n El teatro, heredero de la carpa y resquicio del espectáculo de revista


...Y una pléyade de estrellas reinauguró el Blanquita

Jaime Whaley n Ahora sí que, valga la redundancia, fue una pléyade de estrellas, de antaño y hogaño, la que llenó el viejo tablado del Blanquita esa reluciente noche de viernes. El motivo: la reapertura del teatro, a casi cuatro décadas de su primera inauguración, hecho ocurrido en 1960.

Nombres que ya hace tiempo convocaron al populacho, la clientela eminente de este teatro, de este recinto heredero de la carpa que, como sentenció Monsiváis ųdesde luego ahí presenteų, es el último teatro de revista que tiene la vigencia que le concede la nostalgia.

Un directorio al que Raúl Vale, el emecé de ceremonias, dio lectura. Daniela Romo, Johnny Laboriel, Pepe Jara, Carmen Salinas, Ana Gabriel, José José, los Tres Ases, Amalia Mendoza La Tariácuri, Los Diamantes, Francis, Amira Cruzat, Irma Dorantes, Manoella Torres, Luis de Alba, Zamorita, Julio Alemán, Viola Trigo y larguísimo etcétera de los que todavía transitan por este planeta y recuerdos para los que ya no lo hacen, como Margo Su, por años la empresaria, y otros grandes de la marquesina, como el genial Tin-Tan, Lola Beltrán, Clavillazo...

Con brío algunos y con paso cansino otros, enfilaron hacia el escenario para recibir una vez más el reconocimiento del respetable.

Resortes, por su parte, recuerda que formó el elenco de apertura, junto con Libertad Lamarque, y con los ojos húmedos, de un grito, da gracias a Dios de estar aquí. Hubo quienes de plano no subieron, no por falta de querer, sino por el no poder, como el caso de Cuco Sánchez, pero igual se llevaron una salva de aplausos. Tongolele, aún vestida, concitó recuerdos eróticos entre esas aves de la senectud, los pelícanos. Un breve contoneo suyo dejó escapar tenues fiu-fius de la galería.

Verbena estelar sobre este segmento del Eje Central, hace 40 años Aquiles Serdán, prolongación de aquel San Juan de Letrán, el Broadway mexicano para los noctívagos de la época.

Grandes reflectores giratorios que lanzan sus poderosos haces a través del encenizado cielo del valle, producto de las travesuras de Don Goyo.

Desde la esquina de Mina ųde donde descienden de sus autos ayudados por ese género dancístico tan en boga, como es el valet parkingų hasta el renovado butaquerío, se extiende el tapete rojo, como lo demanda el protocolo real, para que por él desfilen, se luzcan, hagan el paseíllo sus graciosas majestades: los artistas.

''Mira, mira, aistá el Piporro", dice la señora de modesto rebozo de bolitas a su señor, un hombre también de edad. Dos jóvenes escolapios delatados por sus libros bajo el brazo, quizá salidos de la secundaria de enfrente, inquieren, šquieeen! Para ellos el norteño es de la pelea pasada, pero enseguida reconocen a Diego Verdaguer y a su inseparable mina Amanda Miguel. ''Qué quilombo, no se entendió nada'', le espetó el pibe a un conocido, ya de salida, toda vez que el firmamento estelar había cortado el rojo listón de reapertura.

Raul Santamaría, el eterno gerente del local, se pasea nervioso en el vestíbulo. Hay un retraso de 45 minutos y no se puede comenzar.

Lupita Dalessio es blanco de los flashazos y ųgozosaų la cantante accede, a la menor insinuación, para dejarse imprimir el físico junto a sus admiradores. Sonrisa automática y, ''sí, mi amor, con mucho gusto, cómo no, claro que sí''.

Alta, con su rubia crin que le llega a media espalda, una dama de albo y largo vestido atrae la miradas. Su identidad es un enigma hasta que un intrépido y mordaz reportero la ataja: ''Disculpe, Ƒusted quién es?, pues vestida no la reconozco''. ''Wanda Seux'', fue la respuesta, ''y por favor, ponga usted que está mejor que nunca a sus 51 años''.

Ya comienza la función y desfilan Los Imperio, Beto el Boticario, una escultural Paty Alvarez, Pompín Iglesias y La Tarabilla, en desgastado sketch, de esos que fueron el alma de las funciones de moda, pues para las nocturnas el plato fuerte eran y parece ser que seguirán las de humor polopolesco, con sus infaltables citas a Monica Lingüinsky.

El telón empieza a caer y el metálico ritmo de Los Santaneros se deja oír,''vuelve ahí cabaretera, vuelve a ser lo que antes eras en aquel pobre rincón, mariposa equivocada, que ahí quemaron tus alas las luces de Nueva Yooork...''