José Agustín Ortiz Pinchetti
El lío electoral

Los mexicanos tenemos una espina en la garganta: el tema electoral. Los avances de una nueva ley en la materia, un aparato para hacer elecciones confiables, un conjunto de comicios no impugnados y el robustecimiento de la oposición no han logrado vencer a las tradiciones de desorden y de autoritarismo que han reaparecido justamente cuando el sexenio del presidente Zedillo entra en su fase final. Hay que impedir que las jornadas de lucha por el poder en el 2000 terminen en el "rosario de Amozoc". Repasemos tres hechos recientes:

1. Bumerang del PRI en la elección de delegados del DF. El Código Electoral del Distrito Federal fue aprobado en la Asamblea de Representantes por los cinco partidos, incluido el PRI, pero a la hora de la votación en pleno, el viejo gran partido "se arrepintió", y sufragó en contra, para justificar después la impugnación del documento ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Fue un golpe astuto destinado a destruir la credibilidad del proceso electoral en la capital. La Corte rechazó un buen número de conceptos de invalidez. Aceptó que no se podía reglamentar todavía en materia de demarcaciones municipales, simplemente porque la Constitución es omisa en el tema. Tuvo la sabiduría de vincular al Congreso para que complete la reforma en ese punto y desarrolle las delegaciones como órganos políticos administrativos que respondan a la supuesta estructura democrática del Estado mexicano. El PRI ha impedido esa reforma, para bloquear la transición en el DF.

2. En todas partes se cuecen habas. La elección nacional interna del PRD demuestra que no sólo en el sector oficial se conspira contra la credibilidad de las elecciones mexicanas. El partido del sol azteca, agente clave en la transición, no tiene aún un sistema capaz de procesar los resultados electorales. Como es insignificante la diferencia entre los dos candidatos más importantes a la presidencia del partido, Jesús Ortega y Amalia García, y como existe un enorme desorden documental en el proceso, debemos esperar hasta el 10 de abril para saber quién ganó las elecciones. En un principio el proceso del PRD de votación abierta no fue impugnado. Pero hoy la incertidumbre de los resultados hace patentes sus desventajas y demuestra que no ha arraigado en nuestra política, ni siquiera entre los opositores una práctica electoral eficaz.

3. El PRI ataca de nuevo š...al IFE! Por instrucciones de la directiva, y casi seguramente del Presidente, el representante del PRI en el IFE demandó por responsabilidad y amenazó con un juicio político a los consejeros electorales Jesús Cantú, Jaime Cárdenas, Alfonso Lujambio y Emilio Zebadúa. Los alegatos sobre irregularidades parecen inconsistentes y la demanda se ve vinculada en un proceso tendente a desgastar al IFE. ƑPor qué el PRI ataca al IFE? Es tan opaca la política mexicana y tan ocultas las intenciones del Presidente que estamos autorizados para imaginar varias posibilidades:

A) El Presidente está muy preocupado por una posible derrota del PRI, quiere impedirla "a como dé lugar", y para ello tiene que reblandecer la confianza pública en el IFE. Si las elecciones no favorecen al tricolor podría reclamarse su anulación, e impugnar un posible dictamen del IFE. ƑPodría llegarse al extremo de que esos ataques estuvieran preparándonos para impedir la victoria opositora por la vía de los hechos?

B) Se intenta detener la investigación sobre los gastos de campaña de 1994, pues podría afectar la legitimidad en la elección de Zedillo. Los ataques serían parte de una estrategia de "contención".

C) El PRI intenta un recambio completo en el IFE. Podría aceptar concesiones importantes a la oposición si los actuales consejeros y altos funcionarios son sustituidos por bisoños que tengan que entrenarse en la víspera de las elecciones y resulten ineptos para detectar e impedir irregularidades.

El proceso de transición está demostrando incapacidad del gobierno federal y de los partidos para garantizar que la lucha por el poder se dará en términos civilizados y pacíficos. Éstos actores principalísimos deberían de lograr un conjunto mínimo de acuerdos. Son urgentes los siguientes: 1. Suspender la querella contra el IFE y dejar de alentar lo que Jorge Carpizo llamó en 1994 "la feria de las desconfianzas". 2. Hay que terminar la Reforma Política del Distrito Federal y asegurar que la primera elección democrática de delegados prevista por la Constitución para el 2000 no termine en un proceso de canibalismo político que impida la gobernabilidad de la capital. 3. Hay que completar la reforma electoral. Hay que establecer reglas que hagan viables las coaliciones y equitativa la competencia electoral. Sin esto no habrá una reforma "definitiva". 4. Hay que regular las elecciones internas de los partidos y autorizar al IFE para que apoye estos procesos democráticos y para que valide los resultados.

Los mexicanos tenemos que hacer una fuerte autocrítica a nuestra incapacidad de resolver el lío electoral. Hoy como ayer, el problema político de México sigue siendo el mismo: cómo poder sustituir al monarca por el pueblo a la hora de designar a las autoridades.

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