José Agustín Ortiz Pinchetti
ƑUnidad en la oposición? Coaliciones y/o alianzas

El gobierno del presidente Zedillo ha elegido la polarización y el enfrentamiento de las fuerzas políticas, las que aún militan en el sector oficial contra las opositoras, como vía para resolver la sucesión presidencial del año 2000. El Presidente apuesta alto y duro. La otra vía, la que muchos hubiéramos aplaudido, la de un pacto para la transición, se perdió en 1995. Si el Presidente y el PRI se atrincheran y asumen la iniciativa, la oposición tendrá que responder uniéndose. Tiene dos soluciones distintas pero complementarias y probablemente sucesivas: la coalición y las alianzas.

La coalición (de la que se discute con vehemencia y confusión) significa en esencia que los partidos de oposición, al menos PAN y PRD, presentaran una candidatura común a la Presidencia de la República. Esta solución no es viable. Se está perdiendo un tiempo magnífico en extender la discusión y en enconarla. Los requisitos legales son muy difíciles de cubrir. La ley electoral exige la postulación conjunta de los candidatos a diputados y senadores junto con el aspirante a la primera magistratura. Imagínense ustedes el escenario de la lucha interna y entre los dos grandes partidos para definir cada candidatura. Además, la ley castiga la coalición reduciendo a los de un solo partido los tiempos en los medios electrónicos y las aportaciones en los gastos de campaña. Por si fuera poco, adelanta la fecha límite de registro al 10 de diciembre, en que aún no existe visibilidad para evaluar a los posibles candidatos de los opositores. El PRI logró, en la reforma política de 1996, que una candidatura única de oposición fuera legalmente posible pero políticamente imposible.

Hay otra vía: las alianzas. Los opositores pueden unir sus fuerzas con fines comunes sin perder cada uno de ellos su identidad, sin tener que ofrecer un candidato común, sin exponerse a que los reventadores golpeen a los candidatos más adelantados de cada partido.

La coalición tiene muchos costos; las alianzas, muchos beneficios. Podrían iniciarse con acuerdos concretos, identificando los grandes temas pendientes en los que están plenamente de acuerdo PAN, PRD y los demás partidos de oposición, como el de la reforma electoral y el de la reforma política integral del DF. Un frente legislativo al que se comprometieran dirigentes y fracciones parlamentarias de ambos partidos podría generar una presión decisiva, y sería seguro que ganara la aprobación en la Cámara de Diputados. El PRI, que domina la Cámara de Senadores, tendría que pagar un alto costo político por oponerse a una iniciativa sólida de los opositores.

También podría hacerse una alianza mucho más ambiciosa con un compromiso de lo que asumiría cualquiera de los dos opositores, independientemente de quien fuera el presidente. Podrían incluirse los siguientes temas: 1. Un pacto de no agresión que evitara la guerra sucia entre ellos. 2. Un acuerdo para buscar la mayoría en ambas Cámaras (lo que es relativamente probable). 3. De lograrse este poder, proponer, en bloque, un pacto de reconciliación nacional y una reforma del Estado que refuerce los contrapesos y balances de un sistema democrático, desarrolle los principios del federalismo y fortalezca el municipio. 4. Un sistema eficaz de rendición de cuentas. 5. Una política social que abatiera la pobreza y mejorara el nivel de vida de los trabajadores. 6. Medidas para destruir las bases del control corporativo y clientelar. 7. La consolidación de instituciones de Estado independientes del gobierno como la banca central, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la Procuraduría General de la República y otras fundamentales. 8. Una reforma profunda del Poder Judicial. 9. Una política industrial con incentivos a la productividad y a la competitividad de las empresas y del trabajo. 10. Una reforma verdaderamente definitiva para garantizar la competencia electoral equitativa y los procesos transparentes y confiables.

Cito unos cuantos temas en los que coinciden PRD y PAN, y podrían añadirse muchos más. Baste revisar sus declaraciones de principios, plataformas y programas de acción de ambos partidos y de los demás de la oposición para ver el conjunto de coincidencias. Pero además están unidos en la desdicha.

Las alianzas progresivas en temas puntuales arrastrarían inevitablemente otros acuerdos. Aislarían a los rupturistas y aquellos segmentos que, dentro de cada partido, avivan los rencores, el odio y los prejuicios. Se empezaría por lo cercano y lo posible para ir ganando progresivamente la confianza. Si el PRI logra dividir maquiavélicamente de nuevo a los opositores, no hay duda de que tendrá altísimas probabilidades de ganar la Presidencia de la República en el 2000 y darnos otra etapa más de agonía en una transición interminable.

[email protected]