UN IMPORTANTE EJERCICIO DEMOCRATICO
La Consulta Nacional por el Respeto a los Derechos de los Pueblos Indios y por el Fin de la Guerra de Exterminio, que hoy tiene lugar en todo el país, representa un nuevo y trascendental esfuerzo democrático en favor de la paz en Chiapas y por la atención de las justas demandas de los indígenas de México.
Aunque, ciertamente, los resultados que aporte la consulta no tienen carácter de mandato ni obligan legalmente a ninguna autoridad o institución a acatarlos, el solo hecho de que la ciudadanía se manifieste ųentre otros asuntosų sobre la pertinencia de convertir en ley la iniciativa en materia de derechos y cultura indígenas formulada por la Cocopa y sobre la conveniencia de que las fuerzas armadas acantonadas en amplias zonas y comunidades de Chiapas regresen a sus cuarteles, constituye una aportación valiosa y legítima en favor de la paz y del desarrollo social y democrático de la nación. Por ello, tanto el gobierno federal como los integrantes del Congreso de la Unión harían bien en atender los resultados que aporte la consulta, pues en ellos estarán retratados el sentir, las exigencias y las aspiraciones de una parte importante de la sociedad.
Además, a contrapelo de diversas voces que han querido trasladar a los zapatistas la responsabilidad por el estancamiento del proceso de paz, la consulta de hoy es un indicador de la apertura y la disposición de los insurgentes para encontrar una solución pacífica al conflicto en Chiapas con base en lo estipulado en los acuerdos de San Andrés y para buscar las vías para la atención ųsin condicionamientos de orden político, clientelar o electoralų de las legítimas demandas indígenas en materia de justicia, salud, educación, alimentación y respeto a su identidad y cultura.
Paralelamente, la presencia en todo el país de los cinco mil delegados zapatistas que participan en la organización de la consulta ha significado un valioso ejercicio de comunicación y entendimiento con la sociedad. Los delegados del EZLN, a lo largo de la República, discutieron su problemática particular y la del país con otras etnias indígenas, con los trabajadores, los intelectuales, los estudiantes y hasta con importantes representantes empresariales, y fueron reconocidos y respetados por todos ellos.
Esta circunstancia, junto al amplio y solidario apoyo que incontables organizaciones civiles ųde muy diversas orientaciones políticas y de diferentes estratos económicos y culturalesų han brindado para la organización de la consulta, pone de manifiesto que un amplio espectro de la población del país se encuentra comprometida con la búsqueda de la paz, con la consolidación de los mecanismos democráticos para la solución de las disputas y con el cumplimiento de las legítimas aspiraciones de los pueblos indígenas de México.
Cabe esperar que la consulta de hoy se desarrolle en un marco de tranquilidad y respeto, a fin de que todos aquellos ciudadanos que deseen participar en ella puedan hacerlo con libertad y responsabilidad. A fin de cuentas, el valor de esta consulta (y de todos los esfuerzos que la hicieron posible) reside en su carácter de manifestación social que no legisla ni impone pero organiza y expresa la voluntad popular, es decir, construye la democracia y la conciencia ciudadana, en torno a las cuales la enorme mayoría de los mexicanos quiere establecer su futuro.