Marco Rascón
Hacia el 200

La elección del año 2000 no debe reducirse a lo que significaron los Tratados de Ciudad Juárez en 1911, en que se fue el dictador, pero se mantuvo la dictadura. Para evitarlo, es sustancial una alianza con el pueblo en primera instancia, y eso le corresponde al PRD y su candidato a la Presidencia de la República lograrlo.

Para una alianza fuerte, se necesita un PRD fuerte, cuya fuerza sustancial está en las alianzas hacia abajo, hacia la mayoría de los mexicanos explotados, marginados, excluidos, engañados y aspirantes del cambio social y político. El PRD no puede ser uno más, reducido al desprestigio de la clase política mexicana, esa gran decadente de fin de siglo, que se ha convertido en uno de los problemas más grandes para la transformación de México. La alianza, por amplia que sea, tiene que tener una sola estrategia y muchos compromisos no entre grupos y partidos, sino con la mayoría de México. Si la alianza es vaga, contribuimos a dejar sin solución lo que hoy pasa en México: el país es un elevador atorado entre el siglo XX y el XXI, entre el piso 19 y el 20, entre el pasado y el futuro, y aunque la puerta del elevador se abre, ésta da hacia un muro sin salida. En esta situación, a unos les queda el consuelo de que el elevador sube, pero con el agravante de que en los términos de las preocupaciones oligárquicas, esta situación no conduce a nada y entonces piden de nuevo regresarse a la planta baja.

El PRD no va en ese elevador, porque su aspiración es distinta. El PRD debe plantearse como objetivo central, que gane el pueblo, desmantelando el viejo régimen y acabando con todos los sistemas de injusticia que entristecen y debilitan al país. El PRD debe abrirse a los que vayan en ese camino, pero no puede hacer una sola concesión a nadie por sobre el pacto con el pueblo y sus deseos de unidad de todos contra el viejo régimen que se representa por lo que queda del PRI y le sustituye el PAN. La alianza se construye diciendo para dónde vamos.

Se dirá que esta es una posición soberbia y poco humilde. ƑAcaso los grandes cambios no se hacen bajo grandes convicciones y razones? Tanto al PRD como a su candidato a la Presidencia y al pueblo, les sobran ambas cosas para convocar y convencer de que el cambio de fondo es fundamental. Para ello, no se necesita entrar al juego abstracto de los términos de "izquierda" o "derecha", sino decir con claridad y en concreto hacia dónde vamos. El PRD debe creer en sí mismo y no esconder bajo el aliancismo coyuntural y electoral a quienes no quieren compromiso con el pueblo y buscan la aceptación de una franja de la oligarquía. El PRD debe deslindarse y reconocer como adversario del futuro del país a la oligarquía corrupta e incapaz que mantiene en vilo la estructura de su poder y sus intereses en el PRI y el PAN.

La alianza con el pueblo debe ser claramente una alianza con los trabajadores del campo y la ciudad; con los sectores avanzados de la cultura, la intelectualidad y los sectores productivos. La dirección política del país debe abrirse a los ciudadanos que demuestren capacidad, compromiso y honradez para las tareas. El PRD no puede descarrilar su propia fuerza política, dejando sin sustancia el contenido de una alianza, y por eso ha resultado preocupante que ahora el PRD sólo tenga ya como gobierno surgido de él, al gobierno del Distrito Federal, pues los gobernadores de Zacatecas, Tlaxcala, Baja California Sur y el candidato en Nayarit, sutilmente ya no reconocen su compromiso con el PRD, sino que son aliancistas. Esta actitud y la situación en Guerrero, han abierto dos mensajes, uno para los priístas y otro para los ciudadanos: el PRI sólo gana con fraude y el PRD no puede ganar solo. ƑConclusión? Que si no se da la alianza o coalición con el PAN, entonces el PRD perderá, y para lograrlo, ahí estará de nuevo el aparato fraudulento, corporativo y clientelar del PRI que en Guerrero se ha asomado y saludado hacia el 2000. Por eso, este aliancismo propone también la segunda vuelta, adelantando ya su propia derrota.

En ese ambiente de transformación de gobernadores que tomaron la propuesta de la alianza como una oportunidad para el deslinde con el PRD y hacer su propio juego, el PRD debe tener claro que la unidad no es imprecisión y que esto no puede extenderse a la elección del candidato propio a la Presidencia. El PRD tiene ya adversarios, que se han preparado contra él. El 2000 es un logaritmo que exige una enorme tarea de claridad política y voluntad, para ganar a la mayoría de los mexicanos. El PRD es el motor de este proceso de cambio y por tanto el enemigo a vencer por la oligarquía y las fuerzas del viejo régimen. Es por ello que una tarea histórica es no cometer los mismos errores de Francisco I Madero, porque de un error en las alianzas y los compromisos, se pueden abrir de nuevo los caminos de la violencia, que surgen de los grandes desencantos. El PRD tiene la tarea y responsabilidad de evitarlo.