Masiosare, domingo 21 de marzo de 1999
Jesús Ortega estampó su firma en la hoja en blanco y la entregó.
``Va'', dijo.
En rápidos movimientos, Amalia García se levantó y tomó la hoja: ``Gracias, Jesús, ya me firmaste en blanco'', soltó.
La risotada general de la decena de líderes perredistas reunidos el jueves pasado en el restaurante La Calesa de Londres a la hora de la comida, aligeró la tensión y relajó los rostros.
El ambiente grave de la comida tenía razones de sobra. Desde el domingo 14 las elecciones internas del PRD para renovar sus direcciones nacional y del Distrito Federal se habían convertido en una feria de denuncias y se habían evidenciado graves fallas en la organización del proceso.
Como si algo faltara, la escasa diferencia de votos entre las planillas de García y Ortega había hecho imposible que el Programa de Resultados Preliminares (Prep) diera un ganador claro desde las primeras horas.
Televisión, radio y prensa dieron vuelo a cientos de denuncias en las cuales los perredistas hablaban de fraude, de mapacheo, de urnas embarazadas, de carruseles, de ratones locos e incluso de elecciones de Estado, expresiones todas que los miembros del PRD han enderezado siempre contra el PRI y el gobierno.
Las coronelas y los coroneles -como se conoce en el PRD al conjunto de dirigentes que va por el relevo- enfrentaban solos la crisis de la elección perredista. Y se reunían para tratar de hallar una salida.
La hoja en blanco también la firmaron García y Rosalbina Garavito. Minutos antes se habían puesto de acuerdo en el texto: una petición dirigida a Andrés Manuel López Obrador para que convocara al Consejo Político Consultivo del PRD -que agrupa a los principales líderes formales y morales de ese partido- con la finalidad de tomar decisiones para ``dar credibilidad y certidumbre'' a la elección.
Amalia García fue al encuentro de López Obrador el mismo jueves 18, en el arranque de la marcha contra la privatización eléctrica. Ahí le entregó la carta.
En la carta firmada por los tres aspirantes se solicitaba a López Obrador convocar al Consejo Político para el viernes 19 a las 9 de la mañana. Ese día, López Obrador viajó a Tabasco. El lunes (mañana), se dijo en las oficinas de Monterrey 50, habrá reunión del Comité Ejecutivo.
Mientras, el conteo -ya sobre documentos- seguía con una lentitud preocupante.
En La Calesa, Garavito abrió la charla: habló de las dificultades -técnicas y políticas- de ``limpiar'' la elección y resaltó el riesgo de que la nueva dirigencia iniciara muy debilitado.
Luego, soltó una propuesta que sacudió la mesa: que se integre una dirección provisional.
García y Ortega dijeron no desestimar la propuesta -aunque quizá sólo por cortesía- y se fueron por el camino de las coincidencias posibles.
En primer lugar, la preocupación ``real'' por el tono de las denuncias y su impacto en los medios.
Y ya con la vista adelante, por las ``dificultades técnicas'' para ``limpiar'' la elección.
Por ejemplo, el Comité General del Servicio Electoral (CGSE) sólo había recibido hasta el jueves, la paquetería electoral completa de 16 entidades, y la cerrada diferencia entre las planillas de Ortega y García -el último dato del Prep fue de medio punto- aumenta el enredo: cuáles casillas se van a tumbar y a cuál planilla beneficiarían.
García reconoció que todas las candidaturas habían resultado lastimadas por la guerra de declaraciones y filtraciones.
Y coincidió con Jesús Ortega en que el camino es atender las irregularidades y proclamar un triunfador. El PRD, argumentó, no puede decir a los miles que acudieron a las urnas que sus votos no sirvieron.
Otra coincidencia se impuso: la crítica hacia el CGSE por las múltiples fallas en la organización del proceso y por su negativa a que los representantes de las planillas estuvieran presentes en la revisión de la paquetería electoral.
Cifras cerradas
El lunes 15, cuando en algunos diarios se dio como virtual triunfador a Jesús Ortega, arreció la pasarela de candidatos en la sede nacional del PRD.
Pasadas las seis de la tarde, la senadora Amalia García anunció que tenía una diferencia de 7.1% sobre Jesús Ortega. Una tendencia ``sólida e irreversible''.
Sus cuentas le daban 38% contra 30.9%.
``Fui la candidata de las bases. Estas cifras lo confirman'', dijo, y también ofreció respeto a sus contrincantes.
En su turno, Mario Saucedo denunció irregularidades en varios estados y se detuvo en su natal Jalisco. Acusó de acarreo a Raúl Padilla, ex rector de la Universidad de Guadalajara y simpatizante de Ortega. ``Recorrí 25 casillas y no reconocí a ningún perredista. En la casilla donde voté no me identificaron'', se quejó.
Las denuncias de ese tono irían aumentando en las siguientes horas. Ninguna de las cuatro planillas más fuertes quedó a salvo de las acusaciones.
Poco después, apareció Jesús Ortega en el auditorio: ``Hay una competencia bastante reñida'', atajó. La diferencia de 2.8% que en ese momento registraba el Prep se modificaría, dijo, en su favor, conforme llegaran los resultados de varias entidades, que fluían ``de manera extraña'', con mucha lentitud.
Pero el plato fuerte de la planilla 8 era la intervención de Carlos Navarrete, coordinador de la campaña. Primero, se lanzó contra el Servicio Electoral y sugirió que había una dosificación de ciertos datos.
Y luego, el tema de fondo: ``No nos podemos enorgullecer de que la elección en Zacatecas se haya organizado, impulsado, atendido y dosificado sus resultados desde la secretaría de Gobierno'' (a cargo de Raymundo Cárdenas, compañero de armas de Amalia García largos años).
En las horas y días siguientes, Amalia García dedicó mucho tiempo a explicar las razones de su triunfo en Zacatecas, desde su oriundez hasta su papel en el triunfo de Ricardo Monreal, y le regresó la bola a Ortega con el argumento de la votación de Jalisco, donde el ex secretario general arrasó gracias a Raúl Padilla, ahora diputado, ex rector de la U de G y cabeza del Grupo Universidad, quien controla a esa casa de estudios.
La crisis de los coroneles en su punto.
El empate técnico
Domingo de elección. Primero barruntos de la crisis: ni Amalia ni Rosalbina ni Mario aparecieron en el padrón.
Por la noche se conocen los primeros reportes. Pero éstos fueron opacados por las denuncias.
Un botón: el Servicio Electoral reconoció que ni ellos sabían cuántas casillas se habían instalado en Oaxaca, pero atribuyó todos los problemas al carácter inédito del proceso.
Al filo de las once de la noche Amalia García se lanzó con su primera proclama de victoria: 37.47% de los votos por 30.07% de Ortega.
Media hora después, Ortega presentó sus cifras: Amalia 30% y él 14 puntos más -¿Una tendencia irreversible?
-Sí -soltó, enmedio de la ovación de casi un centenar de simpatizantes.
``No habrá ningún conflicto'', remató.
El pronóstico le fallaría.
Después de medianoche, apareció Rosalbina Garavito y dijo que no reconocía como válidas las cifras del Prep.
Reportó la crisis de Oaxaca y anunció que, por lo menos en esa entidad, solicitaría la ``reposición del procedimiento''.
La jornada la cerró Catalina Eibenshutz, con una declaración de la que se arrepentiría: ``Hay un empate técnico''.
Al día siguiente hablaría de ``una elección muy reñida''.
El tiempo necesario
Martes. 20:30 horas. En la pantalla del auditorio de Monterrey 50 aparecen reportes de 86.8% de las casillas.
García tiene 33.28%, por 32.41% de Ortega. Una diferencia apenas de 5 mil sufragios.
Hay preocupación por la ausencia de datos de Oaxaca -apenas tienen 19.77%-, Hidalgo y San Luis Potosí, que tienen reportes de menos de 50%. Y apenas un tercio de los estados aparece computado a cien por ciento.
``Es un sistema que no es impermeable a los errores. Tenemos información incompleta por desorganización en el cómputo o por errores en el cómputo que están corrigiendo, o simplemente porque los datos no fueron reportados de los comités municipales a los centros estatales de acopio'', justifica José Barberán, cabeza del grupo de siete personalidades que integra al CGSE.
Dice que el Servicio Electoral priorizó la rapidez del flujo de datos sobre su precisión y admitió que estaba pagando las consecuencias.
Barberán es prolijo en las justificaciones técnicas. Quizá por eso declara que el Prep ya no es confiable -``el concepto de indicar tendencias se fue al diablo; ya no sirve si se quiere saber quién ganó''- y lo lamenta, porque ``es injusto que el resultado de la elección se conozca cinco días después''.
Y ante la avalancha de reportes, señala que el CGSE sólo emitirá el cómputo final de la elección cuando ésta se haya limpiado de toda mácula.
``Nos tomaremos el tiempo que sea necesario para contar minuciosamente y desahogar las denuncias se presenten. Nos rehusamos a una camisa de fuerza temporal''.
Barberán no puede ser más pesimista:
``Estamos muy preocupados, (porque) enfrentamos un entorno nuevo. Estamos en un caso que vamos a tener muchos papeles, muchas firmas, muchas urnas''.
¿Y dónde está el piloto?
¿Dónde está el presidente del partido?
Es lo que muchos se preguntaban a mediados de la semana que terminó. La ausencia de López Obrador en la cresta de las impugnaciones causó muchas suspicacias.
Aparentemente, el tabasqueño se mantuvo aislado del desarrollo del proceso y dedicado al éxodo guerrerense. Pero se pudo corroborar que -con un equipo, integrado mayoritariamente por personal de la Oficialía Mayor- estableció un sistema de conteo ``súperrapido'', que le permitió tener certeza del triunfo de Amalia y de irregulidades graves en Oaxaca, Zacatecas, Puebla y Jalisco, así como conocer que el promedio de votantes en las casillas habilitadas fue de 180.
Se confirmó que el miércoles se reunió con Jesús Ortega, a quien llamó a mantener la civilidad y a canalizar sus inconformidades ``a través de la institucionalidad'', para así darle normalidad a la parte final del proceso.
El miércoles, ante el acoso de los reporteros, el aún presidente del partido, Andrés Manuel López Obrador, hizo una evaluación somera del proceso electoral.
Dijo que las impugnaciones eran parte de la competencia electoral, pero no fue más allá: ``Me he mantenido al margen, actué con imparcialidad y lo voy a seguir haciendo''.
-Ante lo cerrado de las cifras, ¿habrá que buscar una salida política?
-No, no. Hay que esperar los resultados del Comité del Servicio Electoral.
-Usted es dirigente hasta el 10 de abril. ¿Se va a sacudir de este proceso?
-De acuerdo con la normatividad interna del PRD, quien organiza y califica la elección es un órgano autónomo.
-¿Cuándo verá a Jesús Ortega y a Amalia García?
-Una vez que estén los resultados definitivos.
-Independientemente de los resultados, ¿habrá gobernabilidad en el PRD cuando la diferencia entre los dos primeros es tan estrecha?
-Lo que quisieran nuestros adversarios es que no la hubiese, pero se van a quedar con las ganas.
Mapachadas
``Ya empezaron las mapachadas. Están haciendo una porqueriza'', lanzaba Cuauhtémoc Sandoval, el mediodía del martes 16.
Cifras en mano, el vocero de Amalia denunciaba que operadores de Ortega estaban fabricando actas en una decena de estados para revertir su desventaja y eventualmente desbancar a la senadora García.
Lo que no explicaba es que él estaba incluido en la lista de operadores amalistas encargados de combatir las ``mapachadas'' de Ortega.
La historia es breve: la noche anterior, Jesús Ortega y Carlos Navarrete habían señalado que los reportes del Prep de esas entidades estaban incompletos y que en ellas el triunfo sería para su planilla.
Alertada, Amalia coordinó una estrategia para combatir la inflación de votos que venía. Desplazó a varios de sus cuadros a diversas entidades, todos con la consigna de impedir que llegaran a los comités estatales actas de escrutinio de casillas cuya instalación no se hubiera acreditado fehacientemente.
En estados como Jalisco y Tlaxcala, los amalistas nada pudieron hacer. Pero en Puebla, defendieron la plaza como pudieron.
A la denuncia, Ortega respondió con un prudente silencio.
Para rematar, Sandoval deslizó en la fuente: ``Jesús va a la delegación Venustiano Carranza''.
El día de Amalia
El mediodía del miércoles Amalia García acude a Monterrey 50 y anuncia como ``definitivo''su triunfo. Muestra un reporte de su centro de cómputo, con la suma de 100% de las casillas.
Ella se llevó 208 mil 833 votos (32.8%), por 196 mil 755 (30.9%) de Ortega. Mario Saucedo quedó en tercer lugar, con 14.6% y Rosalbina en cuarto, con 13.9%.
Amalia no va sola. La acompañan 60 de los líderes que que integran su planilla. Y la flanquean Adolfo Gilly y Ricardo Pascoe, dos de los hombres más cercanos a Cárdenas.
Sus declaraciones son las de una ganadora que no pasará el trago amargo de las impugnaciones: ``Mi compromiso para fortalecer la organización y la unidad''.
El ambiente es de fiesta.
A media tarde, un encendido debate en el equipo de Rosalbina Garavito. Un grupo, con Camilo Valenzuela a la cabeza, plantea que se debe exigir anular la elección. Lo paran.
Por la noche, en su casa de campaña, Jesús Ortega valida las cifras del Prep y augura que la diferencia que lo separa de Amalia García habrá de desvanecerse, aunque el margen será ``muy estrecho''.
A esas alturas, el Servicio Electoral realiza una primera evaluación del material electoral: aparecen actas y boletas correspondientes a una entidad en el paquete de otra, actas adulteradas y boletas al parecer llenadas por la misma mano, sin contar la existencia de casillas ``atípicas'' con más de 300 sufragios.
Paren los ataques
El jueves, tres desplegados en la prensa. Dos de la Comisión Nacional de garantías y Vigilancia y el tercero del Servicio Electoral. Las quejas y las pruebas de irregularidades, coincidían, deben presentarse sólo ante los órganos jurisdiccionales habilitados.
``Es lamentable que en momentos en que la máxima instancia debiera estar contribuyendo al buen desarrollo del proceso, sólo trabaje semana inglesa y gaste dinero del presupuesto del partido en publicaciones que no resuelven las controversias'', respondió Roberto Morales Noble, representante de Mario Saucedo Pérez.
A la CNGV la acusó de no garantizar ``la vigencia de los derechos de los afiliados'', pues ``sus actuaciones y resoluciones carecen de imparcialidad, certeza, legalidad e independencia''.
Un cuarto desplegado, firmado por los 128 integrantes de la fracción parlamentaria del PRD en la Cámara de Diputados, alertaba con claridad: ``Es necesario que los intereses generales de nuestro partido se antepongan a los particulares. En consecuencia, es imperioso abandonar el ataque público entre candidatos, pues daña el enorme esfuerzo de miles de ciudadanos honestos que luchan por construir una verdadera cultura democrática''.
El futuro inmediato
Nuevos cónclaves de coroneles y coronelas estaban previstos para este fin de semana.
Las opciones no son muchas.
La ``limpieza'' de la elección se dificulta por las ``limitaciones técnicas'' y por la cerrada votación entre las planillas de Ortega y Amalia (la anulación de algunas casillas podría dar un vuelco). El informe del CGSE tendría que convencer a todos los candidatos y garantizar que no hubiera impugnaciones mayores.
La otra salida posible es un acuerdo político de la cúpula del PRD, que sin duda le quitaría presión a la crisis, pero sería costosa para la imagen de este partido. En esta ruta se explora la posibilidad de que la planilla de Ortega acepte la derrota sobre la base de que se le otorgarán la presidencia del Consejo Nacional y 40% de las posiciones en el Comité Ejecutivo Nacional.
La tercera salida, que ninguno de los coroneles dice querer, es la profundización del conflicto. La feria de las denuncias de fraude al infinito.
Aunque no lo crean
La ``tradición política'' es la culpable de la versión de que ganaría la elección interna del PRD gracias al apoyo de Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Monreal: ``Ahora resulta que detrás del triunfo de una mujer tiene que haber hombres. Pues no'', rechaza la senadora zacatecana.
A lo largo de la semana, Amalia García se declaró ganadora tres veces. Con ``cifras muy precisas'', insistió. Aun así dice: ``Entiendo que resulte difícil de creer''.
Y es que, dice, se rompieron los esquemas: ``En nuestra tradición política generalmente ganan las elecciones los hombres con recursos económicos, con el aparato y el poder. Tal vez esa era la apreciación que había cuando se decía que una mujer con escasos recursos, con una campaña austera y que además decía que iba a acudir a la militancia, no podía ganar''.
Las cuentas
``Se han magnificado las fallas (de la elección), incluso algunos hechos que pudieran ser motivo de sanción'', responde por reflejo la senadora García y luego se sumerge en los detalles de los comicios.
Destaca que no tienen paralelo en México e incluso en el mundo, que la participación no fue mayor debido a que los escasos recursos no hicieron posible instalar más casillas, pero que aun así participaron libremente miles de mujeres y hombres.
De ahí pasa al corporativismo y clientelismo que, dice, no marcaron la elección. Pone como ejemplo al Distrito Federal, donde el apoyo de los grupos barzonistas y de la CID prefiguraba una victoria de Garavito, quien estaría seguida por Mario Saucedo y Jesús Ortega. García quedó en segundo lugar con una diferencia mínima con Rosalbina (20 mil 974 contra 20 mil 171).
Se vuela en el examen. Ahora remite a Oaxaca, donde se esperaba un voto corporativo de la COCEI en favor de Garavito, por la influencia del senador Héctor Sánchez.
Allá, Saucedo ganó, Amalia quedó en segundo lugar y Rosalbina se fue al tercero.
``Viendo las cifras finales, se rompió esto. ¿Quiénes votaron por mí? Militantes libres, porque no tengo corporación, nunca la he tenido''.
Casi la mitad de los votos que obtuvo se generaron en los estados de México, Distrito Federal, Zacatecas, Nuevo León y Michoacán.
Por ello tacha de absurdas las acusaciones de Carlos Navarrete, de que su triunfo se lo debe a Ricardo Monreal y a Raymundo Cárdenas.
``¿Quién puede decir que allí fabriqué una elección si del padrón votó apenas 30%? Zacatecas apenas representa 10% de mis votos'', ajusta.
Dice que en su estado natal fue particularmente escrupulosa, a fin de no propiciar suspicacias. Tan es así, que los comicios en Zacatecas ``fueron los más limpios de los que se realizaron en todo el país''.
Se extiende en la explicación para detallar que su estrategia se basó en una focalización de los estados con altos padrones y en un entramado de alianzas con líderes locales.
``Yo sé hacer elecciones y las sé ganar. Si las pude ganar afuera, ¿por qué no iba a poder adentro?''
A la senadora no le preocupa que el resultado de la elección haya sido tan cerrado ni que por eso cuestione su legitimidad.
``Se puede ganar por un voto y el triunfo es igualmente legítimo, si es una votación limpia. Tengo la certeza de que mi votación es limpia. Por eso, cuando hablan de Zacatecas, digo «presenten las pruebas, que se esclarezcan«, y si hay irregularidades, que se revisen y se actúe. Si no, ¿ con qué autoridad moral va a ir uno a hacer un reclamo de limpieza electoral fuera del partido?''
Los costos
-Con las impugnaciones, el PRD perdió mucho de su imagen ante la opinión pública, ¿cómo van a resolver esa situación?
-Es cierto. Ha habido apasionamiento en algunos de nuestros simpatizantes, pero estoy convencida de que si hay reclamos serán revisados por la instancia correspondiente. Y estoy segura de que si coincidimos en que las inconformidades se atiendan, sin hacer ningún aspaviento, y llegamos al acuerdo de que acataremos la resolución, al final el PRD saldrá fortalecido. Me preocupa que haya irregularidades. Pero más me preocuparía que no se atendieran.
Enterada de que Jesús Ortega se reunió con Cárdenas y López Obrador para quejarse de las irregularidades, García no quiere ver moros con tranchetes.
``Estoy segura de que el camino que se tome será legal. Tengo la mayor confianza en los tres, sé que lo que conversen no va a ser en contra de la legalidad del partido''.
Tampoco se molesta cuando se le señala que los 208 mil votos que recibió son apenas de 10% de los militantes.
``Me dan toda la legitimidad'', estima.
-Hace tres años, López Obrador obtuvo 70% de los votos...
-Tan válidos los de él como los míos. ¿Por qué descalificar a esos miles de personas que fueron a votar el domingo? ¿Valen menos? No.
-Un alto porcentaje da mayor fuerza política, entonces se habló mucho de los amplios márgenes de López Obrador.
-Sin ninguna duda. Pero yo tengo la fuerza de esos votos.
No basta la imparcialidad
Falta de experiencia, más que mala fe, es lo que ve Amalia García en la conducción del proceso por el Comité General del Servicio Electoral.
Reflexiona:
``Faltó más profesionalismo. Tal vez a la hora en que el Consejo Nacional hizo el esfuerzo de encontrar a la gente más imparcial, no tomó en cuenta si iban a poder o no. Pusimos el acento en la imparcialidad. La lección es que debemos encontrar personas que sean imparciales y que tengan la experiencia para hacer elecciones. Las dos cosas. No es suficiente la imparcialidad''.
-¿Cree que López Obrador dejó los hilos sueltos?
-No me gustan esos términos. Los rechazo, porque estamos viviendo un proceso inédito. Estamos con mucha audacia, a lo mejor con demasiada, intentando caminos nuevos, otra manera de decidir y hacer política...
La agenda y el amalismo
En tanto los órganos electorales resuelven, la senadora García plantea que debe atenderse la agenda inmediata: ``Hacer de la defensa del voto en Guerrero un asunto de dimensión nacional'' y atender la participación del PRD en la consulta zapatista y la oposición a la privatización eléctrica.
El tema central del debate será, sin embargo, el 2000.
García destaca las coincidencias de los candidatos a la presidencia perredista sobre la candidatura única opositora. ``Quede quien quede, tenemos una visión común y no habrá ninguna variación en la línea política''.
Donde podría haber polémica es en el tema de las alianzas, reconoce.
``Hace tres años el debate era sobre optar por gobierno de salvación nacional o transición pactada, hoy no tenemos discrepancia''.
Si hay discusión -acepta- debe ser en la definición de para qué.
``He insistido en que no son sólo para derrotar al PRI. En eso coincido con Mario y Rosalbina. No se trata de que sean con cualquiera y como sea. Nos debemos reservar derecho de admisión. Son con quienes se comprometan a un proyecto de país, a una manera de hacer política, a una forma de actuar''.
-¿Con usted emerge un nuevo liderazgo en el PRD?
-Aquí aparecieron nuevas figuras que se irán consolidando. Esto hace al PRD distinto. Los liderazgos se construyen, son producto del trabajo de muchos años y de actuar con mucha congruencia, no se improvisan.
-¿Una corriente amalista?
-No, no. Soy partidaria de las corrientes sólo como corrientes de opinión, que se hagan y se deshagan en torno a temas...
No voy a aceptar ningún puesto de compensación
El silencio de Jesús Ortega duró poco: ``Aquel dirigente que eluda su responsabilidad me parece que está equivocando el rumbo. Y particularmente me estoy refiriendo a los dirigentes nacionales'', suelta en su oficina de campaña, el jueves, poco antes de ofrecer otra conferencia con la prensa.
La pregunta ha sido directa: ¿Cómo va a lograr el PRD reducir los costos de la feria de denuncias que fue su elección interna?
Ortega plantea cuatro puntos:
1. Suspender cualquier agresión y ataque personal.
2. Ejercer nuestros derechos a través de los órganos establecidos y privilegiar la unidad del partido cualquiera que sea el triunfador.
3. Que los dirigentes nacionales asumamos plenamente nuestras responsabilidades para continuar en la unidad y la cohesión, para superar una situación difícil, resultado de un proceso electoral muy complicado y competido.
4. Aceptar plenamente los resultados.
Un día antes de la entrevista se esparcieron rumores de que a Jesús Ortega Martínez se le había ofrecido un puesto en el gabinete capitalino, una delegación para ser exactos.
El ex secretario general del PRD dice que, efectivamente, se reunió a media semana, por separado, con Andrés Manuel López Obrador y con Cuauhtémoc Cárdenas, pero rechaza que las pláticas hayan ido ``en ese sentido''.
``Vamos a poner orden, vamos a entrarle para corregir esta situación, fui a platicar con ellos para ver cómo podía contribuir a eso'', precisa.
Los rumores, sigue, son simplemente ``politiquería, perversidades. El león cree que todos son de su condición, quienes esparcen esos rumores creen que todos son como ellos''.
Y va más allá: ``En caso de que perdiera, no voy a aceptar ninguna responsabilidad en el gobierno. Voy a seguir trabajando en el PRD con el mismo entusiasmo. Soy gente íntegra, de partido, no estoy buscando puestos. En el caso de que perdiera, no voy a tener puestos de compensación''.
En sus reuniones con Cárdenas y López Obrador, sostiene, se habló de ``una situación complicada y de una competencia muy cerrada, de pedirle a todo mundo que canalicemos nuestras inconformidades a través de la institucionalidad... para que el resultado que dé el Servicio Electoral no se cuestione''.
Comprometido con esa idea dice: ``Si Amalia gana con un voto, Amalia es la presidenta con todo mi apoyo. Si yo gano con un voto, soy el presidente y espero todo el apoyo. Pero no se va a negociar nada''.
Los costos
¿Cómo reparar el daño?
Ortega quiere precisar: ``No digo que no hubieron errores e insuficiencias, tampoco niego que en algunos casos hubo actos de mala fe, con dolo. Pero no puedo aceptar, porque es totalmente falso, que esto sea generalizado. Hay una campaña perfectamente orquestada para presentar la elección del PRD como un desastre, con miles de irregularidades, errores e incapacidad, que rechazo. Hubo irregularidades en algunas entidades, pero no en la mayoría''.
Las irregularidades deben ser analizadas por los órganos competentes, dice, y se debe sancionar a quienes las cometieron.
``Pero no se puede, porque es parte de una estrategia del gobierno y de nuestros contrincantes, hacer aparecer al PRD como un partido incapaz'', machaca.
A esta situación, reconoce, han contribuido algunos dirigentes perredistas que ``han recurrido a los medios para hacer señalamientos francamente irresponsables, ligeros''. Por eso demanda a candidatos y dirigentes actuar con ``madurez y responsabilidad, porque no está en juego ni la presidencia, ni la dirección nacional; está en juego el futuro del partido y el futuro del país a partir de éste''.
Votos y plazos
-¿Cuántos votos podría perder en el recuento?
-No creo que pierda votos en el Servicio Electoral. No solamente hemos dado instrucciones, sino que hemos vigilado que se actúe con plena escrupulosidad. Nosotros sí tenemos escrúpulos. No justificamos los medios en razón de un fin.
A pesar de que manifiesta que acatará los resultados que dé el Servicio Electoral, Ortega considera preciso que ese órgano revise ``acuciosamente todas las actas de escrutinio'' y dice que fue ``equivocado, por no decir otra cosa, que se haya suspendido el Prep'' que si bien era un conteo rápido no definitivo podría haber avalado lo que llama una ``diferencia prácticamente inexistente''.
-José Barberán dice que no acepta camisas de fuerza. Una revisión acuciosa implica tiempo.
-Estaría de acuerdo. Es mucho mejor que se haga una revisión exhaustiva. Barberán no debe estar presionado, no lo voy a presionar. Lo que sí le voy a demandar es que aunque se lleve más tiempo, sea una revisión muy pulcra.
-Tres o cuatro días más de incertidumbre en el partido.
-Ayer en la mañana me levanté con la idea de no hacer ninguna declaración. Todas las que he hecho han sido muy cuidadosas y respetuosas. Hubo una, que hizo el compañero Carlos Navarrete -por supuesto con mi consentimiento- acerca de alertar sobre posibles comportamientos irregulares en Zacatecas. Pero todas han sido muy respetuosas.
``Y bueno, tomé la determinación de no hacer declaraciones, pero no veo reciprocidad. Una compañera sale diciendo que ya triunfó, que tiene los datos de Oaxaca, cuando todos sabemos perfectamente la situación de Oaxaca. Sin embargo, no me voy a mover: seguiré declarando de manera respetuosa''.
¿Un(a) presidente (a) débil?
Se plantea a Ortega la posibilidad de que el próximo sea un dirigente perredista débil, dadas las impugnaciones de la elección, la participación de apenas un tercio del padrón de militantes y la cerrada diferencia entre dos planillas.
El candidato sostiene que esta elección no fue mala desde el punto de vista cuantitativo, porque en el padrón están inscritos muchos ciudadanos que no son ``propiamente militantes activos''
Con respecto a la diferencia -que el Servicio Electoral llegó a nombrar ``empate técnico''- sostiene que ``es parte del proceso electoral mismo, y si se gana con un voto, el presidente ganó y debe tener la autoridad y fuerza''.
-¿Irá a la secretaría general?
-Mi perspectiva es que gano. Si se presenta esa circunstancia, en ese marco tomaré una determinación.
El contraste es sugerente.
En la consulta nacional sobre el Fobaproa, el PRD pudo habilitar 18 mil 500 casillas en todo el país; el domingo pasado, para la elección de su presidente nacional, apenas la tercera parte.
El presupuesto para la consulta sobre el Fobaproa -10 millones de pesos- fue el doble que para la elección interna. Y el número de participantes -poco más de tres millones de electores- fue cinco veces mayor.
Hace siete meses, el PRD pudo instalar un sistema eficiente en apenas cuatro semanas; para esta ocasión, el plazo formal fue de dos meses, pero los preparativos iniciaron antes.
Para promover la consulta, el PRD erogó 5 millones de pesos para insertar spots en radio y televisión, ordenó la impresión de 15 millones de dípticos, 10 mil folletos explicativos de su postura y 85 mil videos. Y López Obrador le dio la vuelta al país para llamar a los votantes a las urnas.
En la promoción de la elección interna, el CEN no tuvo gastos en difusión.
``Sí, Fobaproa prácticamente quebró al PRD. Todavía tenemos problemas económicos por el gasto de esa famosa consulta'', recordó el domingo Porfirio Muñoz Ledo.
Una rebelión de las bases. Un resultado cerradísimo y muchas impugnaciones, más propiciadas por la inexperiencia del Servicio Electoral que por intenciones aviesas.
Ese escenario proyectó Porfirio Muñoz Ledo, uno de los generales del perredismo, después de emitir su voto, al mediodía del domingo.
Las bases y no la estructura determinarán al ganador, vaticinó.
``No queremos que nadie dé línea al partido, se viene una nueva etapa. Sabemos que algunos grupos sembraron a sus más leales en las distintas planillas; sabemos que hay intenciones de controlar y de manipular el próximo consejo del partido... no los vamos a dejar, vamos a dar una gran batalla democrática a efecto de que sea la mayoría la que decida''.
En algún momento, Porfirio parecía hablar más de la elección del candidato a la Presidencia de la República que de esos comicios: las bases no permitirán, remataba, ``la emanación de alguna forma de caciquismo interno''.
``El padrón tiene ineficiencias y el número de casillas que se debían instalar rebasó nuestras posibilidades; de allí derivan muchas quejas'', diagnosticó y propuso enseguida que el el IFE organice las elecciones internas de los partidos.
Cuauhtémoc Cárdenas, otro general, estuvo en el mismo centro de votación que Porfirio y allí rechazó la posibilidad de que el IFE organice las elecciones primarias de la oposición: ``Sería admitir que no tenemos capacidad para organizar elecciones con transparencia''.
-¿Cuál será el principal reto del nuevo dirigente? -le preguntó un reportero.
-Es obvio: llegar con una mejor preparación a las elecciones del 2000.
Al cerrar 1998, la cifra de afiliados era de un millón 957 mil 737 militantes.
El Servicio Electoral añadió a la lista poco más de 300 mil electores, con la aplicación de un criterio poco usual: los votantes del PRD en las últimas elecciones constitucionales.
En la lista final, sobresalieron las listas nominales del estado de México, Michoacán, Distrito Federal, Tabasco, Veracruz, Jalisco, Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Puebla, porque en ellos se concentró 60% del padrón de votantes.
Hace tres años, 75% de los 360 mil votos de la elección interna del PRD se concentraron en ocho entidades del país. Esa vez, Tabasco y Michoacán se erigieron como los bastiones perredistas (aportaron uno de cada tres votos).
También hubo un subgrupo de seis entidades -estado de México, Oaxaca, Veracruz, Distrito Federal y Guerrero- donde la participación fue superior al promedio.
Para esta elección, se rompieron los esquemas tradicionales. Tres cuartas partes de los votos fueron de una docena de estados (DF, estado de México, Veracruz, Oaxaca, Tabasco, Chiapas, Michoacán, Zacatecas, Puebla, Jalisco, Guerrero y Sonora, en ese orden).
Ahora, el DF y el estado de México fueron los grandes generadores de votos (180 mil entre ambas, un tercio del total), aunque Tabasco se mantuvo con una cuota de casi 50 mil votos.
Las nuevas entidades perredistas son Jalisco, Puebla, Zacatecas y Sonora, con promedios de 22 mil votos.
Pero estas tres presentan varias peculiaridades: el candidato que ganó (Amalia en Zacatecas y Jesús en los restantes) lo hizo con 80% de los votos; hasta 1997 esas tres entidades habían dado muy pocos votos al PRD, tanto en elecciones constitucionales como internas.
En 1996, todas esas entidades estaban en la parte baja del padrón perredista.
En esta elección, nominalmente, Ortega tuvo una mayor cobertura nacional que sus adversarios. El ganó en 15 estados (Aguascalientes, Baja California, Colima, Chiapas, Durango, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Morelos, Puebla, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Tlaxcala y Veracruz); mientras que Amalia ganó en 12 (Baja California Sur, Campeche, Chihuahua, Guerrero, estado de México, Nuevo león, Querétaro, San Luis Potosí, Yucatán y Zacatecas) y Rosalbina en cinco (Coahuila, Distrito Federal, Nayarit, Oaxaca y Querétaro).
Los estados donde Amalia arrasó fueron: Michoacán (con una ventaja de 2 a 1 sobre Ortega) y Zacatecas (10 a 1). En igual sentido, Ortega se fue 10 a 1 en Tlaxcala, 2 a 1 en Puebla y 20 a 1 en Jalisco.
Empero, García ganó en tres de los cinco estados donde había más votantes.
Las votaciones en la capital del país y en Oaxaca fueron sobresalientes.
En la primera, Amalia, Ortega y Rosalbina Garavito rondaron por los 20 mil cada uno. Y en Oaxaca, sorprendentemente, Mario Saucedo sacó más de 5 mil votos de ventaja sobre Héctor Sánchez y la COCEI.