MAR DE HISTORIAS Ť Cristina Pacheco
Contra reloj

AUREA: Estaciónate por favor.

RENE: ƑAquí? Pero si estamos a media cuadra del hotel.

AUREA: Ya lo sé.

RENE: Por teléfono me pediste que viniéramos. ƑQué pasa?

AUREA: Nada.

RENE: Entonces Ƒvamos? (Acaricia la mejilla de Aurea) šEstás llorando!

AUREA: No.

RENE: ƑNo? (Levanta los dedos húmedos) ƑY esto, qué es?

AUREA: Tengo miedo. (Se cubre el rostro con las manos)

RENE: ƑDe qué, si estamos juntos?

AUREA: Pero Ƒpor cuánto tiempo?

RENE: No sé de qué hablas.

AUREA: Del nuevo horario. ƑCómo le vamos a hacer? Un día, dos, podrás decirle a tu esposa que el licenciado te pidió quedarte hasta noche, pero el resto del tiempo Ƒqué?

RENE: No pienses en eso ahora, ni siquiera sabemos si aplicarán el nuevo horario. Pero si es así, sabes que siempre habrá una forma...

AUREA: ƑCuál?

RENE: Me agarraste desprevenido y ahorita no se me ocurre ninguna, pero la encontraré. ƑNo me tienes confianza?

AUREA: A ti sí, pero la situación me preocupa, entiéndelo.

RENE: ƑCuánto tiempo llevamos juntos?

AUREA: Tres años cuatro meses.

RENE: En todo ese tiempo hemos vivido muchas situaciones difíciles y sin embargo nunca hemos dejado de... ƑRecuerdas cuántas veces hemos hecho el amor?

AUREA: Mil...

RENE: Mil una, si sumamos lo de este día.

Antes de que Aurea pueda impedirlo, René pone en marcha el automóvil y se dirige al hotel. Su entusiasmo disminuye cuando ve que hay otras parejas esperando el momento de ocupar las habitaciones.

RENE: Es tu culpa. Si en vez de ponerte a discutir hubiéramos entrado, a estas horas estaríamos en el cielo. Tendremos que esperar.

AUREA: Son más de las siete.

RENE: ƑTienes prisa?

AUREA: Yo no, pero tú...

RENE: Tampoco. Le dije a Belinda que el licenciado quería que revisáramos un boletín y que iba a llegar tarde.

AUREA: Y cuando ya no puedas poner ese tipo de pretextos Ƒqué sucederá?

RENE: Seguiremos viéndonos...

AUREA: Una, dos veces cada mes y al fin acabaremos por alejarnos.

RENE: ƑQué ya se te olvidó cuánto te quiero? (Comienza a acariciarla) Pues te lo voy a recordar.

AUREA: Aquí no... Espérate un momento: nos van a ver.

RENE: (Se vuelve hacia los automóviles estacionados) ƑQuién? Todo el mundo está ocupadísimo en lo suyo. Bésame, pero no vayas a mancharme la camisa, como la otra vez. Tuve que decirle a Belinda que el licenciado se había puesto maquillaje para una entrevista de televisión y que al despedirse me había dado un abrazo, en agradecimiento por mi ayuda. No puedo repetir el numerito. (Desliza su mano por el cuello de Aurea y ella ríe) ƑTe estoy haciendo cosquillas?

AUREA: No, para nada... Me reí de pensar que el licenciado no tiene la menor idea de lo mucho que tú y yo le debemos. A veces me dan ganas de agradecérselo.

RENE: En cambio mi mujer lo detesta. Dice que por su culpa siempre llego tarde. (René pone la mano sobre la boca de Aurea) Pst, no digas nada, no pienses en el horario.

AUREA (Se aparta de René y se ordena el cabello) Ya lo había olvidado.

RENE: Y yo, por estúpido, te lo recordé.

AUREA: Está bien. Es mejor que pensemos en algo.

RENE: ƑNo podemos dejarlo para después?

AUREA: (Apoyo su cabeza sobre el pecho de René) No, porque tarde o temprano tendremos que enfrentar el problema.

RENE: El problema es un invento tuyo. Por principio de cuentas no creo que mi mujer espere que vaya a llegar a la casa todos los días a las seis y media de la tarde.

AUREA: Pero si sabe que ya no necesitas quedarte en la oficina hasta en la noche al menos te preguntará dónde estuviste.

RENE: Pues le diré que el licenciado me encomendó entrevistarme con algún funcionario o que me inscribí en un curso de capacitación.

AUREA: (Se cubre la boca para contener la risa) Mejor díle que vas a tomar clases de macramé en la delegación.

RENE: ƑPor qué dijiste eso?

AUREA: Fue una broma. ƑTe molestó?

RENE: No, es que mi mujer toma clases de macramé en la delegación.

AUREA: No lo sabía. (Turbada) Pero qué bueno que lo hace.

RENE: Si es que lo hace.

AUREA: René, por favor: sería el colmo que desconfiaras de tu mujer sólo por lo que dije. Fue una broma.

RENE: También mi comentario. (Con disimulo observa su reloj) Hoy todo el mundo se está tardando muchísimo.

AUREA: Dijiste que no tenías prisa...

RENE: No, pero ya perdimos mucho tiempo y la verdad no vine para que nos quedáramos en el coche.

AUREA: A mí no me molesta, al contrario: me encanta que estemos así, abrazados. Me parece muy bonito, muy tierno. (Cierra los ojos) Ahorita me figuré que era tu esposa, que acababa de regresar de mis clases de macramé y que me hacías el amor para premiarme por haber tejido un mantel primoroso...

RENE: ƑSe hacen manteles de esa cosa?

AUREA: ƑDe macramé? Claro. ƑNo lo sabías?

RENE: No, mi mujer nunca me ha mostrado lo que hace en sus clases. (Vuelve a consultar el reloj) Oye mi amor, creo que dejaremos el mil uno para otro día porque es tardísimo. No quiero que tengas problemas con tu mamá... (Rehúye la mirada de Aurea) Además, tengo que llamar a la oficina para ver si el licenciado me buscó. En momentos como este lamento haber perdido el celular.

René enciende el motor pero antes de enfilar a la salida besa apasionadamente a Aurea.

AUREA: Recuerda que me debes el mil uno.

RENE: Y te lo pienso pagar con intereses... Andale, ponte el cinturón de seguridad.

AUREA: ƑEl de castidad también?

RENE: Sí, pero me das la llave.

René enfila rumbo a la salida del hotel. Durante unos minutos conduce a gran velocidad hasta que al fin se estaciona frente a una accesoria:

RENE: Allí hay teléfono. Voy a llamar a la oficina...

AUREA: Tengo hambre. ƑCrees que podamos comer algo?

RENE: Si es que el licenciado no quiere que vaya a la oficina. (La besa) No me tardo.

René entra en la accesoria y se pone de espaldas a Aurea, de manera que ella no puede oírlo ni ver su expresión cuando marca el número telefónico de su casa:

RENE: ƑBelinda? ƑQué hay de nuevo? Sí, es tardísimo pero ya sabes cómo es el licenciado. Pues sí, también espero que respete el nuevo horario, pero lo dudo. ƑFuiste a tu clase de macramé? Qué bueno y a ver si me enseñas lo que estás haciendo allí. ƑPor qué? Pues porque me interesa lo que haces Ƒno lo sabías? Bien, voy para allá. (Cuelga y se dirige rápidamente al automóvil)

AUREA: (Desde la ventanilla) ƑCenaremos?

RENE: No debí haber llamado a la oficina: el lic me está esperando. (Acaricia la mejilla de Aurea) Lo siento.

René enciende otra vez el motor. En el trayecto al domicilio de Aurea permanece callado: ansía llegar a su casa y ver los trabajos que Belinda ha hecho en su clase de macramé.