųigual que la del mejor de los historiadoresų es revelarnos cómo ante la pantalla el público mexicano aprendió hasta dónde puede llegar el nuevo lenguaje de la vida moderna. La modernidad ųel eterno sueño fallido de la nación mexicanaų es una constante promesa en el cine mexicano para su público, que es todo. Los mitos de su cine son momentos fundadores y puentes de entendimiento, rostros y figuras privilegiadas que resumen la biografía colectiva". Por eso, "ningún cineasta mexicano, ningún profesor, ningún alumno interesado en su país, puede desconocer esta historia, lo que el cine ha venido haciendo hasta aquí, porque ųcomo creoų el México de nuestros días merece buenos y nuevos realizadores de cine, que puedan hacer las películas que deseen. Si el cine es mejor que la vida, como el mismo Emilio diría, necesitamos que la vida ųy nuestra vida nacionalų sea mejor que el cine".