El primer tropiezo fue en Los Pinos.
Dos días después de que el presidente Ernesto Zedillo anunció su propuesta de abrir el sector eléctrico a la inversión privada, el secretario de Energía, Luis Téllez, dio la cara ante los medios de información y quiso explicar los detalles.
Se enredó.
Las preguntas sobre los subsidios, la probable alza de tarifas, los activos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y el destino de los trabajadores electricistas no tuvieron respuesta.
Lejos de llenar los huecos de información, Téllez optó por la profundidad conceptual: ``Soberanía es que nuestro país tome decisiones soberanas para asegurar que haya electricidad''.
La iniciativa se envió al Senado de la República, donde los priístas tienen la mayoría. Pero la estrategia no salió como Zedillo y Téllez esperaban.
Cuando el titular de Energía acudió el 18 de febrero a la Casona de Xicoténcatl, un legislador priísta le brincó: ``Existe entre nosotros la inquietud de que se realice un proceso salvaje y se vulneren los derechos de los trabajadores'', dijo Samuel Aguilar Solís.
Lejos de detectar bondades en la iniciativa, el senador priísta manifestó su ``preocupación'' sobre la venta de los activos de la CFE.
Téllez no salió con el cheque en blanco que esperaba.
Los galileos contra Téllez
Téllez acudió en dos ocasiones más al Senado. La semana del 15 al 21 de febrero fue sin duda la peor que tuvo en público.
Un análisis de las declaraciones vertidas por diversos sectores contiene un dato revelador: las posiciones adversas a la iniciativa de parte de legisladores y dirigentes del PRI fueron casi el mismo número que las de sus contrapartes del PRD.
Esa semana los periódicos de la capital dieron cuenta de 18 notas favorables producto de declaraciones de militantes priístas... y registraron 38 notas desfavorables. El PAN se dividió: los diarios recogieron 10 declaraciones de apoyo a la propuesta entre legisladores y dirigentes de ese partido. En contra declararon 22 panistas .
El 17 de febrero Luis Téllez trató de explicar durante cuatro horas que la iniciativa presidencial convenía a la nación. Insistió en el argumento básico del gobierno: es necesaria para evitar un desabasto de energía en los próximos seis años.
Pero algunos senadores priístas manifestaron su desacuerdo. Abiertamente le advirtieron el costo político que implicaría para el partido emprender la reforma, además de que ``chocaría'' con los documentos básicos del PRI.
El senador Eduardo Andrade fue directo: la privatización eléctrica ``se contrapone con los estatutos y con la plataforma del PRI''.
El senador Humberto Mayans -miembro del grupo Galileo- puso en claro: ``Voto a ciegas, de ninguna manera. Eso era hace 40 años''.
El también integrante del grupo Galileo Pablo Salazar Mendiguchía advirtió que votaría en contra de la iniciativa porque atenta contra la soberanía del país.
Ante las resistencias, el senador priísta Amador Rodríguez Lozano salió en defensa del secretario de Energía. Quiso acabar con el debate.
Argumentó: ``Hay una sobreideologización a priori del debate para tratar de exacerbar una de las fibras más sensibles de los mexicanos, que es el nacionalismo, en función de la elección presidencial del 2000''.
Y mientras en el Senado Téllez hacía malabares para esquivar los cuestionamientos de los galileos, en la Cámara de Diputados otros priístas, como Dionisio Meade y Eduardo Bernal, cuestionaban ``la urgencia de Téllez'':
``No es urgente, máxime que entraría en vigor en el 2001. Quien tiene prisa es Téllez, pero va a tener que esperar a que estén dadas las condiciones''.
En la Casona de Xicoténcatl, en tanto, Téllez sudaba.
Los riesgos
El alud de críticas iba en aumento. El gobierno federal y Téllez no controlaban aún las reacciones en contra de la iniciativa cuando ya se sumaba una más.
Los reflectores se dirigieron ahora a la Corriente Crítica del tricolor, la cual no sólo se manifestó contra la propuesta del Ejecutivo, sino que además demandó expulsar del partido a Téllez y al director de la CFE, Alfredo Elías Ayub.
El secretario de Energía trataba de detener los golpes que le llegaban de todos lados. En el Senado, durante su segunda comparecencia, centró su exposición en tratar de demostrar que no hay contraposición entre el proyecto de Zedillo y los documentos básicos del PRI.
Y luego se refirió al resto de los mortales. Dijo -según sus encuestas y las publicadas en los periódicos durante la semana del 15 al 21 de febrero- que ``la mayoría está de acuerdo con que haya apertura en el sector''.
Todo fue inútil.
Las resistencias continúan a pesar de que el gobierno federal ha incrementado su presencia en los medios de información para tratar de convencer a la población de que privatizar es la única salida.
En los diarios de la capital se mantuvo la proporción de tres a uno en las notas desfavorables basadas en las declaraciones de militantes del PRI.
Los panistas, al parecer con una estrategia similar a la que utilizaron en el asunto Fobaproa, han marcado una mayor distancia respecto de la iniciativa gubernamental.
A partir de las comparecencias de Téllez, el gobierno ya midió cuál puede ser el tono del debate en el Congreso y las dificultades que tendrá para lograr la aprobación de la iniciativa.
Por otro lado, diversas encuestas han mostrado que la mayoría de la población está en contra de la privatización, al tiempo que el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) se ha convertido en el eje de un movimiento opositor al que cada día se suman más organizaciones de todo tipo.
El gobierno sabe que aprobar una reforma de esta naturaleza metería al PRI en el dilema de modificar los documentos básicos, como en su tiempo lo hizo Carlos Salinas, lo cual podría generar división en el partido y restarle votos en el 2000. El riesgo es alto.
Los recursos de los que se vale el gobierno para lograr la aceptación de la iniciativa pueden ser muchos. ¿Apagones como el ocurrido en Campeche, Tabasco, Yucatán y Quintana Roo?
Algunos dudas. El SME no está seguro si lo ocurrido fue un ``un incidente extraordinario o una falla intencional''.
El gobierno, por su parte, trató de evitar cualquier suspicacia. El director de CFE, Elías Ayub, leyó un escueto comunicado donde afirmó que todo se debió ``a una falla técnica''. En Tapachula, Chiapas, Téllez también habló: ``De ninguna manera obedece a presiones de la CFE para que se lleve a cabo la privatización''.
Al día siguiente fue más allá: ``Sería un delito y una irresponsabilidad hacerlo (provocar el apagón) ''.
Mientras los técnicos averiguan qué ocurrió, la duda persiste. ¿Será como dijo Vicente Fox el 26 de febrero? ``Sólo faltan apagones en el DF para apoyar la propuesta y desacreditar a Cárdenas, así matarían dos pájaros de un tiro''.
Mientras tanto, ya con suspensiones del servicio eléctrico en el medio, el debate arrecia. Y en la Secretaría de Energía no parecen ver la luz.
La tarde del 14 de febrero el grupo 27 de Septiembre, del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), decidió divertirse a costa del secretario de Energía, Luis Téllez, y de paso ``demostrar la manera en que ellos (el gobierno) van al debate''.
La corriente más radical del sindicato, de las 20 que existen, sabía que al día siguiente Téllez, uno de los cerebros de la reforma al agro mexicano en tiempos de Carlos Salinas, estaría en el Instituto Tecnológico Autónomo de México.
``Nos sentamos en la segunda fila. En la primera estaban todos los ponentes de Harvard. Téllez pasó al estrado y empezó a repetir lo que ha venido diciendo desde el 4 de febrero. Ya sabes. Aquello de los 25 mil millones de dólares, los apagones y las supuestas canonjías que recibimos en el SME'', recuerda Humberto Plata Suárez.
Ya en el estrado, según el relato de los electricistas, Téllez enumeró de corridito las ``bondades'' de la reforma a los artículos 27 y 28 de la Constitución. Pero la exposición pulcra y sin titubeos del secretario de Energía quedó empañada cuando en la segunda fila del auditorio aparecieron pancartas con las leyendas ``Zedillo entiende, la patria no se vende'' o ``Téllez, go home''.
Mal día para el secretario, quien no dejaba de mirar al rector del ITAM ``con cara de ¡juat!'', relata divertido Adrián Belman Gómez, trabajador de cables subterráneos.
Se coló la realidad
Bastó que los cuatro miembros del SME llegaran ``al reducto de los tecnócratas para incomodarlo y para que se preguntaran `¿de dónde salieron?''', recuerdan Belman.
Antes de que las respuestas llegaran, Luis Téllez ya daba muestras de irritación. La palidez de su rostro resaltó aún más sus negras y espesas cejas. Molesto, salió apresurado del lugar seguido de ocho colaboradores.
En su huida, Téllez se topó nuevamente con la realidad. Humberto Plata Suárez, trabajador de agencias foráneas de LFC, le soltó: ``Usted está difundiendo de manera unilateral su proyecto e ignora el del SME''.
Esteban Lugo, jubilado de la compañía, lo secundó: ``Queremos un debate con los trabajadores''. Téllez sudaba, pero asentía con la cabeza.
Y cuando ya todo parecía terminar, entre los asistentes surgió ``otra realidad'' para el secretario.
Raymundo Hernández se plantó frente a Téllez y trató de entregarle una bandera estadunidense.
Téllez pasó de la sorpresa a la indignación. Aún furioso, pidió respeto; pero Raymundo no hacía caso y muy serio le aclaró que se hacía acredor a la bandera por ser ``un digno descendiente de Santa Anna''.
Téllez ya no aguantó. Los electricistas dicen que volteó a su derecha y cuando se vio protegido por sus ocho guaruras recuperó su aire soberbio y se fue.
Los integrantes de la corriente 27 de Septiembre insisten: ``¡Sí, le fue mal al chaparrito!''
-Le fue mal, pero parece que ya aprendió y ahora quiere el debate.
-¡Orale! Va. Nosotros le decimos que cuando quiera y donde quiera.
Los representantes del Departamento de Cobranzas del SME aceptaron de mala gana.
``Está bien, le quitamos eso de `Si quieres otro Chiapas en el DF estamos dispuestos a morir', pero seguimos con lo de la manifestación'', dijo Ricardo Medina Ornelas a Rosendo Flores Flores, secretario general del SME, cuando le informó que el 25 de febrero protestarían cerca de Los Pinos, justo en el puente de Chivatito.
De nada les valió matizar su pancarta. Luego de tres horas de discusión con miembros de Guardias Presidenciales, los doce sindicalistas recibieron su dotación de puñetazos, empujones e insultos.
``Creo que le pisamos algún callo a alguien porque la manifestación era pacífica, incluso nos la autorizaron'', dice Medina Ornelas, quien todavía cojea de la pierna izquierda debido a los golpes que recibió.
La idea de manifestarse lo más cercano a Los Pinos, relata Medina Ornelas, surgió en un mitin. Los trabajadores llegaron a las siete de la mañana al lugar y colocaron su manta de 24 metros de largo por cuatro de ancho, ``En un lugar donde el Presidente pudiera verla''.
A las 8:30 horas de aquel 25 de febrero todo conductor que pasaba por Periférico pudo observar la manta de protesta. También los miembros de Guardias Presidenciales, quienes llegaron al lugar para averiguar lo que ocurría.
-¿Cuál es tu protesta? -le gritó el capitán Rodríguez.
-Manifestarnos contra la privatización del sector eléctrico.
-Pues te quitas de aquí y entras a dialogar o te cierro las puertas y te mando al Ministerio Público -dijo el militar en tono amenazante.
Los electricistas no hicieron caso. Entonces llegaron entre 70 y 80 ``civiles'' que intentaron arrebatarles la manta.
``El capitan Rodríguez, encargado de los civiles, estaba molesto y le gritó a su gente: `¡Con una chingada, que quiten esa manta!', después siguieron los golpes contra nosotros'', relata Medina Ornelas.
Al lugar llegaron también 70 policías, pero los militares los hicieron a un lado.
Ya con la manta en su poder, los miembros de Guardias Presidenciales se perdieron por el camino a la feria de Chapultepec. Se acercaron entonces los de Seguridad Pública.
```Es mejor que te retires, lo que ocurrió aquí fue una orden militar. Vete, mano', me dijo, y nos fuimos''.
El altercado duró unos minutos y nadie entendió qué pasó.
``La misma manta estuvo el 13 y 20 de febrero en el Zócalo durante horas y con permiso del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. ¿Será que le pisamos el callo a alguien?''
Quién sabe. Los que sí parecieron molestar a ``alguien'' fueron dos electricistas de Atizapán de Zaragoza que fueron sorprendidos, ese mismo día, haciendo pintas contra la privatización. También incomodaron los de Cuautitlán Izcalli, quienes durante una gira de trabajo del presidente Zedillo le mostraron una manta que rezaba: ``Zedillo, entiende, la patria no se vende'' y ``No a la privatización''.
``Si con 16 trabajadores del SME se asustan, ¿qué harán si las 47 mil familias del sindicato brincamos?'', se pregunta Medina Ornelas.