n Un libro crea lectores, dice el escritor mexicano
Nunca desprecio a los que sufren ni odio a mis enemigos: Fuentes
n ''El Nobel me lo dieron cuando lo obtuvo Gabo'', asegura
César Güemes /y III n Si Carlos Fuentes hizo a mano Los años con Laura Díaz (Alfaguara) en los tiempos de la Pentium III, ha de ser por razones de peso: "La sensación de placer sensual, físico, cuando tengo mi pluma en la mano y toco el papel, es algo que no puedo ya cambiar, forma parte consustancial de mi vida".
ųƑQué tipo de pluma usa?
ųEstas plumas viles, de tinta líquida, que se consiguen donde quiera, son desechables y la mejor ventaja que tienen es que escriben muy fluidamente. Soy un hombre de las cavernas en ese sentido.
ųPublicó su primer libro, Los días enmascarados, en 1954, de modo que este 1999 cumple 45 años de escritor. ƑCómo se descubre, luego de ese lapso, frente a un libro como Los años con Laura Díaz?
ųCon mucha energía. Quisiera tener menos y ya retirarme a alguna playa por ahí. Tengo energía de sobra y una ansia enorme de regresar a la disciplina londinense, escaparme un poco de la fascinación que ejerce México en mí. Por lo pronto estoy aceptando todas las obligaciones que me impone Sealtiel Alatriste par dar conferencias, hacer viajes y ocuparme de varias tareas. Eso quiere decir que me estoy llenando subconscientemente de la información que después formará parte de un texto.
ųƑNunca le ha preocupado terminar un libro y no tener otro al menos bosquejado?
ųEs que siempre lo tengo. Aprendí eso muy pronto. Tener un proyecto nuevo cuando se termina el que se ha vuelto viejo, evita una gran angustia. En mi caso llevo notas en distintos cuadernos que muy probablemente se conviertan en escritos. Eso no me preocupa. Quisiera tener el tiempo suficiente para escribir todo eso. A ver si me quedan diez años, por lo menos.
ųƑEl haber llegado a muy temprana edad a un público amplio, lo hizo trabajar más, apresurarse?
ųMira, me convenció de una cosa, que había que hacer a un lado el éxito fácil. No era necesario detenerse en la fórmula inicial del éxito y repetirla al infinito, sino que era preciso aventurarse, hacer apuestas. Un libro crea lectores, no se hace para el público ya establecido, que sería el de best-sellers. Acabo de estar en Ixtapa y todos los gringos en la playa estaban leyendo a Sidney Sheldon, y yo extravagantemente leía un libro de poemas. Creo que precisamente hay que experimentar y exponerse, andar al filo del abismo, con la posibilidad de caerse. Me ha pasado a veces que me he ido de narices y no he tenido público ni éxito, pero me he quedado con la satisfacción de haber hecho lo que yo quería.
ųLos reconocimientos públicos no han escaseado en su carrera. Le ha ido muy bien en ese terreno.
ųEso lo tomo como parte de la vida. Lo agradezco mucho, lo asumo siempre como ciudadano de mi país y lo tomo con tranquilidad. Esto tiene mucho que ver con mi educación en el medio diplomático: yo estaba muy acostumbrado a que a mi padre lo condecorasen los gobiernos, a que fuera una personalidad pública de cierta prominencia.
ųEs candidato a premio Nobel. Tiene la obra, la presencia, la edad. ƑLo espera?
ųEl Nobel me lo dieron cuando lo obtuvo Gabo. Se lo dieron entonces a un exponente de nuestra generación. De manera que me siento ampliamente recompensado desde que lo premiaron a él.
ųSi hace declaraciones de orden político, en cuanto aparecen publicadas el país las toma en cuenta e incluso se producen cambios. ƑQué piensa de ese poder de la palabra?
ųNo sé si se mueva el país, sencillamente me expreso como ciudadano y reclamo ese derecho. No creo que mis palabras causen ninguna conmoción.
ųEn cierta parte de su nuevo libro se mencionan tres lecciones contenidas en La Iliada: no admirar el poder, no despreciar a los que sufren y no odiar a los enemigos. ƑCon cuáles de estas características comulga?
ųA veces fallo en la primera, porque hay figuras y actos políticos con los que me identifico y los aplaudo, y otros con los que no estoy de acuerdo y los critico. No sé si eso es admiración al poder, pero en todo caso siempre he querido verlo como participación ciudadana. La segunda virtud citada sí la tengo: nunca he despreciado a los que sufren, por todas las razones que se quiera y en las que no voy a entrar ahora. En cuanto a la última, es verdad que uno está muy tentado siempre de odiar a sus enemigos. Pero un día lo pensé y me dije: ''Caramba, por qué voy a gastar el tiempo despreciando a mis enemigos, que no son gente de mucha monta, cuando hay muchos personajes en este mundo que sí merecen mi odio''. No voy a gastar mi odio en una persona menor si puedo en cambio detestar a Franco o a Ronald Reagan o a Hitler. Por otra parte, no tengo enemigos personales que me hayan hecho demasiado daño, he de confesarlo.
ųLo encuentro, como se decía hasta hace poco, con usted mismo, en paz con la vida y al mismo tiempo avanzando.
ųUno está en paz en la medida en que sabe dónde está su amor, esto es, en quiénes lo has depositado. Luego, hay que saber dónde están los amigos y quiénes son. Está uno en paz, porque tiene un libro próximo a leer, siempre, o una película que nos está esperando, algo que nos hace sentir amistad con la vida. Aunque finalmente también tiene uno la certidumbre de que la muerte nos revolotea, de que la infelicidad y la desgracia no nos van a exceptuar, pero para nada, y que a la vuelta de la esquina puede estar la fatalidad que destruya el esquema de alegría que nos hemos hecho.